viernes, 29 de abril de 2011

Vulnerar, la tendencia II


Yo, ciudadano
Vulnerar, la tendencia II
Gustavo Martínez Castellanos

La entrega anterior que versó sobre la mezquina actitud de los secretarios de Salud y de Desarrollo Social generó muchos y variados comentarios; los presento en cuatro rubros:
1.- “Yo voté por Ángel Aguirre, no por el PRD”. Me sumé a esta postura de mis lectores aún antes de que Ángel Aguirre decidiera abandonar el PRI y abanderara la coalición PT, PRD y Convergencia. La actitud de los secretarios citados y de sus periódicos olvida flagrantemente a los otros dos partidos. Y que parte importante de los votos que le dieron el triunfo a Aguirre eran de ciudadanos de los demás partidos con registro en Guerrero. Y de ciudadanos sin partido. Cuando el dirigente estatal del PRD dice “Queremos más espacios para el PRD” reedita a Mazón y a Jiménez Rumbo: “Aguirre nos debe lo que es y una gran tajada de puestos de su gobierno”. Se equivocan. Sin Aguirre, Añorve –que perdió por una pequeña diferencia- hoy sería gobernador y, los perredistas, en lugar de exigir espacios airadamente, hoy estarían suplicando por esos espacios o peleándose entre ellos a cambio de algunos. El principal voto hacia Aguirre fue de aguirristas.
2.- “¿Dónde el nepotismo?” La mayor parte de los lectores citados se preguntan ¿cuántos familiares de Ángel Aguirre están en qué puestos estratégicos? Yo hago la misma pregunta. Un tabloide perredista hizo correr la especie de que uno de los hermanos Aguirre Rivero figuraba en un organigrama como Coordinador de Asesores, pero el coordinador de asesores, Porfirio Camarena, desmintió la especie: “Yo estoy en el cargo desde el primero de abril”. A los lectores que aseguraron que había mucho nepotismo en este gobierno ayer mismo les pedí que señalaran casos. No ha habido respuesta; con lo que puedo deducir que no encontraron ningún caso de nepotismo y que sólo hicieron eco del rumor que aquel tabloide perredista hizo correr. Sin embargo, continúo esperando la información.
3.- “¿Por qué no se ponen a trabajar?” Todas las réplicas llevaban esa pregunta. También ésta: ¿Ambos secretarios tienen ya -a un mes de iniciado este gobierno- un análisis de las Secretarías a su cargo? Y esta otra ¿Ya realizaron sus estrategias y planes de trabajo para abatir los rezagos en sus materias? Hubo quien, con una suspicacia sin límites, propuso que se le pidiera al tabloide perredista que se dejara de perversiones y se pusiera a trabajar por el bien de Guerrero en lugar de andar amarrando navajas. Mucha gente ignora lo siguiente: de lo que le den esas secretarías, ese tabloide engordará la hacienda estos cuatro años y medio. Aparte, lo que saque en convenios. ¿No habrá helicópteros esta vez?
4.- “Como prolegómeno, este inicio de gobierno ya se hizo muy largo” (sic) Hubo quienes reprocharon: “¿Cuándo empezará Ángel Aguirre a poner orden?” “Hay muchos funcionarios sin nombramiento, nombramientos sin funcionarios y nombramientos sin firma”. “¿Esto es la nueva izquierda?” Armar un buen gabinete es una tarea que exige confianza en todos los sentidos. La actitud de Mazón y Jiménez contraviene esa tarea. Sin embargo, es de esperarse que ante el reto que les presenten sus áreas terminen sumándose al gobierno al que accedieron a pertenecer. Sería lo mejor para Guerrero.

Me uno a la pena que embarga al Doctor en Derecho, Manuel Añorve Baños, presidente constitucional del municipio de Acapulco.
Apreciable Manuel: en esta hora en que el vacío del padre, del amigo, del maestro, te rodea, pido al Señor fortaleza y pronta resignación para ti y toda tu familia. Te abrazo.
gmc

miércoles, 27 de abril de 2011

Vulnerar, la tendencia


Yo, ciudadano
Vulnerar, la tendencia
Gustavo Martínez Castellanos

Esta semana santa nos adelantó un escenario del próximo gobierno estatal. Las actitudes de los secretarios de Salud, Lázaro Mazón y de Desarrollo Social, Jiménez Rumbo al negarse a ingresar a una dinámica de cohesión dentro del gobierno estatal actual, -que sus personeros han justificado aduciendo que reportan comportamientos partidistas o de lid electoral- dejan entrever una innegable tendencia.
En el caso de Lázaro Mazón -dos veces alcalde de Iguala- es posible observar que cuando formó sus gabinetes nadie decidió por él ni nadie le condicionó nada. Si repartió espacios a su partido fue por inclinación personal. Pero si lo hizo bajo presión del PRD, entonces entendemos con claridad la raíz de su actual postura y la contradicción en la que cae al aceptar un cargo sólo para entregárselo a su partido En esa contradicción va otra impronta: a pesar de que solo es Secretario, Mazón sigue sintiéndose Ejecutivo. En otras palabras, cree que en él debemos empezar a ver a “otro” gobernador sobre el que elegimos en las urnas. O a un “subgobernador” cuya Secretaría es ya un “subgobierno”.
Jiménez Rumbo ha actuado en la misma tesitura: tampoco ha admitido que es parte de un gobierno, que la  Secretaria a su cargo no es “otro” poder. Se puso en pie de lucha después de su correligionario Lázaro y es posible que considere que, como en la tribuna senatorial, sus mociones deben ser tomadas a título de legislación. En ese ejercicio -que le vendría muy bien con buenas propuestas y una actitud en verdad vigilante de la res pública suriana- no ha querido entender que ahora es parte de un equipo cuyo fin es resolver dentro de un ámbito de cohesión los problemas del pueblo al que él mismo se obligó a servir (no a representar) con un gobierno al que accedió a pertenecer no a contradecir, ni a desobedecer, presionar o cuestionar. Mucho menos a verlo como la bancada de oposición a vencer.
Estas actitudes no sólo dan cuenta de la bizarra idea que de sí mismos tienen ambos secretarios sino que reafirman la especie de que están en pie de guerra pues al condicionar su presencia para participar en un gobierno han pretendido fracturarlo ya que iniciaron por intentar acorralarlo a través de ventilar las primicias de sus inconformidades en los medios de comunicación, como siempre lo hace el PRD que ha presentado todas sus batallas primero a través de su prensa, ésa que sólo vela por los intereses del PRD -aún cuando esos intereses lastimen o fracturen la vida institucional del estado y la de los demás ciudadanos- y luego inician las marchas y los plantones.
Esas actitudes suyas, no sólo dejan entrever que desestabilizar a través de la renuencia ya es su tarea; sino que, además, le dan la razón a Zeferino quien, prefirió eludirlos para no lidiar con ellos y sus bizarras estratagemas.
Vulnerada de inicio la cohesión del gobierno con estos casos, es de esperarse que las actitudes de ambos secretarios se vuelvan tendencia –como todo lo que le da resultado al PRD en su afán de acumular más poder- y, en lo sucesivo, la vida institucional del gobierno sufra más acometidas que redunden en la retardación de las acciones administrativas y asistenciales del gobierno, toda vez que ambos perredistas, al aceptar la venia de Aguirre a sus contradictorias condiciones (en lugar de rechazarla y sumarse a la vida institucional gubernativa), ratificaron que consiguieron establecer una pugna de la cual ganaron el primer asalto y a menos de un mes de iniciado este gobierno. ¿Qué más debemos esperar?
Nos leemos en la crónica gustavomcastellano@gmail.com

martes, 26 de abril de 2011

JoChé Agustín: Diario de brigadista III


Yo, ciudadano
JoChé Agustín: Diario de brigadista III
Gustavo Martínez Castellanos

“Recuerdo el chiste que, regocijado, contaba el papá de Lilavati (ministro cubano de Industrias) acerca del socialismo –relata José Agustín-. ¿Qué es el capitalismo? La explotación del hombre por el hombre. ¿Y el socialismo? La explotación del hombre por el caballo. Juar, juar” (43). Víctimas de esa explotación lo fueron también los brigadistas “Me estoy debilitando. Flaco como cerillo apagado, en vías de transformarme en osamenta empellejada” (53), escribe y describe a lo largo de su libro sus experiencias con el hambre; nos recuerda a Hamsun o a Arreola en “Los alimentos terrestres”. Como él, los cubanos pobres comen harina, ajiaco, café y galleticas; mangos moros, sandía, yuca y pepinos. Y cuando se puede “Pollo frito. ¡Cosa más grande! (60)”. A contrapelo, el buró isleño, los “gusanos” y los “burgueses” se alimentan con lo mejor que llega a la ínsula: “bebimos muchos jaiboles y comimos langosta” (37) “¡Ah!, la ciudad-puesto de Die Habana sigue muy agringada” (41). Faltará mucho a esta revolución para llegar a todo el pueblo.
Cuba es un mosaico de contradicciones tanto culturales como económicas y políticas; su geografía es incesantemente trazada por brigadas de todo; las Obreras Alfabetizadoras (BOA) o “Patria o Muerte”, obreros con cuyo apoyo se pretende erradicar el analfabetismo antes de navidad. Las Brigadas Populares formadas por profesionistas que alfabetizan en las zonas urbanas. Las Brigadas Conrado Benítez “puros chavitos que este año no fueron a la escuela para alfabetizar a los campesinos” (69). Contrarrevolucionarios y curas falangista. Radio Swam “estación gringa que trata de sabotear la revolución”, gente que se niega a alfabetizarse (121); “otra invasión peor que la de Bahía de Cochinos (…) al día  siguiente, diez de octubre, aniversario del Grito de Yara (123)” Los BOA que abandonan la cruzada (114). La revolución que no se detiene.
José Agustín conoce a Fidel Castro, al Ché Guevara, a Almeida y a Armando Hart en el bar Antillas del Hotel “Habana libre” ex “Hilton”; conversa con el comandante, éste la agradece que esté ahí alfabetizando. “Yo veía a Fidel y a El Ché verdaderamente inmensos  -escribe en su diario-. Nunca  me imaginé que fueran tan altos” (45). Después de ese encuentro, leerá Los fundamentos del socialismo en Cuba (Blas Roca, 1943) “que no constituía solamente el programa político del partido y una exposición popular de los principios básicos del marxismo-leninismo, sino a la vez un profundo análisis de la historia y la situación socioeconómica y política del país”, según Pablo Guadarrama (Tendencias de la recepción del marxismo en el pensamiento filosófico cubano”). Después, ante los rumores de otra invasión, José Agustín decide que “si la cosa se iba a poner dura más valía que también me enrolara en las milicias y me jugara la vida por esta revolución (123)”.
Él no será un “gusano”.
José Agustín escribirá que más tarde tendrá la encomienda de alentar con sus discursos a los demás alfabetizadores; será “radiado y grabado” (125); dirigirá una obra de teatro de su autoría. Será invitado a un Congreso de Cultura en Santiago; se habrá ganado, después de ocho meses de alfabetizar, sembrar, cosechar, pasar hambres y de agotar la geografía de la isla, un lugar en la revolución cubana. Será el mexicano -el acapulqueño- que se entregó, desde lo que era, a la causa del pueblo cubano. La revolución no sólo se lo agradecerá con status; le dará algo más: transformará su visión del mundo para siempre.
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com

viernes, 8 de abril de 2011

El tianguis


Yo, ciudadano
El tianguis
Gustavo Martínez Castellanos

Una constante en la biografía de Ángel Aguirre es la de enfrentar desastres: Aguas blancas, el figueroísmo, Paulina. Los yerros de Zeferino. Los de Añorve. El Tianguis turístico. En una crisis de guerra de cuatro años que pretende revertirse también con un plan de turismo que busca que México desplace a Italia del quinto lugar de la lista mundial.
Producto de una época en que por nacionalismo usábamos vocablos autóctonos para nombrar lo que fuera, el Tianguis fue para Acapulco su complemento ideal: el mercado internacional de oferta turística, en el destino turístico. Ambos por decreto presidencial.
En treintaiseis años, su formato, su sede (Acapulco, el CIA) y sus objetivos no tuvieron cambios. Tal vez por ello muchos acapulqueños llegaron a pensar que nos pertenecía. Pero no. Es federal y ese nivel de gobierno puede hacer con él lo que quiera. Y parece ser que lo que ahora quiere es darnos una lección. Sólo por poner un ejemplo. El presidente Felipe Calderón reclamó que “La depuración y el fortalecimiento de la Policía Municipal de Acapulco y de la Policía Estatal de Guerrero, que opera en el Puerto, que son no sólo acuerdos del Sistema Nacional de Seguridad Pública, sino obligaciones de la ley (...), no han sido cumplidas por las autoridades.” ¿Para cuántos ejemplos le dan nuestras faltas y reticencias? Calderón citó sólo un acuerdo que no hemos cumplido.
En cambio, la futura itinerancia del Tianguis -muy acorde con su raíz etimológica- pone de relieve nuestra más grande falta: nuestra ausencia de competitividad. Creemos que por ser el nuestro el destino de playa por antonomasia, con ello todo está dicho y todo está dado. Criamos fama y nos echamos a dormir. Así, al considerar la itinerancia una exacción no hemos observado que el gobierno federal intenta sacudirnos para que echemos a andar nuestra capacidad para generar cambios positivos. Altamente productivos. (Por primera vez en nuestra historia ya que todo nos lo ha sido dado o por la naturaleza o por el gobierno o por los empresarios. Salvo los cubetazos no hemos aportado gran cosa al mundo)
Es ésta una buena oportunidad de levantar nuestra ciudad pero no para reclamar al presidente sus decisiones, sino para realizar foros, trazar estrategias, perfilar objetivos y metas que nos permitan no sólo rescatar a Acapulco de las garras del hampa sino también de las de la apatía. Esa en la que lo sumieron sus últimos gobiernos. Basta de graffitis, de urbaneros con chalanes y música estridente. Basta de la chapuza, el cochupo y el abuso contra el turista. Basta de comercio ambulante. De “cuotas” y concesiones en “lo oscurito”, de robarse los accesos a playas, de apropiarse de los recursos para los proyectos productivos y la asistencia a los pobres. Basta de ser lo que somos. Debemos cambiar.
Calderón esperó a que Zeferino se fuera para darle a Acapulco y a Guerrero ese jalón de orejas. Con Aguirre, Calderón sabe que el correctivo no caerá en tierra estéril porque sabe que él es un hombre de grandes retos. Lo demostró en el interinato y este 30 de enero. ¿Están Acapulco y Guerrero a la altura de esos retos? Ya se verá.
El presidente terminó su réplica con esta admonición : Sé que el día que se cumpla con esa tarea, no sólo volverá el Tianguis, volverá algo más importante, que es la seguridad de Acapulco y, con ello, el turismo masivo nacional e internacional.
Sin embargo, todos sabemos que el día en que los acapulqueños tomemos las riendas de nuestro destino Acapulco ya no necesitará el Tianguis ni muchas otras cosas más.
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com.

jueves, 7 de abril de 2011

Forma es fondo


Yo, ciudadano
Forma es fondo
Gustavo Martínez Castellanos

Hay un hecho en el que Zeferino tiene razón: en Guerrero, la izquierda no está preparada para ser gobierno. Su ámbito es la lucha, la confrontación. El pleito sea con quien sea. Aquí y ahora. Apenas lleva siete días este gobierno y esa izquierda exige cambios radicales. Ya ha conseguido uno: ha cambiado de golpe y porrazo de villano: ya no es el PRI, ya no es el figueroísmo, ya no son los caciques; el villano ahora es Zeferino Torreblanca, el hombre al que el PRD y sus tabloides sacaron de la nada para elevarlo a alcalde de Acapulco y después a gobernador del estado. Ante ese nuevo némesis, sus tribus, siempre en pie de guerra, han olvidado la miseria, la desigualdad, el atraso del pueblo que les dio todo en un luminoso acto de entrega y, en lugar de luchar contra todo eso al lado del nuevo gobernador al que pidieron comandara su coalición, ahora intentan acorralarlo para que desde su investidura y con sus facultades arrastre hasta el cadalso a su antihéroe. El dios que, como en el cuento de Francisco Rojas, les salió maula pero al que durante seis años no pudieron –o no quisieron- destruir.
El PRD debe olvidar esta consigna: “Tenemos un gobernador y no dudaremos en usarlo”. También su prensa, que se desbarranca en la semántica para elevar a prioridad gubernamental su pleito con Zeferino. Pero no sólo ellos, también algunos funcionarios del nuevo gobierno, como el ex senador Jiménez Rumbo que se ha sumado a esa consigna. ¿No tiene suficientes problemas que atender como Secretario de Desarrollo Social? ¿No ha entendido que es parte de un gobierno y que está comprometido a trabajar con él? Si lo que desea es gestionar justicia –como tal vez nunca lo hizo para el ciudadano común- debería renunciar a su secretaría y regresar a su curul para exponer libremente su postura.
Como el ciudadano Porfirio Muñoz Ledo, quien revolvió al avispero con su declaración: “Zeferino no debe quedar impune” pero que al hacerlo obvió que es el presidente de la Comisión que elabora la nueva Constitución del Estado de Guerrero, documento en el que posiblemente -la duda cabe-, en algún capítulo –cuando menos- quedará –esperamos- establecido cuáles son los órganos de gobierno que imparten justicia, sus mecanismos de operación y sus procesos.
Desconfiar de ese documento no es una buena señal para la ciudadanía. Desconfiar del gobierno para el que se protestó trabajar como Secretario de Estado no es un acto que denote cordura. Ambas desconfianzas laceran el poder y la soberanía del gobierno, del Congreso y  de la eficacia del procurador de Justicia y de los auditores (Federal y Estatal).
Mañana viernes la gestión de Ángel Aguirre Rivero cumplirá apenas una semana. Su réplica: “Ni revancha ni venganza”, no significa que no habrá justicia, significa que los actores políticos deben mostrar madurez en sus acciones y en sus declaraciones desde la institución que es el gobierno. Significa, al fin, que no deben olvidar que forma es fondo.
De la prensa izquierdista, los ciudadanos esperamos mesura, investigación y análisis. Nadie olvida que sus exabruptos -que nos vendieron a Zeferino como la quintaesencia- nos han costado a los guerrerenses seis años de yerros y desatinos que hoy debemos subsanar.
Zeferino es pasado –por algo los priístas nunca le dieron poder-. Nuestros problemas son presente. Están ahí. Trabajar unidos y en torno al gobierno de Aguirre nos permitirá superarlos. Sería bueno que también la izquierda aprovechara esa oportunidad.
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miércoles, 6 de abril de 2011

Joyce Agustín: Diario de brigadista II

Yo, ciudadano
Joyce Agustín: Diario de brigadista II
Gustavo Martínez Castellanos

Un insistente entrecruzamiento de textualidades traza este libro. Parte de la imagen del artista adolescente que se busca a sí mismo en su golpeada ínsula, hacia la idea de un México que apenas asoma para ser concebible de otra forma.
José Agustín habla por una generación culta, instruida; apunta que es maestro de inglés y se le cree. Habla en francés y nadie lo corrige. Su referentes son universales: tienen un pie en la academia: “Margarita (Dalton) y yo, como buenos farsantes, presumimos que conocíamos al dedillo todo Marx, Lenin, Stalin, Lukács, Gramsci y hasta Hegel el Prieto (51)” y en la crítica especializada: “El suplemento cultural de Novedades (…) ¡ah!, la gran prensa mexicana, (36)”. Y otro en sus nuevas instituciones; entre ellas, los clubes artístico-literarios “Yo llevé (a Margarita) a mi grupo  literario y al taller literario Marrano Cazuela (75)”. Ese mundo del que emerge a su corta edad tiene una idea muy sólida de sí mismo: “Hablé de México, de Brasil, de Estados Unidos, del mundo entero, de principios del socialismo en introducción al materialismo, de religión y del clero. Clero en Dios padre todopoderoso (58)”. Cierta de sus profundos manantiales de cultura y, por ello, susceptible al rechazo, al choteo “Así es esto del poder del Chilam Balam de Chumayel (40)”.
Por ello, resulta creíble que José Agustín se haya casado tan joven para salir de la férula paterna. Además, porque había recursos económicos e institucionales para ello. Había estabilidad. Se podía ser creativo. O rebelde. O ambas cosas. Así, en sus primeros días en Cuba revisa una novela de su autoría mientras escribe un drama y terminará dirigiendo discursos a la multitud debido a su participación en las discusiones sobre el marxismo al paso de la brigada Conrado Benítez que adoctrina al pueblo después de alfabetizarlo: “Juan llegó a pedirme que yo dirigiera el círculo de estudios de economía y política (43)”.  “leí una vez más el discurso de Fidel en la ONU en el que anunció que Cuba erradicaría el analfabetismo en menos de un año. (56)”. Se sabe parte de ese compromiso.
Por ello, trabaja estibando y cosechando, alfabetiza como los demás, pero escribe “Y en la noche (se la pasa) copiando y rescribiendo un poco la historia de Freud que aparece en Autriche, mi librín de cabecera sobre Austria”. “Repasé todo el capítulo sobre el psicoanálisis (61)” o “leyendo un libro de filosofía clásica alemana (64)”.
Su proclividad cultural e intelectual lo pone en el mundo: “Yo andaba alucinando con Rimbaud y, después de que leí algunos poemas, (Margarita) me propuso que nos casáramos para venir a las Cubas. Yo accedí en el acto porque tenía muchas ganas de ver de cerca la revolufia (76)” y se integra -a su manera- en el estamento intelectual de esa parte de la revolución: “Y por último llegamos al maleconcito que no malenkovcito” (124). “Yo me sentía parte del Potiomkin” (128). De revolución a revolución, de cultura a cultura, mezcla la francesa con la rusa y la cubana en su referencia a los calendarios galo, romano y azteca: “No sé si los franceses consideraban aciagos estos últimos cincos días que no merecían estar en los meses normales (83)”.
Su horizonte cultural se expande a cada paso en la isla, la canta y se canta a sí mismo y a una generación de mexicanos jóvenes producto de otra revolución. Su periplo tal vez lo impele a despertar al gigante dormido en la ínsula, o sólo a repasar ese piélago que es él mismo en un universo contrastivo del que saldrá para ser José Agustín. El nuestro.
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com

En efecto: "Guerrero nos une": Saludo el acercamiento que han tenido el Lic. Ángel Aguirre Rivero, gobernador del estado Guerrero, y el  Doctor Manuel Añorve, alcalde de Acapulco, durante una entrevista radiofónica. Ya había perfilado dicho encuentro en mi artículo, "Aguirre - Añorve: destinos", fechado el 12 de febrero: "Barajeados de esta manera, no es difícil arribar a la conclusión de que, nuevamente, y con sus respectivas familias, terminarán pasando la próxima navidad juntos."
Todos los guerrerenses y en especial los acapulqueños esperamos que dicho acercamiento crezca y que sea para bien.
gmc

viernes, 1 de abril de 2011

Primero de abril: la asunción


Yo, ciudadano
Primero de abril: la asunción
Gustavo Martínez Castellanos

Mi enlace lo había adelantado por teléfono: “En el Congreso no va a haber acceso. Al mismo gobernador le han limitado los espacios para sus invitados; no te van a dejar entrar, nos vemos en Palacio”. Pero no hice caso; como siempre. Pero esta vez porque va a estar muy difícil que a mis años vuelva a ver que un gobernador repite en el cargo.
Así que, una vez en Chilpancingo, me dirigí al Congreso. Nunca pude llegar a sus puertas: varias cuadras antes, vallas custodiadas por policías estatales y municipales se lo impedían a todo mundo. Así, es imposible cronicar nada que valga  pena.
Toda el área estaba acordonada. En el aire, un insistente helicóptero daba vueltas sobre el sector. Empero, a pesar de que los uniformados llevaban su armas de cargo y que los radios repetían con delirio claves y órdenes, había en el ambiente una aire de fiesta pueblerina. En la explanada del edificio de gobierno, ondeaba majestuosa la bandera nacional y un grupo ejecutaba salsas y otros ritmos.
Pero el entorno el Congreso estaba más animado: grupos de gente con pancartas y mantas de felicitación al gobernador, bandas que ejecutaban aires regionales. Megáfonos que coreaban consignas de apoyo. Vendedores de tacos, aguas y helados. Un sol que empezaba a disfrutar a plenitud la primavera. Allá, en una esquina, blanco como él solo, de saco y corbata, Ramón Almonte, ejerciendo ya como Secretario de Seguridad Pública. Sentí una simpatía repentina por él al verlo absorto, con el celular pegado a la oreja dando órdenes y recibiendo informes. Lo saludé de pasada y él me extendió su blanquísima mano y me obsequió un abrazo. Lo felicité. Después le hablé al enlace, él ya estaba dentro: “No puedo salir, nos vemos en Palacio”, dijo y colgó. Sin embargo, alcancé a escuchar la voz de Aguirre y calculé que ya había tomado protesta. ¿Y las megapantallas de siempre para estos eventos? No, pos ni que fuera el mundial y jugara el Tri. Continué caminando y llegué hasta el monumento en el que Ruiz Massieu parece mirar reflexivo el tráfico que lo rodea. Daba la impresión de estar pensando en la forma de saltar las vallas. Ni lo intentes. Saludé a algunos amigos y me puse a platicar con Kau. El sol, en su punto. La gente, inamovible. Chilesfrito, en cada esquina y, allá, tras las vallas, el Congreso cerrado a piedra y lodo.
Vamos a comer algo ¿no? Sale. Nos metimos en una fonda de pollo sinaloense. Ahí, con los demás comensales, escuchamos el discurso del ahora gobernador. Era raro verlos reír oyéndolo, como cuando dijo que llevaría “obras a Ometepec, bello nido de infinitas ilusiones” o cuando saludó a su amigo “el gobernador de Oaxaca, Gabino Olea”; relajados todos, con esa brizna de alegría que era imposible esbozar en los mensajes o informes oficiales de los gobernadores anteriores. Cuando Aguirre acabó, Kau y yo nos dirigimos a Palacio y creo que nos cruzamos en el camino con la camioneta del ahora gobernador. Una enorme caravana custodiada por policías fuertemente armados. El sol, canijo, duro. Gozándola. En la explanadota sólo la bandera brindaba sombra (no hay árboles). A los extremos, enormes tiendas con refrescos y comida. En cada azotea, francotiradores. El helicóptero. Marqué el número del enlace pero había apagado su celular. Ya me dejó afuera. Pero yo no era el único, afuera también andaban Pedro Julio Valdés quien caminaba eludiendo a la gente con una prisa sin cotos. Misael Habana, que se quejó con nosotros de la insania de la comunidad cultural. Sebastián de la Rosa, a la sombra de unas escaleras. Félix Salgado y Juan Angulo a merced del sol. Hay democracia. Media hora después, Aguirre subió al estrado, cuando el sol, de plano, ya mordía y, como en las fotos de graduación, detrás de él, se ubicó su gabinete. Tomó el micrófono y amenazó con nombrarnos sus representantes en cada región. Luego ofreció cambiar “La cumplidora” por   la “Guerrero cumple”. Después, como un rockero, subió a tres galileas de Copala a cuyo sabroso decir tuvo que replicar: “La elección ya pasó, debemos mirar hacia adelante”.
El sol, carajo.
Después de otras frases chuscas -relajado y feliz-, abandonó el podio, se metió al edificio central y dejó a todo mundo con las ganas de estrecharle la mano. Quien cubrió esa parte ya tradicional de las asunciones –el besamanos había sido un mes atrás ante Humberto Salgado- fue doña Laura que en un sobrio pero elegante vestido rojo se acercó a las vallas y no sólo extendió su suave mano para que quien deseara saludarla lo hiciera sino que recibió peticiones, santitos y bendiciones. Y firmó autógrafos.
Amaury Pérez empezó a cantar acompañado por su guitarra; luego, sin la guitarra porque el equipo de sonido se averió. Fue cuando se abrió una fisura entre las vallas por la que muchos nos colamos. Me detuve hasta el salón Ignacio M. Altamirano. Después de un abrazo le pregunté a López Rosas por el enlace; me dijo: Se fue hace rato. Y yo allá afuera quemándome. Angulo, Félix y Jiménez Rumbo en gran chorcha. Edecanes en minis blancos (algunas sin zapatos) descansaba en el sillerío vacío del evento de Firma de Convenios. Frente a los baños de hombres, la fuente de bebidas. Personas en saco y corbata por todas partes. Acentos foráneos. Poco pueblo. Periodistas a pasto. Políticos y funcionarios. De pronto, un revuelo: Humberto Salgado sale deprisa del privado en el que presumiblemente ya despacha Aguirre y nadie puede detenerlo: El gobernador quiere que vaya yo, dijo y bajó las escaleras con una agilidad que aniquila sus canas.
Nuevamente la calma. Poco después, el tedio. Me acerqué al privado y pregunté por el gobernador: Está ocupado con unos embajadores, dijo el portero con una circunspección que le impuso una librea instantánea.
Las bellas ingresaron a la fuente de bebidas y salieron poco después. Detrás de ellas, por las escaleras, se deslizaron varios jóvenes con gafetes de prensa. Angulo, Félix y Rumbo también se habían ido ya y la sala adquirió su clima anodino de antesala de oficina pública. Algunas personas se acercaron a la puerta del privado y, después, resignadas, se dirigieron a la escalera. Minutos más tarde, cuando sentí que mi temperatura se había regularizado –y que iniciaba a arderme la piel- también tomé la escalera. En el lobby repasé los bustos de los gobernadores. Vi el de Aguirre: ¿Dónde pondrán el otro?
Afuera, abril brillaba como si nunca hubiera sido. Amaury y su  guitarra muda se habían marchado ya, en el otro tapanco un grupo cubano interpretaba un son montuno. Una hermosa negra, seguramente costachiquense, dejaba que su cuerpo se moviera al ritmo de la pieza en concordancia con sus profundos ríos  anímicos: mayambé. Shangó. En medio de la plaza, una bandera de gente bajo la sombra de la bandera nacional. Hermosa sombra.
Allá, en la calle, los autos, los vendedores, la gente que regresa de la escuela con sus hijos y con el mandado. La vida.
Cambiamos de gobernador en santa paz. La voz de Aguirre, sus chistes, su campechanería (costachiquencería), nos habían dado la certeza de que gobernar no es difícil cuando se hace con experiencia y buena voluntad. Para un pueblo como el nuestro basta y sobra con eso y con saber que allá, en la soledad y el silencio de aquella oficina, trabaja ese hombre que conoce como pocos en Guerrero de política y del oficio único de gobernar.
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