Yo, ciudadano
Libros II
Gustavo Martínez Castellanos
El libro fue una tecnología que dio
un impulso inusitado a la palabra escrita en su papel de difusora y preservadora
de ideas. Con la invención de la imprenta catapultó a una parte de la humanidad
en un impacto similar al que estamos viviendo con la web. Hoy, es algo más que “esa
reliquia en tiempos de la informática” y aún es objeto de culto que otorga
estatus y poder en determinados grupos: quien no tiene libros publicados, no
existe. No es. A partir de la publicación de la colección de libros del IGC ese
instituto dará ese status sólo a aquellos a quienes envió la convocatoria y
ellos le darán status al IGC porque según Edgar Pérez Pineda -uno de los seleccionados-
“las cosas se están haciendo bien”.
Guerrero padece analfabetismo y pobreza.
En Acapulco, su más rico municipio se lee, en promedio, menos de medio libro por
persona al año. Esta realidad no toca al IGC ni a los “cazadores de libro” porque
sólo lo ven como señal de status y herramienta para acceder a más recursos
públicos: hay quienes con un par de libros y muchos amigos ingresan al Sistema
Nacional de Creadores, viven tres años del erario, y en lugar de hacer avanzar
a cultura estatal la anclan a sus intereses y a los de sus grupos o mafias.
Desviado ya de su papel de difusor y
preservador de ideas, el libro objeto, adquiere poderes mágicos: a través de él
se resuelve todo: analfabetismo, ignorancia, ausencia de estrategias de lectura
de todo un estado y una historia de rezagos sobre rezagos. El libro es el dibididabadabum de la cultura en
Guerrero, como puede verse en las felices conclusiones del seleccionado, Edgar Pérez Pineda, que El Sur publicó en su edición del día 20
julio:
“Este proyecto crea un excelente
momento en la vida literaria del estado, y haríamos mal si lo
desaprovecháramos” replica y conmina a Carlos Ortiz: “todos los autores
elegidos en este programa tendremos que hacer un compromiso de formación de
lectores”. Y alucina: “Señores los invitamos a leer, ¿Qué les vamos a leer?, lo
que se está escribiendo actualmente en el estado”. Mundos fantásticos: una
hipotética masa lectora y sus textos como “la producción literaria de todo un estado”.
Nada mal para alguien que bebe mezcal y siente que “es como lamerle la espalda
al diablo”, como dice un versito suyo.
Más aún, para Pineda nuestras
desventajas son ventajas gracias al poder mágico del libro: “Guerrero es uno de
los estados que está más atrasado y en educación más (sic), pero es nuestra ventaja porque contamos con el campo para
reinventarnos como queramos”.
A pesar de que da clases de
filosofía en la universidad Loyola del Pacífico sus declaraciones denotan que no
se ha percatado de que esa tarea de “reinventarnos”, en México, es propiedad del
Estado y del duopolio televisivo: “Este nuevo programa es imprescindible, que
vino a unir la disciplina (¡!) que aún no contaba con el apoyo suficiente para
tener una presencia en el estado (¿?) y que además es el inicio para mejorar
las condiciones de los escritores del estado”: Circulo perfecto y feliz: Todo
resuelto. El libro.
El libro, por supuesto, es otra
cosa. Que el IGC haya seleccionado a estos autores para publicarlos no es
gratuito. Que el proyecto oculte muchos intereses de largo plazo es evidente.
Si algún día despierta, tal vez hasta Edgar Pineda pueda darse cuenta de eso.
De momento sólo nos queda esperar más desatinos de éste de quien hoy dirige el
IGC.
Gracias al maestro Jaime Salazar
Adame por su invitación al Congreso de Cronistas en Tixtla, la reenvío en PDF para
su difusión. Allá nos vemos.
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com
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