Espacialidades
Espacios
comunitarios
Gustavo
Martínez Castellanos
Acapulco
es cada día una ciudad insuficiente. Desde hace una década su urbanismo resulta
inoperante para las necesidades y la forma de vida que las nuevas tecnologías
han impuesto.
Los
espacios libres que aún existen en el entorno urbano no cuentan con los
servicios que hay en otras ciudades: limpieza, salubridad, instalaciones
lúdicas (zona de juegos para niños, para adolescentes, para adultos y para
adultos mayores) seguridad, acceso a internet, botones de emergencias y
bebederos para contrarrestar el consumo de bebidas azucaradas.
Salvo
el parque Papagayo –de cuyo muchas sus áreas también carecen de estos
servicios- no hay otro espacio urbano dentro del anfiteatro que reúna los
aspectos inherentes a la convivencia al aire libre con la naturaleza.

Caso
contrario representa el parque Merle Oberón en Costa Azul, pero que, al igual
que los otros dos, padece de falta de espacio.
Un
caso especial representa el corredor –hoy “parque”- Durango de la colonia
Progreso. Ubicado sobre el camellón de la avenida del mismo nombre tiene la
desventaja de ser angosto, de estar dividido en partes –delimitadas por los
cruces de las calles Oaxaca, Bernal Díaz, Niños Héroes y Michoacán- y de estar
completamente cercado por una valla que permite su acceso sólo en determinados
horarios.
El
espacio público por excelencia, el Zócalo, es la suma de los anteriores
ejemplos. Es muy pequeño, no cuenta con ninguno de los servicios más
importantes y en esta administración ha sido reducido a tianguis.
Otrora
el corazón de la ciudad, el zócalo hoy ya no resume tampoco, como otras
ciudades del país –el Distrito Federal, por ejemplo- los poderes gubernamental
y religioso.
El
rezago en la legislación y la vigilancia en la materia que ha padecido
endémicamente nuestra ciudad han propiciado que, al igual que en otros
enclaves, grupos o comunidades se apropien o adueñen de esos espacios.
El
espacio público por excelencia, el Zócalo, es la suma de los anteriores
ejemplos. Es muy pequeño, no cuenta con ninguno de los servicios más
importantes y en esta administración ha sido reducido a tianguis.

El
rezago en la legislación y la vigilancia en la materia que ha padecido
endémicamente nuestra ciudad han propiciado que, al igual que en otros
enclaves, grupos o comunidades se apropien o adueñen de esos espacios […]
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