jueves, 24 de febrero de 2011

Aguirre, perredista


Yo, ciudadano
Aguirre, perredista
Gustavo Martínez Castellanos
Como todo costeño, Ángel Aguirre Rivero tiene un profundo apego a las simbologías. La suya es una personalidad en la que por igual se mueven sus sistemas político y familiar con un profundo apego a leyes inmutables. Esa proclividad le ha redituado arribar a todos sus objetivos en un estado envidiable: joven ha obtenido título, una hermosa familia, una cantidad ingente de amigos, éxito en la política y en los negocios. Sin dejar de sonreír un solo día. Sin dejar de divertirse, como alguna vez lo anticipó Portman.
En esa tesitura- que tiene todo de costeña y que denota una madurez incalculable para vivir- en esta nueva etapa de su vida ha decidido continuar alejándose de Zeferino en cada paso que da hacia su asunción al poder como gobernador de Guerrero.
Primero, durante la campaña, con un tino sin parangón evitó que el PRD intentara encasillarlo al obligarlo a que se declarara de izquierda. Con ello Aguire consiguió mantener cohesionada la pluralidad del electorado que lo llevaba en andas en esa cumbiamba en que se convirtió su campaña. Luego, reconoció públicamente que no era de izquierda pero que simpatizaba con ella. Eso no fue nuevo, durante su interinato seguido se refería a los actores del perredé como “los compañeros del partido de la revolución democrática”, porque “los compañeros del partido de la revolución institucionalizada” eran otros. Después de la salvaje agresión de que fue víctima Sánchez Nava lo visitó iteradamente y en su calidad de candidato de PT Convergencia y PRD exigió el esclarecimiento de ese acto vandálico. En ese periplo hizo el primer nombramiento de su gabinete que recayó en un perredista de peso: el senador Lázaro Mazón, futuro secretario de Salud. Hace unos días, dio un paso más: declaró que se afiliará al PRD como cualquier   militante. Aún más: aseveró que no formará corriente pues luchará por la unidad del partido
Zeferino, por su parte,  siempre se dijo de izquierda, cuando -aparte de su conciencia- todo mundo sabe que nunca lo fue-. Ni lo será –pero creo que esto sí lo sabe su conciencia-. Y, aunque nunca se afilió al PRD, trató de manejarlo por todos los medios habidos y por haber. Uno de ellos fue formar su propia corriente. Otro, “quemar” a sus cuadros más importantes como con Chavarría a quien le dio la Secretaría General de Gobierno desde la cual reprimió todo lo reprimible y dejó una estela de estudiantes y luchadores sociales lastimados y más resentidos con el gobierno. Otro, fue el de la persecución judicial, como obra en la demanda contra López Rosas y otros perredistas. Y, otra, fue la compra de conciencias como consta en sus declaraciones sobre diputados que se embriagaban en Casa Guerrero, se caían de borrachos y salían con los bolsillos cargados de fajos de billetes.
Aguirre ha avanzado con tranquilidad y respeto. Ha abierto las puertas del gabinete a los partidos que representó en su candidatura y, aunque aún no se reconoce izquierdista, ha decidido afiliarse al PRD y no generar ninguna corriente, sobre todo, para luchar por su cohesión y fuerza desde su interior. El simbolismo radica en que se afiliará al día siguiente de ser ungido como gobernador. Es decir, desde lo alto de su investidura política. Con ello  da una muestra de gratitud y congruencia política y de ideales. Sin embargo, su afiliación también es un asumir que, desde que renunció a 30 años de militancia en el PRI, había sido un hombre sin partido. Después del 2 de abril tendrá uno. Porque es imposible que el PRD no lo acepte en sus filas después de que desde la campaña le exigió hacerlo. Aguirre, estoy seguro, se afiliará con el mismo ánimo con que hace todo: sin dejar de sonreír.
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com

martes, 22 de febrero de 2011

“Hablar bien de Acapulco” II


Yo, ciudadano
“Hablar bien de Acapulco” II
Gustavo Martínez Castellanos
El impacto del evento que empresarios hoteleros realizaron en referencia a su proyecto posicionador “Hablar bien de Acapulco” fue muy tenue. Los diarios y la net le hicieron poca resonancia y a mi e–mail sólo llegó una aclaración sobre sus creadores.
La apatía por este tipo de iniciativas que benefician a la ciudad puede deberse a que son propuestas por ciudadanos; no por políticos, burócratas, o por los massmedia. Esa apatía nos indica que nuestra calidad de ciudadanos está depauperada en lo individual y, en lo colectivo, soslayada por esos poderes. Por ello, el temor que el sector turístico local expresa porque los problemas de la ciudad que perjudican su imagen, le implique grandes pérdidas o el cierre de sus negocios, es entendible. Pero no los empresarios del ramo no pueden hacer más que esperar a que esos poderes actúen; el peligro pase o invitar a que los ciudadanos tomemos las riendas de nuestras ciudades.
Concuerdo con su proyecto de insistir en sensibilizar a la ciudadanía en defender a su ciudad con forwards, twitters y blogs. Pero, insisto en sugerirles que también realicen conferencias y mesas de discusión en las que sólo se aborden la cultura y la identidad locales. El resultado de esos análisis debe viajar en esos medios modernos hacia el mundo.
Llama la atención el hecho de que el turístico sea el único sector que haga algo al respecto luego del perentorio silencio de los candidatos en las campañas. Sobre todo porque este sector es el soporte más importante de la economía regional. Genera empleos y servicios. Sus señales de alerta deberían preocupar más a los otros sectores, sobre todo a ese otro sector empresarial que son los medios de comunicación. Cuando observamos la apatía con que “Hablar bien de Acapulco” fue recibido, es imposible no percibir que el tejido social está profundamente lastimado. Roto. Pues la ciudad no concibe la dimensión de sus problemas como algo que tarde o temprano terminará por afectar todo lo que es.
Eso incluye a intelectuales y artistas locales que tampoco se han pronunciado. Ni los foráneos, que han venido con cargo a nuestro erario a disfrutar de nuestra hospitalidad. Lo peor reside en que su silencio da cuenta de que los eventos que han realizado en Acapulco no han generado espacios de conciencia propia que blinden el tejido social para enfrentar a través de una idea de pertenencia estos y otros problemas. Así, tanto la Feria de la Nao como los Encuentros de Escritores pagados con nuestros impuestos, no han servido para otra cosa que para engordar los bolsillos de sus organizadores. He señalado iteradamente ese crimen en este espacio: mientras nuestros impuestos no sean utilizados para beneficio de nuestra ciudad, continuaremos generando y alimentando no sólo políticos y  gobiernos corruptos sino grupúsculos que medran en la corrupción y la acrecientan. Hoy, Acapulco necesita de la correspondencia de toda esa gente que ha venido con cargo a nuestros impuestos para que emita una opinión positiva de nuestra ciudad, de nuestra cultura, de nuestras tradiciones y costumbres, de nuestra identidad. Nuestra Historia y nuestros sueños. Nuestro calor y nuestra alegría. Todo lo bueno, lo bello y lo profundo que nos es inherente difundido al planeta a través de sus voces de visitantes. Ahora, Acapulco, que tanto les ha dado, necesita sus voces. ¿Dónde están? Y sus organizadores ¿por qué guardan silencio?
Queremos seguridad, resultados, derrama turística, trabajo. Pero ante el embate de una asonada de violencia nuestra falta de identidad y nuestra increíble ignorancia en lo que somos nos someten a la rendición o al olvido. Creo que es tiempo de acabar con todo eso.
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com
http://www.culturacapulco.com/yociudadanosepenel1.html

domingo, 20 de febrero de 2011

“Hablar bien de Acapulco”


Yo, ciudadano
“Hablar bien  de Acapulco”
Gustavo Martínez Castellanos
El sábado llegó a mi correo la invitación del señor Pedro Haces Sordo, presidente de la AHETA (Asociación de Hoteles y Empresas Turísticas de Acapulco), a unirme a la “campaña de imagen creada por la I. P.” local a través de un evento a realizarse este lunes 21 en la Diana “con el objetivo principal de crear una conciencia colectiva encaminada hacia la promoción positiva del Puerto y solidificar la imagen de la ciudad ante el turismo nacional e internacional y sus propios habitantes”. El texto pide el reenvío de esta invitación a todo mundo, pero no informa qué tipo de actividades se realizarán en la Diana el lunes 21 a las 12:00 hrs (o después) para poder arribar a tan nobles objetivos.
Durante el desayuno del domingo con Pal Kepenyes y Lumi ella explicó que el origen de esa campaña se encuentra en la proliferación de notas publicadas que privilegian la violencia que nuestra ciudad vive. “Tenemos que crear un contrapeso”, propuso Lumi.
Nadie puede negar que los afanes de Lumi y del señor Haces sean encomiables, pero tampoco que un análisis profundo de nuestra realidad podría ayudarles a canalizar con mayor aserto sus esfuerzos.
Ya desde su nacimiento como “destino de playa” en los 40’s Acapulco fue víctima de la información manipulada; para venderlo o para denostarlo. Durante el boom hotelero propiciado por la huída de capitales de Cuba, Acapulco fue piedra de escándalo debido a las políticas nacionalistas de Ruiz Cortines y López Mateos. En los setenta, las guerrillas iniciadas la década anterior, hicieron que la prensa nacional potenciara cada secuestro en nuestro solar. Quienes vivimos todo éso (yo terminaba la primaria e iniciaba la secundaria) y vemos lo que ocurre ahora, comprobamos que el eterno retorno existe. Y que, como sociedad, seguimos haciendo mal las cosas. Ya no se diga, nuestros gobiernos.
Por ello, en ese desayuno advertí a Lumi que la única forma de salvar al puerto de esa imagen negativa era volviendo a nuestras raíces, desenterrando nuestro ser original y único oculto aún en esa parte del municipio que las luces de la franja costera han opacado. Hablar bien de Acapulco es citar nuestras tradiciones y costumbres; nuestra espiritualidad. Nuestros buenos vecinos, nuestros alumnos destacados, nuestros grandes atletas y a los artistas que han explorado en nuestra interioridad y la han desvelado. Nuestros funcionarios y nuestros políticos no corruptos. Hablar bien de Acapulco es saturar las redes sociales y la net toda con lo bueno que también somos ya que los massmedia, en sus pleitos cupulares, siguen usando el nombre de nuestra ciudad para castigar a nuestros gobernantes y poder arrancarles más prebendas. De momento debemos olvidar la franja costera y sus reflectores. Eludir el paisaje. Lo repetiré una vez más: hoy como siempre, lo único que puede redimirnos ante el mundo es nuestra propia cultura. Hablemos de ella.
Posiblemente el señor Pedro Haces reúna una importante cantidad de ciudadanos preocupados por la seguridad en nuestra ciudad pero, en tanto no proyecte una imagen netamente humana de nuestra ciudad y continúe privilegiando la promoción del sector que proporciona boato y placer al mundo, no podrá sensibilizar a nadie de que esta ciudad es un lugar vivo cuyos habitantes merecemos respeto y certeza. Hablar bien de Acapulco no es difícil. Llevo años haciéndolo en mis talleres y en este espacio. Lo difícil es que la ciudad hedonista reconozca a la “otra”, a la verdadera ciudad, la que encierra toda su significación humana y mueve y pule diariamente eso que llamamos Acapulco ¿Querrá?
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com

viernes, 18 de febrero de 2011

Guerrero, cultura y tecnologías


Yo, ciudadano
Guerrero, cultura y tecnologías
Gustavo Martínez Castellanos
Es posible tener una idea más clara de Egipto en México gracias a la película de Jorge Fons, El callejón de los milagros, cuyo guión Vicente Leñero extrajo de la novela homónima de Naguib Mahfuz, premio nobel de literatura en 1998. En esos cuatro retratos, el film mantiene su homenaje a Víctor Hugo y presenta las similitudes entre el  D. F. y el Cairo cuyos países comparten un pasado arcaico esplendoroso, etapas de guerras civiles y protectorados hasta el arribo de dos independencias bajo gobiernos dictatoriales. También, la detentación de cierto liderazgo en sus zonas geopolíticas. Y culturales, pues ambos cuentan con los mismos premios nobel: Paz y Literatura.
Tal vez por todo ello la prensa mexicana mantuvo una especial cobertura de la caída de Mubarak. Más aún por lo tangencial de su origen: las revueltas en Túnez; la ausencia de un líder y la enjundia con que un conglomerado respondió a un llamado rebelde lanzado a través de las redes sociales. Aquí, es necesario discriminar el uso de las nuevas tecnologías en pro de un cambio progresivo, de los usos de los gobiernos de las grandes potencias de desestabilizar a algún país cuando entran en crisis para drenar un poco de presión y desviar –así sea por unas semanas- la atención mundial. Visto así, es posible que el súbito levantamiento social egipcio –sancionado por el ejército-  no le deba todo a las redes sociales. Su poder no es tal aún que pueda derrocar o elevar gobiernos.
En México, por ejemplo, las redes sociales ni siquiera han podido evitar que las compañías de telefonía celular hagan cobros indebidos. Tampoco han generado conciencia en nuestro gobierno por disminuir la violencia en la lucha contra el narco.
En el caso de Guerrero, vimos que al inicio de las pasadas elecciones las redes sociales inmediatamente pusieron sus simpatías en Aguirre, y es posible que hayan  contribuido a que las trampas preparadas por la oposición para los comicios fueran desarmadas a tiempo. Pero no podemos hablar aún de una sociedad que se mueva a través de la independencia y responsabilidad de la comunicación instantánea. Sobre todo porque, en Guerrero –como en Egipto-, quienes pertenecen a redes sociales, tienen Internet y computadora, son minoría. Y, además, porque nuestros principales usos –como lo previó Sartori- son de socialización y esparcimiento; no de investigación, análisis e intercambio de ideas. Alejarnos de Egipto, significaría que el gobierno de Aguirre echara a andar una política cultural que contemplara un uso propositivo de la Internet y las redes sociales como herramientas de desarrollo tanto intelectual como económico que vinculara sus bondades con la generación de mercados de consumo y de compra venta de productos intelectuales. Ello requeriría de un titánico cambio civilizacional en Guerrero que bien podría empezar porque este gobierno ofrezca señal gratuita en los sitios públicos del estado y un programa cultural dirigido a la investigación y al análisis a través de la oferta de bibliotecas digitales, asesorías profesionales e incentivos tales como premios, publicaciones y otros.
La caída de Mubarak nos dice que ya no hay gobierno que pueda eludir el poder de la Internet. La ventaja es que los nuevos gobiernos tienen la oportunidad de proponer ese poder como una fuerza positiva de cambio; de conocimiento y análisis que permita a ambos: gobierno y pueblo, entenderse y trabajar juntos por el bien común. Guerrero es un estado habitado por muchísimos jóvenes que se está urbanizando rápidamente, pero Aguirre tiene a su favor el tiempo y esas simpatías. 
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martes, 15 de febrero de 2011

La derrota del priísmo


Yo, ciudadano
La derrota del priísmo
Gustavo Martínez Castellanos
El doctor M. Añorve reinició sus actividades como alcalde con otro baile. Una fiesta como las que hizo cuando inició sus actividades como alcalde electo. Entre ambas, ya sea festejando quinceañeras o casando parejas, fue como si nada hubiera ocurrido. Es decir, como si la elección en la que no ganó la gubernatura no hubiera sucedido. Como si la grieta que generó en su partido al haber dado un albazo a Ángel Aguirre no existiera. Como si no se hubiera comprobado que al haber dado ese albazo toda la tradición priísta se colapsó.
El priísmo es una forma de ser. Francmasonería y agencia de colocaciones para las familias de los prohombres de la revolución. En ella, antes que los méritos políticos, intelectuales o económicos priva la obediencia. La lealtad al partido. La disciplina.
¿Cuántos excelentes mexicanos y bienintencionados priístas no han sido aplastados por esa piedra angular? Miles. Monolítico, el partido no admite fisuras. Disidencias.
Añorve se recargó en esa piedra y asumió que Aguirre se disciplinaría. La piedra no se movió. Aguirre sí. Y con él un puñado de priístas legisladores. Y con ellos un buen pedazo de priístas de base. La fractura que Añorve inflingió al PRI lo tiene en crisis: Aguirre es gobernador electo. Él es un excandidato. La fisura no sólo no se cerró, se ha abierto más. Es un cisma. El triunfo de Aguirre demostró que la disciplina priísta es falible. Que se puede ganar contra el PRI sin dejar de pertenecer al PRI. Que se puede ser enemigo del PRI y no ser derrotado en el intento. Si el ejemplo cunde, ¿qué será del PRI? ¿Cuántos priístas que desean ser candidatos echarán al bote de la basura sus votos de obediencia? Y después de eso, cuando el dedo divino destape al “tapado”, ¿lo apoyarán? O, como Aguirre, se aliarán con otros partidos y sin dejar de pertenecer al PRI se opondrán al PRI y le ganarán al PRI. Terrible futuro. Pero anticipado. Todo aquel que luchó por la  democratización del PRI puede morir en paz: Se ha vuelto realidad su profecía.
El triunfo de Aguirre es un fruto prohibido. Todos quieren acceder a él. Y no tienen que abandonar al PRI, sólo tienen que sumarse al Aguirrismo (s. m. Fracción -o “tribu”- al interior del Partido Revolucionario Institucional que encara las decisiones cupulares y brinda todo tipo de apoyo a los disidentes de esas decisiones para que accedan –con éxito- a puestos de elección popular). El aguirrismo puede cundir en todo el país. O en el mundo. Puede ser una filosofía: Soy yo y las circunstancias que me imponga mi partido. Disiento, ergo sum. Soy en el mundo en tanto el mundo contradiga a mi partido. Mi disidencia debe cambiar al mundo (aunque no cambie a mi partido. El partido es lo de menos).
La expulsión de los aguirristas, vista así, es la expulsión de los jesuitas. Con ellos, el PRI se deshace de esos indeseables rebeldes pero también de la postura (¿o ya es una corriente?) que inyectó -a inicios del siglo XXI- el primer soplo de innovación al inoperante sistema electoral del PRI. Negra disyuntiva: echarlos y dejarlos en libertad para que crezcan, se reproduzcan y cosechen lo que siembren. O admitirlos para que crezcan, se reproduzcan y el PRI coseche lo que ellos siembren. Tremenda voltereta: que el PRI dependa de ellos. Incalculable ironía: que en una coyuntura política consiguieran lo que muchos grandes priístas (desde Vasconcelos hasta Colosio) no pudieron.
El PRI tiene la calavera de Yorick* en la mano. La inamovilidad de los aguirristas lo tiene en jaque. Decida lo que decida, perderá o dejará de ser el PRI.
Y el doctor Manuel Añorve, baile y baile…
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* Sí, el monólogo “Ser o no ser” es de otra escena, pero es innegable que con la imagen de la calavera toda analogía adquiere una inusitada y deliciosa potencia.

sábado, 12 de febrero de 2011

Aguirre - Añorve: destinos

Yo, ciudadano
Aguirre-Añorve: Destinos
Gustavo Martínez Castellanos
El retorno del doctor Manuel Añorve a la presidencia del municipio de Acapulco representa una curiosa regresión en la biografía de Ángel Aguirre: volverá a hacer con él el uno-dos; uno por el estado; el otro, por su principal ciudad. Esta regresión ofrece un evento de contrastes: en aquella ocasión eran, aparte de primos y políticos en avanzada, amigos y colaboradores. Hoy, no podemos decir que sean enemigos pero tampoco podemos decir que no lo sean. O que sean amigos. Esta singular voltereta en sus vidas demuestra que si en política nada está escrito posiblemente sus reglas no apliquen al destino. Lo que no debemos perder de vista es que éste persiste en mantenerlos unidos. Quizá entrelazados.
El pasado. El presente. Hace quince años Aguirre buscaba la gubernatura siendo un presidente del PRI sin descanso. Hace seis meses no tuvo que hacer otra cosa que acceder a comandar la coalición de partidos de izquierda para obtenerla y derrotar al PRI. En aquella ocasión, defendió al gobernador priísta para evitar el interinato; en ésta derrotó a ese mismo exgobernador en su protegido para ser gobernador. Una vez en el cargo, en aquella ocasión, luchó para apaciguar los ánimos del PRD que había hecho suyo el agravio de Aguas Blancas. En ésta tendrá que apaciguar a los priístas para no gobernar con ellos a contracorriente. En ambos casos ha echado a andar, antes que todo, una política de conciliación. Hoy y ayer Aguirre ha demostrado que no es un guerrero. Es un político.
El eterno retorno. Añorve ha obedecido al sino contrario: accedió a ser Secretario de Finanzas del gobierno de Aguirre y luego a cubrir el interinato de Salgado Tenorio en Acapulco en lapsos similares a los que está cubriendo ahora. En aquella ocasión contaba con todo el apoyo del gobernador y hoy parece ser que sólo con su anuencia. En ambas situaciones persiste la sensación de que ninguno ha podido eludir al otro. Ahora, tendrán que volver a reunirse, llegar a acuerdos, trabajar juntos y posiblemente a volver a colaborar en proyectos personales comunes. Quizá porque, como en ninguna otra familia de políticos en México, en ellos la fuerza de la sangre es mayor: sigue un guión de doble filo, el pasado común y la búsqueda del poder. También porque ese mecanismo que ha entrelazado sus vidas opera desde antes de que ambos nacieran: sus respectivos padres los alentaron a ingresar a la política. Derivado de ello, ambos iniciaron sus carreras políticas desde muy jóvenes y en la capital del país, y ambos obtuvieron sus primeros grandes logros en Guerrero. En ese periplo han coincidido también en altibajos y en periodos de ausencia. Barajeados de esta manera, no es difícil arribar a la conclusión de que, nuevamente, y con sus respectivas familias, terminarán pasando la próxima navidad juntos.
Guerrero. Acapulco. Asumida a la biografía de ambos, la de nuestro estado y la de su principal ciudad, es importante observar su desenvolvimiento. Han vuelto a dominar la escena política de este principio de década. ¿Cómo influirán en ella a futuro? En un periodo de cambios, de transformaciones alentadas por la experimentada mano de Aguirre, Añorve ¿será llamado nuevamente a colaborar en ese cambio? ¿Aspirará a algo más ahora que ambos son gobernador y alcalde constitucionalmente electos después de haberlo sido en interinatos? Aguirre tomó la delantera, es evidente que su influencia prevalecerá aún mucho después de que termine su mandato. El suyo será el gobierno que encauce el espíritu del pueblo suriano al salto cuántico hacia un auténtico desarrollo. ¿Podrá entender eso Añorve? ¿Será capaz de transformarse en una fuerza positiva de construcción? Ojalá. Al menos a los acapulqueños nos debe mucho. Es tiempo de que use todas sus fortalezas para cumplir esos compromisos. Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com

viernes, 4 de febrero de 2011

"Maestro"


Yo, ciudadano
“Maestro”
Gustavo Martínez Castellanos
Sin contradecir a Jorge Falcón, quien dijo en su último texto que la derrota es huérfana y la victoria tiene muchos padres, creo que en el caso del triunfo de Aguirre, la victoria además es vanidosa y ciega. Todos los que criticaron a Aguirre, hoy lo alaban, lo llaman Jefazo, en un afán de ser escuchados. Pero también de remarcar sólo la índole de la derrota y de la victoria. No la de la enseñanza.
El triunfo de Aguirre, antes que un triunfo político es un triunfo social. Histórico. Cifras aparte, vemos que en él se volcó una sociedad más informada, más participativa. Más convencida de que tiene el poder a través del voto y de que puede hacer uso de él cuando se requiera. En el caso de Guerrero, creo que el voto al fin expresó su naturaleza casi mítica: summa de poder, signo de expresión. Tótem. En Guerrero, la última expresión del voto le había dado el poder al partido al que ahora se lo quitaba. En ambos extremos del ejercicio de votar –sufragante y candidato- aún centellea la sorpresa del aprendiz de brujo que por fin ha conseguido demostrar que el objeto que tiene en sus manos posee poder. Y que puede darlo y quitarlo. Por sí mismo, fuera de las proclamas incendiarias de los partidos, de las promesas hiperbólicas, de la mercadotecnia y de la chapuza verbal. El triunfo de Aguirre fue ese instante luminoso, diluido en el colectivo social: un milagro que la multitud no ha podido observar debido a su naturaleza ingente.
Derivado de ello, es un triunfo histórico: con ese instante, sin sangre, sin violencia, sin temor ni zozobra, le hemos dado la vuelta a la hoja: fue un instante. Ya se fue. Seguimos aquí. La vida sigue. Las instituciones siguen. Nuestros problemas también y, si repetimos aquel instante, también ellos se irán. Sí podemos. Su naturaleza es ingente porque está armada de pluralidades. De -nuevamente- la summa de voluntades. De la Voluntad, única e irrepetible que nuestros códigos llaman soberanía. En ella, los colores, los proyectos, los sueños se mezclan. Se con-funden; dejan de ser ellos mismos para ser algo más: un todo. Nuestro ser cultural. Ahí estamos. En ese instante fuimos. Somos.
La historia de ese instante histórico arranca de una idea de la democracia como igualdad en la pluralidad. Nadie es la democracia. Ningún partido. Nadie puede –ni debe- decirse La democracia soy yo, tiene este colores, este escudo. El 30 de enero, por primera vez en Guerrero, la democracia fue. Estuvo. Llegó invitada por un expriísta que aceptó comandar una coalición a la que invitó a todos los partidos. Que habló con todos los ciudadanos que pudo. Que recorrió a pie, sin perder el contacto con su gente –y con la tierra que pisaba- todo el territorio. La pluralidad le respondió. Seguirá respondiéndole si él no la ignora. Si no la niega. Porque Aguirre empezó a armar esa idea de democracia –insisto- desde 1993 en que fue nombrado Secretario General de su partido y empezó a perfilar, a armar, a construir esta campaña, con otros colores y con otros actores; pero ésta al fin. Esos 18 años –más los que lo vieron dar clases de Historia en una secundaria del D. F.- también armaron al Aguirre que conocimos en ese instante. Su inteligencia, su claridad de miras, su tenacidad. Su audacia. Su tolerancia. Su maestría en materia de política. Su sabiduría. Lo hicimos gobernador con un instante luminoso a través de ese objeto mágico que es el voto. No creo que vaya a olvidar ese instante. El poder de ese objeto. No creo que quiera.
Aguirre ha dado una cátedra de política a México. Espero que la sepa aquilatar. Nadie perdió. Todos ganamos y no dejaremos de ganar si no olvidamos esa cátedra.
Antes que “Jefazo” Aguirre es “Maestro”. A ver si el alumno aprende esta vez.
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