viernes, 23 de diciembre de 2011

Diciembre: Juan R. Escudero, Cabañas, Lennon…


Yo, ciudadano
Diciembre: Juan R. Escudero, Cabañas, Lennon…
Gustavo Martínez Castellanos

Diciembre los unió, como una advertencia ante los riesgos del olvido. En esa lista que engrosan los lamentables sucesos del 12 de diciembre y la designación que The Times hizo del “manifestante” como “personaje del año” se mueve la rara filiación del abogado acapulqueño Alberto López Rosas, ex procurador de Guerrero, que pugna en solitario por demostrar la inocencia de los policías que estuvieron bajo su órdenes.
La muerte de Escudero, el día 21, cierra este mes. Había nacido en Acapulco en 1890. Su padre, próspero comerciante, lo envió a Estados Unidos a estudiar; pero él se regresó sin previo aviso; cargado de ideas y de ideales, así como de un afán por reformar la realidad de la ciudad en la que había nacido. Una vez aquí organizó a los trabajadores y los opuso a la explotación  que un par de “compañías” ejercía en el entorno, cuando allá, en Estados Unidos, los trabajadores tenían derechos; entre ellos, el de exigirlos. Y a exigirlos se abocó en ese universo local en un tiempo del que aún nadie ha reparado cómo es que pudo haber ganado tres elecciones. Fundó escuelas, impartió justicia, replanteó la economía y el laborismo regionales. El nuevo orden asustó a aquella oligarquía que terminó pagando por su cabeza. Escudero recibió una descarga de fusil el 21 de diciembre de 1923 y luego el tiro de gracia, pero murió muchas horas después. Su única muerte, sin embargo, está signada por el olvido sistemático a su obra y a su ideal humanístico en Acapulco y en ambas costas.
El 2 de diciembre de 1974, el ejército regular “pisaba los talones” a Lucio Cabañas. En aquel paraje serrano llamado el Otatal -dice su leyenda-, él se detuvo, se puso la boca de su fusil en el paladar y disparó: se había jurado a sí mismo que no lo atraparían vivo. Había estudiado en la Escuela Normal de Ayotzinapa. Se afilió al partido comunista. Daba clases en una primaria y luchaba contra la injusticia social en Guerrero. Después de un fallido intento del ejército por matarlo en un mitin, se subió a la sierra. Su movimiento armado (guerra de guerrillas) fue producto de dos fases significativas de la Historia en Guerrero: la más cruda represión gubernamental y el boom turístico; saldo de la huída de capitales estadunidenses de la Cuba de Castro. El humanismo de Cabañas lo volvió legendario.
En New York, el 8 de diciembre de 1980, John Wiston Lennon fue asesinado de un tiro en la cabeza por un fanático que confesó que lo hizo porque lo admiraba. Lennon había emergido como figura  internacional con sus protestas pacíficas –desde una cama- y las letras de sus canciones que empoderaban a la gente y pedían una oportunidad para la paz. Su Merry Christmas, dice: “el año ya pasó ¿qué has hecho por el mundo?”, no “¿qué puedes hacer por tu país?” El humanismo de Lennon era rechazado por Washington. En los 70´s su música se volvió un arma poderosa para una juventud que exigía paz y espacios cansada de ver al mundo manipulado por sanguinarios empresarios armamentistas.
El 12 de diciembre de 2011, dos alumnos de la normal de Ayotzinapa caen abatidos durante una protesta entre el caos urbano que sus compañeros propiciaron. A diez días de los sucesos las autoridades aún no encuentran a los responsables. Esperamos, con López Rosas, que no se equivoquen. En Guerrero estamos cansados de llorar a gente inocente.
También esperamos que el gobierno encuentre ya y regrese con vida a los ecologistas Eva Alarcón y Marcial Bautista, desaparecidos este miércoles 7 de este diciembre.
La Navidad es un respiro. Esperanza. Fe. Te abrazo Acapulco donde quiera que estés.
Nos leemos en la crónica gustavomcastellano@gmail.com

López Rosas: luchas


Yo, ciudadano
López Rosas: luchas
Gustavo Martínez Castellanos

En una conferencia dictada en este puerto, el licenciado Alberto López Rosas, ex Procurador de Justicia del Estado de Guerrero, insistió en la defensa de los policías ministeriales que tuvo a su cargo, hoy detenidos por el caso Ayotzinapa.
El evento ocupó el encabezado de la edición del lunes 19 del  Sol de Acapulco y, la nota, más de la mitad de la página 7-A. En ella, José Francisco Zorrosa reproduce detalladamente la exposición del ex fiscal y menciona los elementos en que éste se apoya para probar la inocencia de sus ex agentes. Al final de la media plana, aún resuena potente su pregunta: ¿Por qué la PGR aún no ha encontrado a los verdaderos culpables?
Para López Rosas limpiar el nombre de sus ex agentes es limpiar su propio nombre. Y el del gobierno de Aguirre. Sin embargo, detrás de esos objetivos puede advertirse una aspiración  mayor: dejar debidamente asentado que ni entre nuestros policías, ni entre sus mandos, ni en este gobierno, se encuentran los asesinos de los estudiantes normalistas: los guerrerenses no matan guerrerenses. La Procuraduría General de la República debe buscar en otro lado y debe buscar bien. No puede permitirse equivocarse en este caso.
Es por ello que, presumo, López Rosas presentó inmediatamente su renuncia y que, después, aceptó sin reparos su cese: para encarar con entera libertad al sistema judicial mexicano. Esa libertad, lo sabe, es imposible dentro del gobierno.
Y para el gobierno; obligado a moverse en la pesada institucionalidad que imponen los márgenes y los tiempos burocráticos y legales. Por ello, es que López Rosas tampoco replica al continuo “desmarcarmiento” que el gobierno hace de sus declaraciones. Ni, a su vez, refuerza el respeto con que el gobierno hace ese “desmarcamiento”, que si bien no reconoce su lucha, tampoco la descalifica. En esa sana distancia entre ambos hay un espacio en el que puede vislumbrase que de una u otra forma siguen trabajando juntos.
Vista así, es posible pensar que, hasta el momento, la lucha de López Rosas haya impedido que sus colaboradores sean injustamente declarados culpables. Y, además, que pueda orillar a la PGR a encontrar a los verdaderos responsables de la tragedia que enlutó Guerrero, a hacer justicia a los normalistas caídos y, con ello, dar consuelo a sus familias.
A partir de eso, y como una concomitancia, de ganarla, su lucha también podría conseguir revertir la mala imagen que este lamentable suceso imprimió a su carrera pública. Y al gobierno de Aguirre. Y, dentro de esos saldos, podría, inclusive, propiciar que, de ser hallados inocentes, sus muchachos puedan regresar pronto con sus familias.
Empero, desde un superior nivel, la lucha de López Rosas es una admonición, la justicia real debe exigirse con inteligencia y dentro de la legalidad: Ius semper loquitur; sí en beneficio y para, pero desde la sociedad.
Quienes me han leído recordarán que he señalado el daño que el gobierno municipal de López Rosas inflingió a la cultura en Acapulco al defenestrar a Aída Espino e imponer a José Dimayuga en su lugar, ya que éste, a su vez, catapultó a la mafiecita cultural que ahora nos agobia desde el IGC en persona de Citlali Guerrero. Con ese mismo afán de señalar la verdad, reconozco la entereza y el intelecto de López Rosas en esta lucha que, de ganarla, le daría a la Justicia en México –y en Guerrero- nuevos horizontes. Pero, sobre todo, daría sosiego a las dolientes familias de los estudiantes caídos y justo descanso a su memoria.
Nos leemos en la crónica gustavomcastellano@gmail.com

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Luto


Yo, ciudadano
Luto
Gustavo Martínez Castellanos

Ningún interés común, ningún llamamiento al orden puede justificar la muerte de seres humanos. Aún cuando toda trasgresión a ese orden o interés adquiera la calidad de ser altamente punible, la muerte siempre será la peor de las salidas, porque sobre cualquier interpretación posible siempre prevalecerá el hecho de que la muerte de ciudadanos a manos de sus policías, aparte del dolor y la ausencia que propician en sus familias, desdice todo indicio de civilidad, de reflexión, de convivencia republicana y permite que se asome, día tras día, el rostro del terrorismo de Estado. Del abuso del poder. De la dictadura. Y ese rostro siempre invitará a la masa a la protesta; a la anarquía.
La muerte de dos estudiantes de la centenaria escuela Normal Rural de Ayotzinapa, presumiblemente a manos de las fuerzas de seguridad, ha enlutado de sobremanera al pueblo suriano. Lo ha enardecido. Lo ha hecho revivir horrores que creía superados porque ha trabajado arduamente para dejarlos atrás. Pero además, ha impuesto un nuevo nivel de entendimiento del gobierno por parte de nuestros funcionarios públicos. Y, en otro orden de ideas, un dejo de ironía al gobierno de Ángel Aguirre.
Aguirre ha sido el único gobernador que ha visitado la Normal de Ayotzinapa. La proveyó de camión y tractores; escuchó de viva voz  a sus alumnos, convivió con ellos. Cada vez que se ha requerido ha enviado a sus colaboradores a atenderlos. Aguirre ha mostrado un especial interés por esa escuela y  tal vez eso haya sido un error, pues entre la tradición de protesta de los “ayotzinapos” –como los conocemos desde hace algunos años-y ese interés del gobierno, podía surgir –y surgió- la oportunidad de que actores adversos al régimen extrapolaran las posturas de gobierno y de estudiantes para confrontarlos. Como ahora. Lamentablemente, a costa de vidas humanas.
Sobre esa ironía puede observarse que en ese afán de confrontar a ambas partes las fechas resultan simbólicas: a tres años de que finalizara su gobierno, Figueroa es obligado a renunciar a su cargo por la muerte de campesinos a manos de una policía estatal y Aguirre lo sustituye. A tres años del final del gobierno de Aguirre, la muerte de dos estudiantes propicia que los grupos políticos pidan su destitución. Y la desaparición de poderes.
Sin embargo, Aguirre no está dispuesto a repetir la historia; a veinticuatro horas del suceso ha cesado al Secretario de Seguridad Pública y al Procurador de Justicia; su gobierno no los conservará; ni los defenderá a ultranza como Figueroa hiciera con sus subalternos; los ha apartado de las investigaciones y los ha devuelto a una ciudadanía común para el libre análisis de sus respectivos errores. Del procurador: no vigilar las estrategias de su policía; declarar que los agentes ministeriales no iban armados; insistir en que ellos no dispararon y no observar que uno de los detenidos haya sido –según declaraciones de ese estudiante- torturado y obligado a disparar un arma AK 47 para que la prueba de radisonato fuera positiva y lo inculpara de la muerte de uno de sus compañeros.
Del Secretario de Seguridad, su ineficaz trabajo de inteligencia, la mala coordinación de las fuerzas de seguridad en el entorno; la ausencia de una estrategia de contención y de persuasión de protestas en conjunción con otros órganos y actores del gobierno. Y -hoy lo sabemos- no evitar la infiltración de actores ajenos al evento de protesta y de negociación.
Hoy, nadie parece recordar que Aguirre había propuesto a otros personajes para estos puestos. De hecho, había propuesto a un militar para la Secretaría de Seguridad, pero el PRD, en un afán que saltó a la vista de forma ineludible, exigió como cuota del partido ésos y otros puestos para miembros destacados de sus filas; aún cuando desde un artículo, Navarrete Gorjón, uno de los más finos y profundos analistas locales, había aplaudido la propuesta de Aguirre de que inclusive el secretario de Seguridad fuera de otra entidad del país, sobre todo para “evitar enlutecer un hogar guerrerense” en caso de que, como ocurría en otros estados, las mafias atentaran contra la vida del procurador o del secretario de Seguridad Pública. El afán de espacios de poder y de influencia en este gobierno por parte del PRD, impidió que la experiencia de Aguirre actuara a favor de su gobierno y, por supuesto, a favor de los guerrerenses todos. Ahí están los resultados.
Hoy, ni los grupos perredistas que ayer catapultaron a estos funcionarios a esos puestos, los apoyan. De hecho, desde hace meses que los habían abandonado a su suerte e, inclusive, en una inusitada muestra de rechazo, la buena prensa perredista había empezado a satanizarlos. Es evidente que sin ese apoyo el trabajo de ambos se dificultara. Pero más evidente resulta el hecho de que esos grupos no tuvieran interés en que Aguirre formara y realizara un buen gobierno. Hoy, fieles a sus prácticas no reconocen su error y, como cuando se equivocaron con Zeferino, tampoco recuerdan que ellos los empujaron a Casa Guerrero. Hace unos meses, insatisfechos con las canonjías recibidas a cambio, los abandonaron como ya es costumbre en el perredismo local.
Y, expusieron al gobierno de Aguirre a este grado de inoperancia en el que ya nos debe, a los guerrerenses, el esclarecimiento total de este fatídico suceso. La identificación y aprehensión inmediata de quienes ajenos o no al suceso accionaron de forma homicida sus armas y le arrebataron la vida a dos jóvenes estudiantes. La devolución de la confianza no en su gobierno sino en el gobierno y en las instituciones. Y el planteamiento inexcusable de una forma eficaz de convivencia no nada más entre ciudadanos, sino entre éstos, el gobierno y sus instituciones. La protesta de los “ayotzinapos” y la muerte de los estudiantes debe enmarcarse en un ámbito más amplio y profundo de visión de la lucha social.
Es inevitable que la herida que hoy se ha abierto en la comunidad estudiantil de Guerrero sangre al más mínimo roce; pero también es un hecho que si Aguirre ya dio el primer paso para no volver a tropezar en este caso debe dar los demás: depurar sus cuerpos policíacos, capacitarlos, hacerlos ingresar en la dinámica social que hoy vive Guerrero aún inserto en sus grandes contrastes: carencias propias de un entorno rural y exigencias de un sentido altamente urbano y tecnologizado (la cantidad de videos que han aparecido ejercen una distancia que podría catalogarse también de irónica con referencia a Aguas Blancas).
Para ello, debe reforzar los elementos de cohesión social que hasta el momento le han dado resultado en la consolidación del abatimiento de los índices de la violencia en Guerrero y en la reactivación de nuestra economía regional; pero, además, debe otorgar atención directa a las familias de las víctimas, exponer propuestas de mejoramiento de las condiciones de la Normal de Ayotzinapa –con la mitad de lo que el Congreso donó al CRIT se hubieran solucionado muchas de sus exigencias- y acabar con la tradición de satanismo que los gobiernos anteriores han cimentado sobre el prestigio de esa escuela normal y a la que ha ayudado sobremanera su aguerrida forma de hacerse escuchar.
Hoy, nuevamente, Guerrero está herido. Lastimado. Sangra y llora por sus hijos. No podemos remediar lo ocurrido. Nos quedan la esperanza y la confianza en nosotros mismos. Debemos trabajar porque el pueblo suriano jamás vuelva a vivir horas amargas como ésta. Y vigilar que los avances que hemos conquistado no nos sean arrebatados por nadie, menos aún por agentes protervos que, incapaces de valorar y respetar la vida humana, hoy han cubierto de luto a Guerrero.  
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Britney Spears en Acapulco


Yo, ciudadano
Britney Spears en Acapulco
Gustavo Martínez Castellanos

La noticia de que la princesa del pop visitará Acapulco –aunque aún no sepamos cuándo- como lo declaró el gobernador Aguirre es una noticia interesante. En primer lugar porque da cuenta de que este gobierno puede traer una figura de la farándula de talla global, de menos de cuarenta años, y cuya fama no se haya gestado antes de 1990. En segundo lugar, porque reafirma la especie de que la agenda local sigue siendo dictada desde el D. F. (donde la diva ya se presentó y festejó su cumpleaños) y en tercer lugar porque es posible que el evento sea promovido como cultural de la misma forma que todos los demás hasta ahora realizados por este gobierno perredista: desde conciertos de rock hasta el “Cruce de culturas” pasando por “Acuérdate de Acapulco”, “El libro y la palabra” y “Acapulco en su tinta” cuyas potentes resonancias dan cuenta de los tremendos avances en materia cultural en Guerrero durante estos primeros ocho meses de gobierno.
Vista así, la presencia de Britney Spears en Acapulco reforzará el afán transculturizador del PRD que no ha cejado en su tarea de intentar borrar los más profundos e importantes estamentos de nuestra identidad suriana para trasplantar, a través de diferentes medios, una visión cultural urbana y centralizada a través de ese potente foco de emisión cultural que es la capital del país. Así, décadas de lucha por la defensa de las expresiones regionales se van al caño gracias al PRD.
En ese devenir han tenido mucho qué ver los medios de comunicación; a mediados del siglo pasado desde los timbres postales hasta el cine –sin obviar la radio- y ahora, la televisión, la internet y los periódicos. Sobre todo, los que han echado raíces aquí pero cuyas direcciones y anhelos no dejan de apuntar hacia el D. F. y su rarísima visión de nosotros: El Sur y La Jornada
Por todo ello, no sorprende que se haya aprobado un presupuesto de ocho millones de pesos para el rarísimo proyecto “cultural” de terminar una catedral en Acapulco. Si en la dinámica cultural local se destinan millones de pesos para encuentros de escritores del Pacífico, de escritores jóvenes y escritores guerrerenses, certámenes de Acapulco en su pinta en los que un grupúsculo maneja el dinero de forma tal que atiende y sirve a gente de fuera discriminando y despreciando a los de casa, ¿por qué no iba a ser posible que se destinaran ocho millones para terminar una iglesia? Si, para culturizar a Acapulco y a Guerrero, se traen bandas de rock extranjeras y del D. F., comediantes Stand up y grafiteros de la capital del país, trovadores cubanos y norteamericanos y octogenarios actores franceses y divas españolas ¿por qué no se iban a autorizar ocho millones para un edificio religioso?
Más aún, si en los cortísimos periodos que han estado fuera del presupuesto esos escritores jóvenesguerrerensesdelpacífico protestaban por falta de recursos y ahora que son burócratas y están enquistados en los presupuestos del IGC están tan calladitos ¿por qué no se habrían de aprobar ocho millones de pesos para un proyecto como el de esa catedral?
Todo está revuelto. Para alabar y limpiarle el rostro al ex director de cultura de Acapulco, José Dimayuga, El Sur publica los panegíricos del empleado de la Universidad Loyola del Pacífico, Xavier Reyes Martínez; pero para protestar por el desvío de los recursos de la cultura local no lo busca ni lo cuestiona. De la misma forma, El Sur no ha buscado la calificadísima opinión al respecto de otras estrellas suyas como Antonio Salinas, Iris García, Federico Vite, Carlos Ortiz, José Dimayuga, Giovani de la Rosa (de reciente adquisición) y Citlali Guerrero, la eterna burócrata. A leguas se ve que El Sur los está protegiendo porque el tema es delicado y pueden, como casi siempre, soltar una que otra estupidez. Y además, porque ahora que también ellos sangran al presupuesto, ni drogados (o ebrios, total: para ellos todo “es de alcohol y desmadre”) se atreverían a cuestionar ni con el pensamiento a sus gravísimos patrones: el politburó perredista y a funcionarios –de cualquier partido- porque éstos podrían preguntarles a su vez: Y tú ¿cuánto has robado?
Tampoco hemos escuchado la opinión de Alejandra Frausto, quien la semana pasada filtró en Proceso que el presupuesto de Cultura asignado es tan bajo que tiene que hacer uso del presupuesto de Turismo. Ahora cuenta con ocho millones menos ¿y no dice ni pío? La merma fue para el pueblo, pero desde el presupuesto de gobierno; sería bueno que el gobernador –o cuando menos su secretario de Finanzas (o su vocero)- también opinara al respecto: ¿dinero público –y de cultura- para terminar una iglesia?
Quienes también están muy calladitos son nuestros diputados federales quienes aprobaron esa aberración pasándose por el arco del triunfo todo republicanismo, laicismo gubernamental y juarismo obligados. ¿De quién  habrá sido la idea de invitar al arzobispo Garfias Merlos a presentar como proyecto cultural la terminación de una iglesia? ¿De Ríos Píter? ¿De su canchanchán, Ilich Lozano? ¿Del entusiasta Fermín? ¿De Claudia, la de ilustres apellidos? ¿Moreno Arcos, Carabias, Salgado, Florentina, Albarrán, Aguirre? Porque no pueden negar que aprobaron esa designación de recurso entre todos. Pero ¿quién le dio entrada? ¿Quién?
Es evidente que de no corregirse este desvío de recursos sentará precedente y de ahora en adelante cualquier congregación –religiosa o no- podrá meter sus proyectos particulares a los presupuestos de cultura y al rato tendremos muchos edificios de particulares o de cofradías pagados cómodamente con nuestros impuestos. Mientras tanto, escritores, artistas e intelectuales locales siguen sumergidos en un silencio cómplice. De esa profundidad es su preocupación por Guerrero.
Concuerdo con el arzobispo Garfias Merlos en que lo “caido caido” y “a rajarse a su tierra”; si al Teletón el Congreso local le regaló 36 millones y a los jovenesguerrerensesdelpacífico les dan lana a cada rato nomás para venir a embriagarse (con cuates y todo) ¿por qué a la Iglesia Católica que ha pugnado por la paz, que ha excomulgado a los narcos y ahora hasta alfabetiza le iban a negar el dinero que necesita para terminar un templo? En lo que no concuerdo es en que, en tanto cultura, la religión (y sus iglesias) quieran ingresar a los presupuestos del rubro porque si así es la cosa, ¿qué vamos a hacer cuando hasta las sinagogas, -pasando por las iglesias protestantes y las mezquitas (que también las ha de haber en Guerrero)- quieran su parte del presupuesto? Esta aberración de nuestros legisladores volvió caja chica de toda obra pía o asistencial al golpeadísimo y raquítico presupuesto de cultura. Y si ya la cosa cultural local estaba mal, ahora quedó peor.
Los diputados que metieron al presupuesto en este embrollo están obligados a remediar esta situación y evitar que vuelva a ocurrir, la cultura en Guerrero necesita lana, no salir trasquilada.
En ese afán, también la Iglesia debe procurar respetar las formas; un templo en obra negra no puede ser un proyecto cultural. La religión y la espiritualidad como expresiones humanas regionales sí son manifestaciones culturales, si el proyecto buscara financiar estudios y análisis de esas expresiones en Guerrero yo lo defendería a capa y espada porque desde hace años he propuesto ese análisis entre otros que dan cuenta de nuestra identidad como guerrerenses. Pero para terminar de construir una catedral, la iglesia ecuménica y milenaria tiene otros eficaces mecanismos. Fidus.
Ante estos y otros desatinos que dejan profundas huellas en esta praxis gubernamental del PRD no nos sorprendería que la visita de Britney fuera preparada como evento cultural; total, si de ese presupuesto se saca hasta para hacer concursos y encuentros literarios amañados ¿por qué no se le habría de pagar la visita a la Britney? (Mejor que el IGC invite a Bob Dylan, quien además tiene una bella canción llamada Goin’ to Acapulco. “And I'm just the same as anyone else”)…
Varia. Ante la demanda de información sobre los puntos de venta de Siete modelos femeninos para William Shakespeare informo: el libro se vende por Internet (http://www.editorialpraxis.com) de dos formas: la clásica, con tarjeta de crédito o débito en mano; o a través del depósito a una de estas cuentas (56511564868 Santander-Serfín; Carlos Adampol Galindo), (2648690995 Bancomer; Carlos Humberto López Barrios) el monto del libro ($100.00 cien pesos) más $30.00 para cubrir el envío a cualquier parte de la república (si se compran $200.00 o más, el envío es gratis); escanear la ficha y enviarla con la dirección y el nombre del comprador a carloslopez@editorialpraxis.com; antes de una semana el (los) libro(s) llegarán a su domicilio.
En Acapulco, sólo puede comprarse en la papelería “Papel Martínez Hnos” sita en Av. Ruiz Cortines No, 19; junto a la Facultad de Turismo.
Y no, no fui a la Feria Internacional del Libro. Gracias por preguntar. 
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com