sábado, 29 de octubre de 2011

"Margarita"


Yo ciudadano
 “Margarita”
Gustavo Martínez Castellanos

Jorge Falcón, director de importantes medios en Guerrero, me hizo llegar el anónimo; él es testigo de que se reproduce aquí, íntegro, tal como le llegó: sin dirección electrónica y firmado al final sólo con un escueto: “Sra. Margarita”. Veamos:
“Señor Gustavo Martinez, he leído varios de sus artículos, algunos bastantes buenos, pero otros, en serio, son una ofensa a los lectores por el nivel de enfermedad que trasmiten. Es una lástima que usted, siendo tan talentoso, pierda el tiempo escribiendo obsesivamente contra el tal Jeremías Marquines, al que se nota, usted envidia o odia tanto. Es una lástima que desperdicie el tiempo nuestro enviándonos a nuestros correos esa basura que usted escribe para purgar su complejo de inferioridad. Es lamentable que sus escritos los contamine siempre con señalamientos a esa persona que usted ha hecho tan famosa. En lo particular, siento que usted está muy acomplejado y quiere igualarse a la persona que tanto critica compulsivamente. Creo que debería consultar a un especialista para que le atienda ese problema. Además no debería mentir para justificar sus ataques. En los artículos suyos que he leído usted acusa a este personaje de muchas cosas pero usted no prueba nada, solo lanza anatemas y rencor buscando el desprestigio pero nada más. En el último artículo suyo que llegó a mí correo. Usted hace como que copia unos correos que según usted le llegaron a su bandeja, y en los que se habla mal ese escritor y de su esposa, pero son tan parecidos todos en su redacción que no hay duda de que es un recurso que usted utiliza para seguir difamando a estas personas. Es grave su enfermedad señor Gustavo y sobre todo su complejo de inferioridad. Le escribo porque cuando me llegan sus escritos pienso que voy a disfrutar de un buen texto informativo pero al leerlo sólo encuentro su rencor y su acomplejada visión, qué lástima por usted. Por último, le recuerdo que cuando Aída Espino fue directora de Cultura de Acapulco, usted fue al único que contrataba para dar talleres, decir conferencias, conducir programas, dar mesas redondas, etc. Yo lo recuerdo porque fui a varios de los eventos donde usted era el todólogo. Usted era el único que cobrara en esa nómina y además cobraba bastante por cada participación, ¿o acaso no es cierto? ¿Por qué de eso no comenta en sus escritos cuando acusa a las otras personas? Su obsesión, señor Gustavo, es que los hayan relevado del espacio cultural del ayuntamiento donde usted era el único que quería hacer todo y cobrar por ello, y además es algo que su cerebro no supera. Por último, también le recuerdo que varias madres lo expulsamos a usted y Aida del la biblioteca por su pretensión de querer manosear a las niñas que llegaban a su taller. ¿Por qué de eso no escribe? Y por favor ya deje de enviarme su basura demente. Sra. Margarita”.
Antes que todo: Gracias Jorge por tu envío; honra nuestra amistad. Te abrazo.
En Guerrero todos sabemos que Jeremías ataca de esta forma a burócratas y políticos para obtener de ellos lo que necesita. Sólo hay que leerlo. Como yo nunca he sido burócrata ni político, de mí no obtendrá más que verdades. No puede encajonarme como ellos porque no tiene con qué hacerlo; por eso recurre a su bipolaridad y a los anónimos. En su servicio le responderé marcándole sus errores e invitándolo a que pruebe sus acusaciones.
“Margarita” se deja ver como experta en analizar textos, pero finge que ignora que se recurre a la edición para ahorrar espacio en la reproducción de citas. Primer error.
“Margarita” señala que Aída me encargó cubrir muchos aspectos de su programa cultural pero evita exponer mi solvencia moral y profesional y el hecho de que nunca cobré debido a que Citlali y él dieron un golpe contra la gestión de Aída y ayudaron tres años a Félix Salgado y a Fabiola Vega a desviar el presupuesto de cultura. Nunca me contrataron. Nunca cobré. Lo invito a que pruebe lo contrario. Segundo error.
“Margarita”, reconoce que asistía a mis conferencias. Y con eso creyó que me conoce y que, con ayuda de otros como él, podría disminuirme. Tercer error
“Margarita” dice que con varias madres nos expulsó de la Biblioteca. Pero sus hijas nunca fueron alumnas nuestras. “Margarita” no aparece en el padrón de alumnos de nuestros talleres cuyas copias obran en poder de tres personas; una de ellas, notario. “Margarita” ignora que todos nuestros alumnos se registraron en ese padrón con su puño y letra y que las madres firmaron por sus hijos menores de edad. Cuarto error.
“Margarita” dice que me ha leído; y evita decir que siempre he sostenido que los talleres de Aída salieron de la biblioteca porque el gobierno de Añorve condicionó a su directora, Themis Mendoza, su apoyo a cambio de nuestra salida. Eso dijo la profesora Themis ante el patronato y ante dieciséis testigos más en esa reunión. Quinto error.
“Margarita” es irresponsable: su acusación por agravios involucra a Aída y a Themis porque da a entender que ellas estaban al tanto de lo que ocurría y lo permitían. También cuestiona la honorabilidad de los miembros de los patronatos: de la “Promotoría Cultural Aída Espino” y de la Biblioteca. Y de las madres de todos los alumnos y de los alumnos que recibieron clases gratuitas de nosotros. Son muchos involucrados. Sexto error.
“Margarita” al acusarme se obliga a presentar pruebas y a las madres de las que habla y a sus supuestas hijas agraviadas. No podrá hacerlo: nunca hubo tales agravios. Las personas consignadas en el padrón lo certificarán. Podemos reunirlas cuando “Margarita” guste. Muchos aún estudian con nosotros y han obtenido premios. Séptimo error.
“Margarita” no sabe que no soy dado a envidiar. Pero si lo hiciera, no envidaría a quien se oculta tras un nombre de mujer para mentir y enviar anónimos que intenten sembrar dudas para ensuciar el buen nombre de nadie. Octavo error.
“Margarita” cometió su noveno error con su envío sin dirección electrónica; y el décimo fue no desmentir mis acusaciones contra Citlali y Jeremías. Siguen vigentes. El onceavo fue decir que hago “famoso” al “tal Jeremías” y así demostrar su simpatía por él.
“Margarita” tiene que probar todo lo que dice. Lo espero una semana. Al término, cometerá su doceavo error y ni cuenta se dará de cómo lo cometió. Vale.
A otra cosa.
La Doctora Ángela Manzano (Gela) nos invita al seminario-taller “Semana de Juan Rulfo en Guerrero” que se desarrollará en Chilpancingo del 07 al 11 de noviembre de 2001. Informes: gelamanzano@hotmail.com (anexo póster). * Respondió el licenciado Lechuga a mis requerimientos pero lo hizo tarde y de forma muy escueta. Gracias de cualquier modo. * De quien Culturacapulco no ha recibido ni boletines es del I G C, con lo que reafirma la discriminación que desde antes practicaba con este grupo. * No importa; este jueves Astrid Paola, alumna mía, recibió el 13vo premio “María Luisa Ocampo” (diploma y cheque por $25,000.00). * El Sur, como siempre, torció sus declaraciones en una rara entrevista que le hizo Anarsis Pacheco y que escuchamos en el taller. * Pao no pudo estar en la premiación porque su hijita –una niña de tres años que no halló a quien encargar en Acapulco- se enfermó unas horas antes del evento. Reveses de ser madre soltera en México. * De cualquier forma: Felicidades Pao. Gracias por traer otro premio a Culturacapulco. * Rara transmisión por cable la del “Acuerdo para la paz y la convivencia”: no tenía audio; así no pudimos escuchar a Javier Morlet, ni saber por qué el gobernador lucía tan tenso. Lástima.
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com

miércoles, 26 de octubre de 2011

Guerrero, 162 años: el sueño


Yo, ciudadano
Guerrero, 162 años: el sueño
Gustavo Martínez Castellanos

Guerrero fue un sueño. Un sueño ecuménico que buscaba abrazar al mundo.
Cuando América en continente se atravesó en los proyectos de Colón, Guerrero fue la puerta que drenó ese anhelo. Ahíto, el conquistador, como un roedor desesperado buscaba la salida hacia la especiería. Cada cordillera, cada desierto, cada selva, cada mito o leyenda local le cerraban el paso. El Pacífico, que viera por primera vez Magallanes, fue su última frontera: la puerta hacia el otro rostro del planeta se negaba a abrirse.
Ese rostro de ojos rasgados que habitaba un idioma y ciudades extraños, fue un segundo sueño. Aquel roedor impaciente, en su ansia por salir de aquí, por llegar a allá, por salir de allá y por llegar aquí, alentó en sus afanes los vientos dominantes que hincharan sus velas y accionaran las corrientes marinas. Así inició ése otro “descubrimiento”. Si el de América había sido en pos de una tierra –y, como toda tierra, prometida-;  el de Asia era, una vez en posesión de un continente, la búsqueda de una ruta por mar. Otra conquista. No ya de reinos ni de hombres sino de corrientes y caminos oceánicos. Las naves que a la orden de Carlos V construyera Cortés en Acapulco, le comprobarían que en la guerra todo se vale. Y le dirían también que todo inicio tiene un final: si en Veracruz quemó las que lo trajeron para evitar la huída de sus hombres y obligarlos a “conquistar reinos y tierras”; en Acapulco, en la playa Tamarindos  -cuyo nombre era “De la desgracia”-, sus enemigos le quemarían las naves que lo habrían llevado a abrazar el mundo entero. A conquistar para su emperador el Oriente –ya que Occidente se había rendido al golpe de su audacia-. Como un primer atisbo de nuestra contradictoria genealogía, la playa que debió haber sido punto de partida sólo pudo serlo de llegada. Y el puerto que debió haber sido de altura, astillero febril e industria náutica, llegó a ser en cambio puerto de arribo y descanso. Detalles de la historia que nos dicen con sus voces seculares quiénes somos por lo que no pudimos ser.
La nave de Urdaneta pudo haberse detenido en cualquier puerto del Pacífico: la Baja California, la Nueva Galicia, el marquesado del valle de Oaxaca, pero prefirió llegar al del virreinato. Al que abría al mar la morada del representante de Felipe II en América. Como una chinampa que llegara por acequias hasta el antiguo palacio de Moctezuma; como en todos los ricos reinos del mundo, el príncipe recibía en su palacio de voz de sus marinos las nuevas de ultramar. Urdaneta, lo sabía. No se había salvado de tantos naufragios para terminar educando en un oscuro monasterio. Y su rey sabía: que el más viejo de sus jóvenes marinos era el poseedor de tal criterio político que bien había podido mandarlo solo si las naves pudieran gobernarse con soplos de imaginación. Al desembarcar de su maltrecha nave, Urdaneta abrió esa puerta que a Cortés y a los conquistadores de tierra adentro les fue negada. Alguna voz mágica e indígena le habrá sentenciado: esta puerta no te está dado abrirla. Y así cerró ese capítulo la Historia. Al abrirla, Urdaneta abrió mucho más: la ruta con Oriente, su comercio y un nuevo puerto de altura. El mundo estaba completo. Lo demás, es historia bien sabida. El sueño de Colón, el de Cortés, el de Carlos V y el de su hijo se habían concretado. Pero también un sueño universal: roto el último sello se abría el mundo. Plus Ultra. Aquí, en Acapulco, en Guerrero. Puerta de sueños de sueños.
 Guerrero fue el sueño de un joven guerrero. Extraño apellido para un mulato americano que resume la resistencia indígena, la rebeldía de Yanga, la tozudez española. Summa racial de un nuevo universo, Guerrero nació y creció tierra adentro. En el perfil que la historia le ha armado, su pasado es nimio. Leyendas lo imponen al mando de una recua camino a Acapulco; lo adivinan junto a otros arrieros entre los claroscuros de conjuras libertarias en Dos Arroyos y Tepecoacuilco. Lo “ubican” en su valle en un abrazo con otro arriero y mulato: Morelos. Ahí su nombre ya adquiere resonancias históricas porque cierra un círculo, otro, social: si a la caída de los príncipes aztecas correspondió el ascenso de los reyes católicos; al descenso de éstos debió haber correspondido el ascenso de los mestizos, no de los criollos. Juegos caprichosos de la historia. Frutos de una factoría racial más que ideológica; los mulatos Morelos y Guerrero se sacudían el triple hierro de la discriminación en la piel y en la sangre: el negro, el indio, el lejano criollo. El oficio y los caminos los igualaban, pero la conciencia de que la pesada pirámide social los aplastaba, los hacía hermanos. Y, aunque los distanciara la cátedra y la tecnología -el seminario, el libro-; los volvía a unir su lectura del mundo: para Morelos, una prueba divina que, como un Macabeo, debía enfrentar. Para Guerrero, una prueba terrenal al alcance de la mano: la oportunidad de ascender en la escalada social. La ausencia de una historia de las ideas de Vicente Guerrero nos priva de verlo perfilar ese salto, pero nos entrega un mapa de su audacia: ser alguien por sí mismo en un mundo de blancos. Visto así, con Guerrero la guerra no fue sólo un proceso vindicatorio, sino una oportunidad de desdeñar a la historia como proceso. Además nos muestra un rostro hasta ahora poco estudiado del universo social novohispano: la verdadera distancia entre las castas. Sobre todo porque es sabido que el padre de Guerrero era empleado de la corona. Esa relevancia nos señala un indicio democrático entre vecinos. Y, entre países, un avance de tolerancia racial: Estados Unidos tiene un presidente afroamericano hasta ahora, en México lo tuvimos desde inicios del siglo XIX. Tal vez el sueño del joven Guerrero no llegara a tanto. Sino a perpetuarse en esa eterna vorágine de audacias y lealtades erigida en torno a un código eminentemente moral: la lucha por la patria. ¿Cuál? Veinticinco años después, Santa Ana lloraría sobre el mapa que le mostraba la extensión de tierra que había “vendido”. El criollo veracruzano había estudiado en colegios de armas de su época, rodeado de una clase culta y refinada y había entrado también con el ejército trigarante a la capital, pero ignoraba totalmente las dimensiones de su país. O del país que le arrebataron a la corona. ¿Cómo iba a saber Vicente Guerrero por qué país luchaba? La respuesta es luminosa: por el que conocía. La tierra en la que nació, se crió y que trajinó sobre sus pasos: la sierra, el valle, la costa que lo vieron transportar productos suntuarios para los blancos ricos. Esa tierra que abarcara con leguas caminadas y con la inquietud de su corazón, era su patria. Por ello su consigna es universal: la patria siempre es primero. El sueño de Guerrero dio patria a los mexicanos. Pero él ¿merecía una patria? Sí. A pesar de sus errores posteriores. Diez años de lucha contra un reino que alimentaba sus armas y sus soldados con lo que extraía de esa patria, merecían no sólo ese espacio geofísico que sus compañeros de armas erigieron con su nombre, sino un altar que nos recordara siempre todo lo que él significó y sigue alentando: la igualdad, la rectitud, la entrega total a la causa de la libertad. Lo supo Iturbide, por ello no le negó la erección del departamento del sur: justicia política. Pero más tarde, la historia lo arrancaría de ese enclave para llevarlo a un puesto que creía merecer. No soñó volver: volvió y de ahí fue arrancad por aquélla vorágine de audacias y lealtades. Y la traición.
Para el libertador, Guerrero fue un sueño. Para muchos surianos, hoy día, lo sigue siendo. A 162 años de la erección de ese sueño ¿qué de él hemos concretado? Creo que, cuando menos, la idea de que la tarea continúa y que, no abandonarla es nuestro mayor motivo. Terminarla es nuestra herencia. Que sea justa será nuestro mejor legado.
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com;

No confiamos IV


Yo, ciudadano
No confiamos IV
Gustavo Martínez Castellanos

La cultura es un bien común. Si también nos quitan eso, ¿qué nos queda? La pertenencia a un modelo cultural está signada por el contraste. La zona más fuerte de ese juego de luces es la popular. En ella deberían enfatizar su trabajo los gobiernos porque ella representa la fuente de lo auténtico, la mediación entre lo “elevado” que se funda en lo universal y lo folclórico, que se alimenta de lo anacrónico regional. Desafortunadamente, los programas y proyectos de gobierno atienden desde hace mucho sólo esos extremos y, desde hace poco, a ciertas minorías; que considera representativas,  y que el grupo político en ascenso impone porque de ellas alimentan programas suyos que los contrastan de los grupos a los que han desplazado del poder.
En Guerrero, esta postura se refleja en el desprecio que los gobiernos perredistas han demostrado por las figuras de los músicos guerrerenses Margarito Damián Vargas, Antonio I. Delgado y José Agustín Ramírez. Y por los bardos Rubén Mora y Juan García a los que catalogan como representantes de la estética y la visión del ancient regime. Sin embargo, a pesar de los embates de los modernizadores perredistas y de sus enfebrecidos “ideólogos” -o de sus inconmensurables ignorancia y estulticia-, esos artistas guerrerenses, al igual que otros catalogados en el mismo universo, no han desaparecido de la memoria y el gusto de clases medias y bajas. Ni han dejado de ser citados por profesores e investigadores; por comentaristas y amateurs del arte y la cultura. Son parte de lo que somos. Son con nosotros. No nada más han “cantado” a Guerrero, lo han contado y lo han hecho, convirtiéndolo en cada verso, estrofa o lienzo en un acto universal. En arte. ¿Qué nos han aportado los nuevos artistas? ¿Los jóvenes “creadores”? Nada. Hasta ahora, ni el pueblo ni el profesional pueden encontrarse en lo que ellos han hecho porque ahí no hay nada de nosotros. Salvo el dinero de nuestras contribuciones. Visto de esa manera, es seguro que no trascenderán. Ellos también lo saben, por eso se buscan en lo foráneo. Y desprecian lo que somos. No los recursos monetarios de los programas de cultura sino lo que el pueblo –del que salieron- es.
Esto no es chauvinismo. Durante esta semana, han llegado a mi bandeja de entrada más muestras de apoyo a la denuncia que he venido realizando desde 2006*. Para no abundar citaré sólo algunas cuyas reflexiones que me parecen señeras:
“Jeremías reclamó a José Gómez que también denunciara los delitos de Citlali por los que aún no ha sido castigada; y dijo que cómo era posible que insultaran a la esposa de un escritor. ¿Y quién le reprocha a él cuando señala injustamente a otras mujeres?”.
Otro: “Cuando Zeferino vio las intenciones de Jeremías luego luego mandó a la chingada (sic) a Citlali, su mujer, para no tener que lidiar con él. Sólo López Rosas y Félix Salgado lo soportaron, porque el que no conoce a Dios ante cualquier barbón se hinca. Añorve también echó de su gobierno a Jeremías y Citlali. Es curioso que Aguirre los haya aceptado; así se pone al nivel de López Rosas y de Félix Macedonio (sic)”.
Otro: “Jeremías habla mal de José Agustín por el homenaje que le hicieron. Jeremías quiere que Guerrero le haga un homenaje porque siente que él nos ha sacado del atraso”.
Otro: “Bien dicen en Chilpancingo que vienen de fuera para matarse el hambre aquí, y aquí se juntan: Jeremías y Frausto van a terminar de darle en la madre (sic) a Guerrero”.
El reclamo “vienen a matarse el hambre” llegó a mi correo poco después de que Alejandra Frausto fuera designada Directora del IGC. No lo tomé en cuenta porque primero quería ver cómo iba a trabajar. De hecho, sigo sin tomarlo en cuenta porque la Frausto aún puede corregir el error de haber contratado a gente de Jeremías. Hay que esperar.
Pero no tanto, este viernes me habló Aída Espino para preguntarme si iba a ir a la inauguración de la nueva sala de la casa de la Cultura en Acapulco que abría con una exposición de esculturas de Leonora Carrington. Le dije que no sabía nada de eso. Ella se sorprendió: ¿Cómo?, ¿no te ha hablado Cristina Sierra para invitarte? Le dije que esa señora sólo defiende los intereses de Vite, su ex esposa Iris García, y los de Jeremías y su esposa Citlali (puras parejas). Aída se indignó y me dijo que entonces no iría. Le pedí que olvidara el asunto y que fuera: el pleito de Citlali, Jeremías, Cristina Sierra y todos los demás es conmigo porque los he denunciado. Ve y luego me cuentas. Fue. El domingo en el desayuno de Pal Kepenyes me enteré de que al más grande escultor avecindado en Acapulco tampoco lo habían invitado. Bueno, ni al embajador Edmundo Font que es pintor ni a Manú Dornbierer que es narradora y viven en Acapulco. Ni a nadie más que tenga amistad con Aída. “Ya la hiciste Aída –le dije-, Frausto te está haciendo ojitos; chance y al rato te vemos en la campaña de Ebrard”. Entre otras bromas comentamos la pesada ignorancia que Alejandra Frausto acusa de lo que somos. Y el enorme error de haber contratado a Citlali, que aunque salió de su pueblito hace años, aún sigue manejándose con criterios rurales para hacer su chamba en el IGC. Así, ¿cuántos descalabros más le esperan a la Frausto? No lo sé. Para mí, su mayor descalabro no fue no haber invitado a los amigos de Aída a la exposición de la Carrington sino no invitar al pueblo a los eventos culturales pagados con sus impuestos. Reitero: el gobernador está enviando extrañas señales a los guerrerenses a través de su visión de nuestra cultura. Para que no quede duda, le envío esta pregunta que llegó a mi buzón: “¿Cuándo se presentarán artistas guerrerenses en el “Auditorio Sentimientos de la Nación”?, porque con eso de que pura gente de fuera se ha presentado ahí ya debería llamarse “Sentimientos de regresión”. Hay algo peor: lo que representa el edificio; obreros y artesanos guerrerenses lo construyeron y embellecieron pero en él sólo se han presentado artistas de fuera y a él sólo ingresa la elite ¿Y el pueblo?
Es la misma tesitura de la fiesta de la Nao que fue creada, según Fabiola Vega, para “generar empleos y a traer turismo” y hasta ahora no ha cumplido con ninguno de esos objetivos. Menos aún con el de promocionar y alentar nuestra cultura. En esa frecuencia se mueven los encuentros de escritores citados y el staff de Alejandra Frausto: puros cuates.
No podemos confiar en esa idea de nuestra cultura por elitista y torpemente feliz. Lamentamos que este gobierno repita esquemas que ya fracasaron en Acapulco y en el estado. Lamentamos el estancamiento en el que incurre. Lamentamos haber confiado y no poder volver a confiar. Alejandra Frausto aún tiene tiempo para empaparse de lo que somos y de corregir errores. Aún puede limpiar su administración. Está a tiempo.
Buena nueva: Astrid Paola Chavelas –premio estatal José Agustín 2010- me avisó hoy que ganó el premio estatal de cuento Maria Luisa Ocampo 2011. Premio que también reconoce a Culturacapulco que es donde ella y otros escritores se han formado; como Aída, que ganó el Ma. Luisa en 2009. Ahora esperamos que Paola no vuelva ser discriminada por el PECDA cuando a los amigos de Jeremías se lo han dado con suma facilidad.
Felicidades al estado de Guerrero. Honramos la tradición de libertad que nos dejaron Galeana, Bravo, Guerrero, Vázquez, Cabañas. El “poeta” Jeremías, no entiende que sin Guerrero, México aún sería una colonia española. Y no creo que sea por ser tabasqueño.
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com;
* Y también han reiniciado los ataques cibernéticos. Pobre tipo…

jueves, 20 de octubre de 2011

No confiamos III


Yo, ciudadano
No confiamos III
Gustavo Martínez Castellanos

He recibido muchos envíos con referencia a mis últimos artículos. Casi todos ellos, de solidaridad y apoyo a esta denuncia que desenmascara a esa nociva pareja enquistada en el ámbito de la cultura y que gozaba de tal protección por parte de políticos y funcionarios que nadie les ha hecho una auditoría después de tantos desvíos de recursos públicos en su haber.
Sin embargo, una persona de nombre Sara Franco me hizo el envío más raro que he recibido porque, además, intentó educarme: “Jeremías Marquines -dice su envío-, es el único periodista con valor en este estado. Lea sus artículos y luego discúlpese.”
Tal admonición me dejó perplejo. En primer lugar porque le da el título de periodista.
Desde los doce años yo corregía galeras y redactaba. Y más tarde empecé a hacer entrevistas; entre otros actores políticos tengo grabados a Salinas, Zedillo, Humberto Castillo, Demetrio Sodi, Carlos Fuentes, a todos los gobernadores desde Figueroa Alcocer a la fecha y no me digo periodista por respeto al gremio y a la profesión. De hecho, he cubierto todas las fuentes -menos Deportes- y he sido director de información y de redacción en revistas del D. F. y de Acapulco. Seguramente Sara no sabe que el periodismo no es barruntar o extorsionar. No es diatriba para obtener prebendas, como lo hace Jeremías. Aún con eso, le pido respetuosamente que me diga cuántos años ha sido reportero y de qué fuentes para que Jeremías pueda ser reconocido periodista. Tenga cuidado, Sara.
Después de eso, le digo que leí una parte de los artículos que me envió; por respeto y consideración a que se tomó la molestia de hacerme ese envío y los arrestos de imponerme esa infame tarea. Pero aleccionadora, porque gracias a ella pude saber porqué José Gómez dice en uno de sus artículos que Jeremías “tiene la boca tan llena de mierda”. Que es la razón por la cual no pude -ni quise- leer todos los desatinos de Jeremías: son insufribles.
En un artículo anterior dije que el pobre sujeto seguramente sufrió uno de esos terribles traumas infantiles cuyas regresiones lo han de poner al borde de la paranoia; pero después de haber leído sus textos me di cuenta de que el pobre sujeto seguramente tuvo una infancia espantosa. Abominable, como todo lo que refleja en su escribir (con esto confieso que también intenté leer algunos poemas suyos y no pude continuar después del tercero; una fuerza de repulsión me impedía posar la vista sobre tanta inmundicia hedónica y errática carente de todo indicio de inteligencia e ideología. Insisto: ha de tener muy buenos padrinos en CONACULTA). Sin embargo, debo reconocer su creatividad para desdecirse y negarse a sí mismo en su afán por no perder las prebendas que obtiene de los políticos (a los que supera con creces en el lastimoso arte de “caer siempre parado”) y el tremendo valor para escupir hacia arriba en cada texto. Qué coraje el de este sujeto por empuercarse en cada párrafo, en cada palabra.
Sin embargo, lamento de sus textos el desprecio que nos tiene. (seguramente porque no nació aquí, nació en Tabasco). La inabarcable inquina con la que mira a Guerrero y su tremenda insidia por ensuciar lo que somos. De los pocos textos que leí del conjunto que me envió Sara Franco lo que transcribiré ilustra ese odio que le profesa a nuestro estado y a su gente. Sara me los envió con las fechas en las que se pueden encontrar en “El Boletín Plus” blog del periodista Roberto Camps actualmente encargado de prensa del Procurador de Justicia Alberto López Rosas y amigo entrañable de Jeremías Marquines a quien cito:
“Guerrero es un estado pobre y que todo está por hacerse. Por esta razón, más que administradores de la mediocridad, se requieren excelentes gestores de recursos federales…” (220211)
“Pedir que la población se arme, es una declaración de incompetencia y una gigantesca irresponsabilidad tomando en cuenta que la gente de Guerrero es violenta por naturaleza.” (010611)
“El nuevo gobernador de Guerrero también anunció que ya comenzaba, en los siguientes meses, la construcción del metrobús de Acapulco; otro anuncio engaña pendejos”. (280711)
“vencer las malditas inercias de la mediocridad que llenan todos los ámbitos del estado de Guerrero (…) un pueblo como Guerrero sumido en la violencia y la enfermedad del rencor (…) un lugar donde no hay nada, donde nunca ha habido nada”. (110910)
“Ángel Aguirre quiere hacer tarugos a los guerrerenses, como en los viejos tiempos”. (240611). Y éste que es de antología: “Porque en Guerrero todo pasado es oprobioso”
Para el poeta tabasqueño Jeremías Marquines en el estado de Guerrero no hay nada salvo “pobreza” y “mediocridad”. El estado de Guerrero está “sumido en la violencia y la enfermedad del rencor”. Para el periodista Jeremías Marquines los guerrerenses somos “violentos por naturaleza” y “pendejos”.
Yo le pregunto ahora a Sara Franco (que tan vehementemente defiende a este pobre sujeto): Si Guerrero y los guerrerenses somos todo eso para Jeremías Marquines, ¿qué hace aquí? ¿Por qué no toma a su mujer y a sus hijas y se marcha de este estado de “violentos” y “pendejos”? ¿Quién lo llamó? ¿Quién lo detiene? ¿Quién lo necesita?
Porque no sólo es contra Guerrero y su gente su aberrante inquina, es contra todo lo que somos. Lo que para él representamos. “Todo (nuestro) pasado es oprobioso”.
El envío de Sara da cuenta de lo mal que está de sus capacidades mentales ese pobre sujeto y de la pasmosa contradicción que representa: vino a Guerrero, halló hospitalidad, empleo (en El Sur y Novedades), casa, mujer, una hija. Sustento. ¿Y así se expresa de la entidad y de la gente que le ha dado todo? Bueno, es que no hemos visto cómo se expresa de aquéllos que no han querido darle todo. En otro capítulo de este tema (No confiamos) puedo transcribir lo que piensa de muchos actores políticos; en adelanto van éstos: “Aguirre Rivero es parte de la triada de caciques priístas integrada también por los ex gobernadores Rubén Figueroa y René Juárez. Los tres juntos son responsables del atraso y marginación que tiene Guerrero porque fueron pésimos mandatarios”. ¿Otro?: “Jiménez Rumbo, Cuauhtémoc Sandoval y Alberto López Rosas tienen razón en oponerse a la estrategia divisora de Ángel Aguirre. Ellos saben que el cacique es cacique para siempre.” (230810).
Con esa vara mide a todo aquel que no le ha dado un pedazo de poder, dinero o reconocimiento. Bueno, ni el difunto Jorge Salvador Aguilar se salvó de esa flamígera pluma tabasqueña: “Hay gentes como un tal Salvador Aguilar que nada los consuela, lanzan su rancia y aceda perorata seudosociológica para justificar que no es nadie, no es nada, nada dice, nada, absolutamente nada importa.”. (010910).
Y este es el sujeto que mueve a Citlali Guerrero, hoy titular de una Dirección en el Instituto Guerrerense de Cultura, y en cuyas manos Alejandra Frausto ha dejado no sólo recursos monetarios y humanos sino la visión cultural de Guerrero. Por todo eso, no confiamos. Y mientras continúen enquistados ahí nos negaremos a confiar. Sobre todo porque podría darse la ironía de que en este gobierno consolidaran su cacicazgo cultural.
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com;
Este viernes 21 a las 6:30 p. m. en El Partenón Papagayo el Doctor José Luis Morales Alvarado (Master en Salud Pública UAG) presentará el libro SOS Cambio climático en el ser humano, del doctor Andrés Arias Pineda, texto que propone cómo recuperar la salud y mantenerla con estrategias económicas y eficaces.

domingo, 16 de octubre de 2011

No confiamos II


Yo, ciudadano
No confiamos II
Gustavo Martínez Castellanos

Este 15 de octubre cerró el certamen nacional de cuento “Acapulco en su tinta” cuyo premio es de $25.000.00 (veinticinco mil pesos). Lo curioso de este certamen es que el Instituto Guerrerense de Cultura lo emitió de pronto y que al “José Agustín” le haya negado no sólo los cinco mil pesos que está obligado a otorgarle, sino que la directora del IGC le haya negado hasta los derechos de petición y de audiencia a su organizadora. Seguramente porque el “José Agustín” lo organiza Aída Espino con sus recursos, y el “Acapulco en su tinta”, lo organiza Citlali Guerrero con recursos públicos. Eso aumenta nuestra desconfianza, pues no hay en Guerrero nadie que la merezca más que Citlali.
Durante el ayuntamiento de Zeferino, Citlali le firmó de recibidos tres millones cien mil pesos que más tarde denunció como un despojo porque según ella Zeferino nunca los aplicó. Pero después reapareció en la nómina de Zeferino cuando fue gobernador. Y luego en la de López Rosas –a quien su esposo Jeremías “asesora”. Y luego, en la de Félix.
Ahora, está en la de Ángel Aguirre. Con López Rosas Citlali reunió a algunos cultureros locales y los usó para defenestrar a Aída Espino de la Dirección de Cultura. López Rosas le recortó el presupuesto e intentó obligarla a que firmara de recibida una cantidad mayor. Aída se negó. López Rosas la denunció penalmente y la echó del cargo. Cuando Jeremías repite que “López Rosas le quitó el puesto a Aída porque ella ya no era confiable porque había desobedecido las órdenes del alcalde”, por una vez en su vida dice la verdad. Un juez la restituyó en el cargo, pero el teatrero José Dimayuga, quien la había su sustituido,  gastó en dos meses todo el presupuesto para que Aída no tuviera qué ejercer.
Félix Salgado también le negó el presupuesto a Aída; erigió una Dirección de Cultura paralela, puso a Citlali al cargo y ella, en tres años, gastó $20,000.000.00 (veinte millones de pesos). Y, otra vez, juntó a aquellos cultureros y con su ayuda defenestró de nuevo a Aída. Esta vez, pasando sobre la orden del juez. Félix y ella están en desacato.
Por desvío de recursos, malversación de fondos y usurpación de funciones, Citlali Guerrero tiene tres averiguaciones previas que Félix intentó desaparecer pero que sólo consiguió “congelar”. Ahora, con su ex patrón, López Rosas, como fiscal, va a ser muy difícil que esas averiguaciones sean atendidas debidamente. Y se haga justicia.
Desde 1999 Citlali ha desviado recursos y defraudado. Sin embargo, ha encontrado – otra vez- quien confíe en ella: Alejandra Frausto quien ha puesto al Instituto Guerrerense de Cultura a su servicio aún con sus antecedentes penales. Con eso Frausto pone en entredicho el gobierno de Ángel Aguirre. Pero a ella no parece importarle mucho.
Sólo le importan los logros de Citlali. Ésos que, entre otros desatinos, ella misma señaló en La Jornada hace un año: “Los muchachos están cumpliendo, ganan premios, escriben en revistas especializadas. Algunos son un referente de la literatura en Guerrero”.
¿Quiénes son “los muchachos”? Sus amigos. Federico Vite que nació en Hidalgo, vivió en Acapulco y radica en Puebla en donde acaba de ganar un concurso que informó de su residencia. Pero que cuando hay recursos para venir a Acapulco se dice acapulqueño. O guerrerense. Así, hace tres, años fue beneficiario del Foeca, ahora PECDA.
Iris García, es acapulqueña; hizo una maestría en Puebla y mientras vivía allá cobraba el Foeca aquí en Guerrero y una beca del CONACYT –aunque sus estudios hayan sido de teatro. Doble recurso (¿cómo no dudar de su maestro, Jeremías?)
Antonio Salinas, nació y vive en Acapulco. Como Vite, ya roza o ha pasado los 35 años de edad y sigue haciendo el encuentro de jóvenes. Ha obtenido dos veces el PECDA y cuatro veces recursos para su “encuentro” “de alcoholes y desmadre” (sic El Sur)
Los demás (la lista crece cada año) aún sin demostrar los dos años de rigor en el trabajo cultural han ingresado al PECDA y se han beneficiado de muchas otras formas con recursos públicos. Todos ellos -no son menos de veinticinco y no llegan a cincuenta -; son los “muchachos” de Citlali y Jeremías. En atenderlos, pagarles hospedaje, comida y licores los guerrerenses hemos gastado muchos recursos que son para todo el estado. Pero ¿y los demás jóvenes y el resto de los guerrerenses? Ellos no cuentan. No existen.
Por todo ello, no debe sorprendernos que negarle cinco mil pesos al “José Agustín” y erigir el “Acapulco en su tinta”, haya sido una idea de Jeremías que Citlali inoculó en el ánimo de Alejandra Frausto para intentar echar por tierra el trabajo de quince años de Aída pero también para matar una visión de cultura cimentada en el trabajo, la inteligencia y el nombre limpios. Además, para que los “muchachos” de Citlali ganen fácilmente veinticinco mil pesos. Por eso es nacional; así, si no lo gana algún “muchacho de Citlali” en Guerrero lo gana algún “muchacho de Citlali” en el país. Total: muchachos le sobran.
¿Cómo pueden ganar sólo “los muchachos” de Ciltlali? Es sencillo: Citlali recibe y registra todos los trabajos que llegan. Ciltali los remite a los jurados. Citlali está en posición de extraer los trabajos de quienes considera sus enemigos. Citlali con sus contactos en CONACULTA vigila la selección de los jurados y puede llevarles aparte los trabajos de sus muchachos. Citlali sabe cómo hacerlo: lleva once años desviando recursos y defraudando.
Y con su esposo, Jeremías, lleva el mismo tiempo armando esa red de contubernios y lealtades espurias que ahora están usando desde el Instituto Guerrerense de Cultura que Alejandra Frausto puso en sus manos. Y es de dudarse que Alejandra ignore las negras y sucias capacidades que posee Citlali. Y sus tristes logros.
Entre los que hay que contar que Zeferino la haya echado del IGC hace seis años y que el dueño del “Bar del Puerto” la haya echado de esa cantina por escandalizar.
La cultura en Guerrero está en crisis. En once años no se ha alentado la investigación, el análisis, la promoción de lo que somos y de nuestros valores. Del sustento ontológico que nos identifica y mueve. Hay un insulsa y tramposa privilegiación de los jóvenes, sin orden ni concierto, ya que nadie sanciona lo que hacen: véase la convocatoria del certamen “Ignacio Manuel Altamirano” ¿qué gana este gobierno con ofender la memoria de uno de los más grandes hombres que Guerrero ha dado a México y al mundo? Jóvenes.
Muchos surianos que aún a costa de nuestra seguridad y de la de nuestras familias alentamos la candidatura de Ángel Aguirre esperábamos que con él las cosas en Guerrero desempeoraran y después mejoraran. Hoy, al ver a Citlali Guerrero enquistada nuevamente en el gobierno y con más mañas que hace once años, tenemos todo el derecho a sentir que es posible que nos hayamos equivocado. Ángel Aguirre no nos puede culpar por eso.
Sabemos que tiene que atender problemas más profundos e importantes que los que atañen al ámbito cultural, pero Alejandra Frausto en lugar de ayudarle, contrata a personas como Citlali y sus antecedentes penales. ¿Cómo confiar en Frausto? ¿Cómo confiar en este gobierno? Aún así, esperamos que alguien limpie al IGC de corruptos. Aún están a tiempo.
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com;
Nos vemos el viernes 21 a las 18:30 en el Partenón Papagayo.
Lic. Alberto Lechuga, le agradecería que cuando menos me informara si nos va a dar o no la asesoría que nos prometió para elaborar nuestros proyectos PECDA. Gracias.

viernes, 14 de octubre de 2011

No confiamos


Yo, ciudadano
No confiamos
Gustavo Martínez Castellanos

No confiamos. Y no podemos confiar porque hemos sido testigos de sus atropellos. El más grande es el que han perpetrado en contra de Acapulco. Contra su visión de sí mismo, su historia y su futuro. Su identidad. Ellos nos despojaron de eso. Y ahora quieren atentar contra todo el estado.
Llegaron de fuera. No les interesó conocernos. Incluirse. Sólo querían poder. Dinero. Fama. Que lo hayan obtenido en otras latitudes porque en esas latitudes les gusta lo que ellos hacen no tiene nada que ver con nosotros. Llegaron a violentar. Abusaron de nuestra confianza y correspondieron a nuestra hospitalidad con violencia. Con traición. Cinismo.
Sí se volvieron un parteaguas. Hay un antes y un después con referencia a ellos. El antes era el suave devenir de lo que éramos, de la mano de nuestras tradiciones y nuestras costumbres. La forma en la que poco a poco nos descubríamos y nos conectábamos con nosotros mismos. Nos reconocíamos. El después, ha sido un eterno despojo. Una negación de lo que somos. Desprecio.
¿Cómo llegamos a esto? La historia es sencilla: los políticos que necesitan quién les hagan el trabajo sucio, les dieron nuestros espacios. Los pusieron al mando. Los invistieron de autoridad. Y ellos aprovecharon eso y señalaron desde ahí quién sí y quién no podía recibir identidad.
Sus encuentros lo demuestran. Pável nació en 1990 en Acapulco. Aquí vive. Es premio estatal de cuento. Pero nunca ha sido invitado a un encuentro de escritores jóvenes. Ni a uno de escritores del Pacífico. Ni a uno de escritores de Guerrero. Aunque es escritor, para ellos Pável ni es joven, ni es guerrerense ni vive en el Pacífico.
En la misma situación están Ari, Paola, Lisset, Ale, Carlos y muchísimos jóvenes escritores acapulqueños más. Y guerrerenses. Todos esos jóvenes escriben, crean, opinan, pero nunca serán tomados en cuenta por estos personajes que marcaron este después de discriminación y  desprecio. De-precio. Con ellos, la Dirección de Cultura de Acapulco; el Instituto Guerrerense de Cultura y CONACULTA deprecian no sólo a todos estos jóvenes sino a todos los demás escritores acapulqueños y guerrerenses. Pienso en Isabel Valdeolívar, en Graciela Guinto, en Aída Espino que son mujeres escritoras guerrerenses que tienen premios y emiten propuestas. El ayuntamiento de Acapulco, el IGC y CONACULTA las margina. Las desprecia a través de estos dos personajes.
Las menciono a ellas porque no puedo mencionar a decenas, cientos de mujeres más que escriben; y a los cientos de hombres que escriben y que, como todo mexicano, como todo guerrerense, como todo acapulqueño son violentados en sus derechos por esta pareja: el derecho a ser tomados en cuenta, a ser escuchados. A espacios y capacitación. A igualdad y democracia.
Si esta pareja hace todo eso ¿por qué los apoyan los funcionarios y las instituciones en esta infame tarea? Quiero pensar que es porque les solucionan algo. ¿Qué es? ¿El agotador trabajo de coordinar la creatividad y las expresiones culturales del estado? ¿La forma más invisible de desviar recursos?, ¿de robárselos? ¿De obtener reconocimiento? ¿De ganar más dinero? No entiendo qué les resuelven estos personajes. Tal vez, la forma de despreciarnos. O de controlarnos. Mantenernos en la oscuridad. El silencio. La nada.
En mi envío pasado planteé mis dudas sobre la probidad de Jeremías Marquines. No sé qué ocurrió, pero debo agradecerlo: el IGC me escuchó y me envió scánners (muy borrosos) de documentos que según la funcionaria que me los envió dicen que Marquines no está recibiendo recursos por dos proyectos. Le daré el crédito que le corresponde porque sigue recibiendo recursos para sus encuentros.
Y sus encuentros marginan. Desprecian.
¿Cómo confiar en él si ha demostrado una y otra vez que no quiere el crecimiento de la cultura en Guerrero y en Acapulco? ¿Cómo confiar en él, si sólo busca el crecimiento de su cuenta bancaria y el del reconocimiento que pueda obtener a través de las instituciones?
Ya lo demostró con tres encuentros a los que sólo invita y da foro a sus amigos. Y con muchas cosas más que citaré en las siguientes entregas.
De momento, dejo esta pregunta para la licenciada Alejandra Frausto: ¿Es esta la idea de cultura que trajo del gobierno de Marcelo Ebrard para Guerrero?
Y al gobernador Ángel Aguirre estas otras: ¿Esta es su idea de democracia? ¿Así concibió en su plan de gobierno el de cultura para Guerrero?
Me niego a creer que ésta sean sus ideas de cultura para un estado con tantas carencias como el nuestro y que hoy, como siempre, requiere de la creatividad y conocimiento de todos los guerrerenses. De sus buenos hijos. De su noble pueblo.
Jeremías es tabasqueño y jamás se ha interesado por conocer Guerrero con intención de amarlo porque cada vez que quiere desde su blog y desde los medios que lo reproducen nos denuesta, nos insulta, nos agrede por nuestros atrasos. Por lo que somos. Lo que significamos. No es una fuerza positiva de cambio, es alguien que posiblemente sufrió algún terrible trauma de niño y sólo lo está reflejando con agresión en ausencia de la atención que le fue negada cuando más la necesitaba. Pero eso, no es culpa nuestra. Y como guerrerenses no tenemos por qué sufrirlo. Por mucho que lo necesiten nuestros políticos.
No es mi interés ni siquiera psicoanalizar al pobre sujeto; mi interés es saber si este gobierno adoptará el modelo discriminatorio y violento de cultura de Jeremías o no.
Aunque las imágenes de los documentos que me enviaron sean un punto menos que imposibles de leer agradezco al Instituto Guerrerense de Cultura que me haya respondido porque con eso demostró que sí puede escuchar y dar atención a todos los ciudadanos; a todos los guerrerenses. Y a Culturacapulco a la que llevaba meses ignorando olímpicamente. Hasta hoy, seguimos sin recibir noticias de sus actividades. O invitaciones.
Aún con eso, ahora le pido a la licenciada Alejandra Frausto y al Gobernador Ángel Aguirre que piensen en las preguntas que planteo en este texto y que si les es posible me respondan. Les agradeceré mucho ese gesto porque con él me devolverían la ciudadanía que me habían quitado con su marginación y también la confianza en las vías adecuadas para exponer nuestras inconformidades. Porque, aunque no confiemos, no hemos podido dejar de apreciar cómo le fue a los maestros en Acapulco el miércoles pasado.
Gracias. Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com;
INVITACIÓN:El próximo viernes 21 de octubre a las 18:30 en “el Polyforum Cultural Partenón” (Papagayo) el doctor Andrés Arias presentará SOS Cambio climático en el ser humano, libro que recoge su experiencia médica de muchos años, presenta un análisis de la incidencia del mundo actual en el organismo humano y expone métodos económicos y eficaces para recuperar la salud y mantenerla; aún contra padecimientos o enfermedades muy complicados o persistentes.
Aviso:
Licenciado Alberto Lechuga continúo esperando que responda a los e-mails que le he enviado solicitándole su apoyo para la elaboración de nuestros proyectos PECDA. Gracias

jueves, 13 de octubre de 2011

Jorge Salvador Aguilar

Yo, ciudadano
Jorge Salvador Aguilar
Gustavo Martínez Castellanos

Lo conocí gracias a que el IGC se negó a presentar su libro La alternancia del gatopardo en Guerrero, razón por la cual tuvo que hacerlo en una pozolería del D. F.
Por aquellos días yo daba talleres de literatura para la Dirección de Cultura de Aída Espino. Como ella no podía pagarme porque Fabiola Vega y Félix Salgado se negaban a firmar mi contrato le pedí un favor a cambio de todos los libros que le había presentado gratuitamente: que organizara la presentación del libro de Jorge. Aída accedió de inmediato porque también había leído la odisea de Jorge en las páginas de El Sur.
El libro solo denunciaba algunas de las trapisondas de los colaboradores del gobierno de Zeferino y de Zeferino mismo. Por eso, no acceder a presentarlo en Guerrero fue una exageración. Y una anticipación: parece ser que en Guerrero siempre vamos a lamentar que los directores del IGC sean personas que no tienen nada que ver con los más profundos niveles de la cultura y que debido a eso no puedan ser capaces de leer un libro como el de Jorge y observar que sólo se trata del punto de vista de un ciudadano. Aunque Jorge no fuera sólo un ciudadano; su izquierdismo auténtico, su militancia sin adjetivos, su postura filosófica y su pluma devastadora lo convertían a ojos de diletantes y neófitos en un basilisco. Por ello si hubiera al frente de nuestro instituto de cultura alguien que tuviera amplitud de miras y conocimiento de nuestra historia y de la historia de nuestra política posiblemente le hubiera abierto las puertas de par en  par a Jorge Salvador y su libro y con ello le hubiera dado un soplo de inteligencia y apertura a cualquier gobierno. El IGC tenía al mando a un burócrata. En cambio, la dirección de cultura de Acapulco, tenía a una artista, una izquierdista culta e inteligente. Tal vez por ello, López Rosas se deshizo de ella de esa indigna forma y más tarde Félix lo imitó pero de peor manera.
Una vez con la venia de Aída contacté a Jorge, le di los datos de la que sería la segunda presentación de su libro y me sentí muy orgulloso de ser parte de ello. Pero terriblemente decepcionado del enanismo mental de nuestros políticos e “intelectuales” que aislaron el evento. Inclusive El Sur, que sólo envió al reportero de la fuente y cuya dirección desdeñó olímpicamente la presentación sólo porque la había organizado Aída Espino y el presentador era yo.
No nos importó. La Casona de Juárez se llenó de pueblo: muchos lectores de Jorge, muchos seguidores de Aída, algunos dirigentes morales de grupos de profesionistas y estudiantes que algunos maestros de la UAG habían enviado para ver de cerca de Jorge, a quien habían leído en El Sur. Y mis alumnos de los talleres de literatura que impartí gratis durante dos años y medio hasta que Félix a través del golpe que dieron Citlali Guerreo y Jeremías Marquines echó a Aída de la Dirección de Cultura y nos fuimos con ella.
Desde el primer correo que me respondió sentí que surgió una línea de simpatía y cordialidad mutua. Nos quitamos el usted que en México no sólo es de respeto sino también de rechazo y empezamos a leernos mutuamente. A veces me señalaba que no fuera tan incisivo con Zeferino y yo le respondía que qué podía hacer si el PRD y El Sur lo habían levantado de su ruta de alcoholismo y derrotas hasta convertirlo en el epítome de las luchas de la izquierda en Guerrero. En una ocasión, para recalcar esa barrera -antes infranqueable, ahora el PRD ya se descaró-, en un artículo hice esta pregunta: ¿Quién se pone con los veteranos de las guerrillas de los setentas? Jorge entendió y no volvió a señalarme mi falta de “garra” cuando escribía sobre Zeferino. En cambio, siempre estuvo de acuerdo conmigo cuando yo decía que el PRD había vendido por un plato de lentejas aquellas luchas, sus muertos, su sangre. La persecusión y cárcel que padecieron aquellos hombres. Y se dolía conmigo. Y yo lo entendía. Yo conocí al marxismo en el CCH Azcapotzalco a cuyas clases casi siempre iba en ayunas (era muy joven, muy pobre y de provincia); lo reafirmé en el Conservatorio a la voz de Teodoro Alemán, mi maestro de Historia de Pedagogía Universal y lo abracé para siempre en Filosofía y Letras en donde además adquirí el estructuralismo. Pero Jorge lo había vivido. Lo había comido, bebido, respirado. Lo rezumaba en sus textos y, en aquella presentación, pude notar que también lo expelía como luz. Cuando escribía dejaba en cada línea de crítica o de denuncia señales de inconformidad apenas contenida. Eso, en ocasiones, me hacía sentir que no lo merecíamos porque no éramos capaces de sentir el enorme desacuerdo que lo movía por el mundo. Una rabia –o algo parecido a ella- que hacía asomar por su hombro el rostro menos agradable de la anarquía. Pero no, que yo sepa nunca anduvo matando canallas con su cañón de futuro. Al contrario, hasta donde pude percatarme, se refugiaba en la investigación. De ese ejercicio y de la fragua de su insatisfacción surgió Maquiavelo, su último libro y al que promocionaba con un gusto y un entusiasmo casi infantil: a la bandeja de entrada de mis tres correos a veces arribaban hasta tres invitaciones a sus presentaciones. Una tras otra. Podía sentir en esa euforia algo más que su triunfo por haber ganado una batalla intelectual, que quienes ya habían leído el libro, le festejaban con igual algarabía. Podía sentir que por fin había hallado su lugar en el mundo. Para ponerlo a prueba y pendiente de su izquierdismo le pregunté en un envío por qué el subtitulo era “La invención del poder” y no de un poder; indefinido que admitía a las otras invenciones del poder, desde las primitivas hasta las de izquierda que, supongo, no tenían nada que ver con esta su obra.
Me respondió –supuse- en la misma tesitura del torbellino en torno a su libro: de prisa; agobiado quizá por las siguientes presentaciones y sus concomitancias, molesto tal vez porque en el ir y venir de nuestra correspondencia para apuntalar mi visión le recordé que El príncipe era un tratado que aconsejaba cómo acceder al poder y no soltarlo. “Ver a Maquiavelo como un consejero de tiranos –respondió- es poco serio”. No había tomado en cuenta mi argumento sobre el segreguecionismo de los liberales clásicos que sólo buscaban para sí democracia e igualdad de derechos olvidando a los proletarios y a los campesinos pobres. Y me despidió con esta oración: “Espero que sigamos con este intercambio”.
Y fue la penúltima vez que recibí un envío suyo. El 26 de septiembre.
El último lo recibí hace unas horas y traía la noticia de su muerte. No podía creerlo.
De hecho, me niego a creerlo. Lo admito: no sé si por el profundo cariño que empecé a tenerle por ser uno de los pocos interlocutores con los que no había dobleces, golpes bajos, mensajes ocultos ni subterfugios. O por lo que siempre representó para mi: un hombre puro de charlas puras. Y las nuestras tan lo eran que hubo un tiempo en que nos dejamos de escribir porque yo no estuve de acuerdo con ese entusiasmo suyo que abrigaba la esperanza de que la izquierda en Guerrero y en México fuera a redimirse alguna vez. “Ya nos acabamos los partidos, Jorge, le dije. Del PRI podíamos esperarlo todo; y ahora la izquierda, mira lo que está haciendo.” Y ya no respondió. Luego me envió un artículo suyo y ya no le hice ningún comentario: nos habíamos peleado. Hoy, con ese correo suyo invitándome a ir a su velación lamento no haberme entusiasmado con él. No haber dejado a un lado la discusión ideológica para dar paso a la amistad. Sobre todo con él, que al menos como lo conocí, era un hombre increíblemente amable. Me consuela pensar que nos tocó vivir un tiempo raro: el neoliberalismo y el PRD a la alza. ¿Qué analista o pensador iba a pensar que éramos una broma en el libreto de las grandes corrientes y las grandes potencias? Jorge luchó por lo que creía. La historia y nuestros políticos hicieron lo demás: el engaño, la ironía. El cinismo.
Me duele su muerte. Me duele la orfandad en la que queda esa parte de la inteligencia en Guerrero que no ceja en señalar los errores del poder. A pesar de los embates del poder. Y de que ahora, la izquierda también detente ese poder.
Me duele saber que ya no está; que no volveré a ver su nombre en mi bandeja de entrada. Sus textos en la pantalla de mi computadora. Su prosa en mi ánimo y sus ideas conversando con las mías a altas horas de la noche, cuando el silencio nos da una tregua y nos permite entablar esas discusiones que reafirman o niegan lo que somos.
Me duele saber que ya no tendré con quien charlar en ese nivel aunque sólo haya sido por vía e-mail. Me duele saber que no podremos vernos cuando viniera a Acapulco. Otra vez. Por segunda ocasión.
Porque sólo esa vez que presenté su libro, aquel 17 de mayo de 2007 lo vi y estuve cerca de él. Y desde que nos pusimos en contacto, nos hicimos amigos.
No sé de qué murió. No sabía nada más de él. Era, por decirlo de una forma fácil para estos tiempos, un amigo cibernético. Como otros con quienes me escribo y que aunque viven lejos y tal vez nunca los conozca en persona no dejan de enriquecer mi alma con sus envíos y mi perspectiva con sus ideas. Sus réplicas.
Sus palabras.
Desde este espacio, le digo no adiós, sino Hasta luego “Que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma. Compañero”.
Descanse en paz.
gmc

martes, 11 de octubre de 2011

IGC: dudas sin respuesta


Yo, ciudadano
IGC: dudas sin respuesta
Gustavo Martínez Castellanos

El miércoles 05 fui otra vez a la Casa de la Cultura de Acapulco a buscar a la directora del IGC. Como el día 08 cerraba el certamen de cuento Maria Luisa Ocampo accedí a llevar los trabajos de mis alumnos que deseaban participar pero que no podían asistir porque viven muy lejos de esa zona. Ese mismo día se impartió ahí mismo el taller de elaboración de proyectos para acceder a los recursos del PECDA (Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico de Guerrero). El expositor fue un funcionario de CONACULTA y el sitio fue la sala Margarito Vargas; un salón de música en el que, apretujados y con calor, más de cuarenta personas tomamos el taller.
Había muchos maestros y jóvenes y aunque el expositor parecía más interesado en los jóvenes, los adultos no dejaron de exponer sus dudas. La más iterativa fue ¿por qué este programa no tiene la promoción adecuada?
Yo sólo pregunté qué sanción merecía el “creador” que recibiera recursos por partida doble de CONACULTA. El expositor me pidió el nombre de ese “creador” pero no se lo di porque antes necesito información detallada para corroborar mis pesquisas,  para ello es que he buscado a la directora del IGC pero es imposible localizarla, casi siempre está en el D. F. Por ello, le dejé un recado con la señorita Fabiola Olguín quien, a su vez, me proporcionó su e-mail. Ese mismo día le envié un mensaje con mis dudas. Tampoco ha respondido.
Es difícil no percibir que en el IGC las cosas se están haciendo de una forma extraña. Sus oficinas llaman la atención desde el espacio con aire acondicionado en donde guardan bicicletas (a un lado de la oficina donde despachaba sus asuntos el padre del ex presidente Carlos Salinas). Por otro lado, su directora nunca está y nunca responde a los recados que se le dejan. En mi caso, aún cuando me conoce desde julio cuando, con el gobernador, me entregó el premio al Bando Alarconiano después de que charlamos y de haber recibido vía e-mail mis datos y el texto ganador. Sabe que soy escritor y que tengo talleres de literatura, sin embargo tampoco nos envía ni convocatorias. No existimos para ella, pues.
Esa falta de información me hizo preguntar en recepción si no generaban aunque fuera boletines; la secretaria me dijo que cada oficina enviaba su propia información, esto me lo corroboró después la señorita Olguín con la noticia de que el IGC no tenía vocero, pero que, a veces, la señora Cristina Sierra subía información a la red. Eso me dejó en claro lo que ocurría en el IGC: esa empleada fue la misma que en el sexenio anterior, mientras yo entrevistaba a otro funcionario sobre la residencia de Federico Vite y de su ahora ex esposa Iris García, se metió en mi entrevista y me amenazó: No se meta con ellos porque son mis amigos, si lo hace lo pasará mal. Parece ser que esa política continúa en el IGC, ya además explica por qué ni la señorita Olguín ni la directora del IGC han respondido a mis mensajes. Aún cuando lo que necesito es poco: quiero saber si un “creador” que este año fue señalado como beneficiario del PECDA accedió a él y hasta qué mes de ministración ha cobrado.
Para mí, como para muchos otros “creadores” que asistimos al taller del PECDA es muy importante saber si ese “creador” está cobrando ese recurso porque ya recibía otro de CONACULTA. Si es así, también quiero saber por qué este gobierno se lo ha permitido.
No es cualquier cosa: ese “creador” –que aparte de todo ni guerrerense es- lleva años succionando desde Acapulco recursos a la federación, al estado y al municipio para llevar a cabo sus delirantes proyectos político culturales que terminan en fracasos: el más largo y sucio ha sido la carrera burocrática de su esposa; los demás, han sido la fallida Fiesta de la Nao, el edificio de cultura de Acapulco y los encuentros de escritores jóvenes, del pacífico y de guerrerenses a los que nomás invita y da foro a los de siempre: sus cuatachos.
La importancia de saber si ese “creador” ha accedido al PECDA tiene una historia y dos relevancias, una de ellas, capital. La historia es sencilla: ese “creador” ingresó en 2010 al Sistema Nacional de Creadores, (vid página de CONCAULTA); y después ingresó al PECDA en Guerrero. Si no rechazó el PECDA entonces automáticamente rechazó pertenecer al Sistema Nacional de Creadores, porque la ley establece que nadie puede recibir dos recursos por efecto de proyectos culturales en el mismo periodo. Pero si está cobrando en ambos lados entonces aparte de corroborar su catadura de defraudador se ha hecho merecedor a las sanciones que marcan las leyes.
La primera relevancia que se deriva de ello es moral: durante los últimos años ese “creador” ha señalado de corrupto a todo aquel que no le da dinero a él o chamba a su mujer a través de una columnilla que los periódicos locales le publicaban porque llegó a Acapulco mareando al que se dejó con un currículo en el que decía que él pertenecía a Inteligencia Militar y que era asesor personal de Manuel López Obrador. Después de algunas demandas perdidas contra él y de muchos descalabros por su manía de insultar a medio mundo, esos diarios lo echaron de sus páginas. Hoy, ha quedado reducido a publicar sólo en blogs –y de sus amigos-; pero aún desde ese rincón de la web, sigue fustigando con leperuno estilo a funcionarios (el gobernador incluido), políticos y escritores (vid el “Pozole Verde” de José Gómez en El Sur), mientras él defrauda a CONACULTA.
La otra relevancia tiene que ver con el silencio de la licenciada Alejandra Frausto; pues si no proporciona información sobre este “creador” ni ninguno de sus empleados lo hace, entonces cabe la posibilidad de que lo esté encubriendo. Quizás para mantenerlo callado. Ya que este “creador” tiene enquistada en el equipo de Alejandra Frausto a Citlali Guerrero, su esposa, quien, en complicidad con otros empleados del IGC seguramente espía cada movimiento de la directora; información que sin lugar a dudas más tarde va a parar a los oídos de ese  “lépero viejo” que es su consorte: Jeremías Marquines.
Hay una razón más para querer saber si la licenciada Frausto está evitándome: el próximo día 15 cierra el certamen “Acapulco en su tinta” en el que también participarán mis alumnos. Con Jeremías Marquines y Citlali Guerrero metidos en el IGC, extrayendo recursos para ellos y sus amigos Iris García, Federico Vite, Antonio Salinas, Carlos Ortiz, Paul Medrano, y el montón de invitados que cada año traen con cargo a nuestros impuestos, es lógico temer que esta pareja mueva sus influencias para que los premios caigan en esos cuatachos suyos a los que han favorecido –y de los que se han servido- desde siempre. No es poca cosa: Citlali y Jeremías han mantenido la lealtad de esa voraz grey con premios, becas y publicaciones. ¿Por qué estos certámenes habrían de ser la excepción?
Ojalá la licenciada Frausto respondiera a mis llamadas y me ofreciera la información que requiero: si Jeremías Marquines aceptó o no el PECDA en Guerrero y si lo aceptó hasta cuándo ha cobrado. Y si no lo aceptó, a quién le fue otorgado ese recurso y por qué.
Si Alejandra Frausto no responde a esas dudas nada nos impide temer que esta insaciable pareja la obliga -bajo amenaza de golpetearla en su columnilla-, a encubrir sus fraudes. Y de esa forma a ensuciar también al gobierno de Ángel Aguirre.
Como hasta ahora no ha atendido a mis peticiones ya sea porque nadie le pasa mis recados o porque no quiere atenderlas, le envío mis inquietudes y mis saludos en ésta.
En espera de sus atentas respuestas.
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com;

domingo, 2 de octubre de 2011

Segundo regreso a clases


Yo ciudadano
Segundo regreso a clases
Gustavo Martínez Castellanos

La noticia de que los profesores paristas regresarán a las aulas este lunes merece algunas observaciones. En primer lugar resalta el hecho de que en cinco años de guerra contra el narcotráfico hasta ahora una parte del profesorado acapulqueño decidiera organizarse para pedir más seguridad. ¿Qué cambió en ese lapso? Pudo haber sido el crimen organizado que, debilitado, abandonó luchas y purgas intestinas (que inclusive limpiaron de malandrines algunos estados) para voltear hacia los maestros. Aunque suena bizarro. Otra observación radicaría en el hecho de que el paro sólo fue de profesores de un sector de Acapulco: el de su periferia; el ámbito geofísico, cultural, económico y social más desatendido por las autoridades del municipio. Otro dato digno de destacarse es el que señala que el paro no fue un acto sino una secuencia de hechos. Un proceso; que, además, inició hace dos meses, pero que sólo creció en los últimos diez días.
Tal vez por eso, y por la cantidad de profesores que se sentían amenazados, sólo se han recopilado datos que ni aún juntos han podido armar una idea real de violencia. Eso podría explicar funcionarios estatales declararon iterativamente que se trataba de un caso de psicosis colectiva. Esperamos que con un estudio de esos casos en la mano.
El hecho de que fue un proceso y de que no hay datos duros de las agresiones pone en un nivel de importancia mayor la pregunta: ¿Qué cambió en cinco años de guerra?
Estas observaciones justifican la praxis del gobernador Ángel Aguirre que esperó a que sus secretarios de Seguridad y Educación resolvieran el problema para acceder a intervenir. Y ya lo hizo: los maestros acordaron el regreso a clases este lunes.
Sin embargo, el periodo de paro dio a los profesores un valor extra: a través de él descubrieron que pueden organizarse por motivos que no sean magisteriales, sindicales o idiosincráticos. Nadie cuestiona su costeñez patentizada en la ostentación de lo que han ganado con su trabajo, en glorificar el jueves pozolero, en acompañarse a cobrar la quincena. En continuar con sus guerras intestinas. Lo que es importante resaltar es que han  descubierto que cuando se deciden a rebasar a sus líderes –y a las autoridades- lo logran. Ahora es de esperarse a que si nuevamente se organizan que sea por motivos menos folclóricos. O más productivos. Como analizar su sociedad, establecer compromisos grupales de cuidado mutuo, intercambiar observaciones y experiencias educativas, razonar su sentido del deber y apreciar el valor ético que representan tanto como profesores como por ser ciudadanos. Aunque creo que todos les agradeceríamos profundamente que se organizaran para trazar estrategias que saquen a Guerrero del atraso educativo en el que se encuentra. Porque si el temor que vivieron no les despertó esa parte inherente a su ser profesional, entonces están en serios problemas. Así, lo peor que podrían hacer sería estacionarse en la banalidad, como ese grupo que actualmente pugna por el rescate de la vida nocturna del puerto argumentando que es para vivificar su economía, cuando por esas vías resulta inconcebible conseguir algo así en un lugar tan complejo como Acapulco.
 Aunque ellos no quieran o no puedan aceptarlo, los profesores son un importante factor de cambio que debe prever desde las aulas todo tipo de contingencias sociales. Que regresen a clases es una buena noticia. Sería mucho mejor si regresan con las estrategias debidas para garantizar que nunca más tengan que volver a hacer un paro para solucionar cualquier problema. 
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com