lunes, 30 de enero de 2012

“El gentleman del periodismo y de la literatura en Guerrero”


Yo, ciudadano
“El gentleman del periodismo y de la literatura en Guerrero”
Gustavo Martínez Castellanos

Con este el título llegó a mi bandeja de entrada una de las reacciones a mis últimos envíos. Es un texto de un jovenescritorguerrerensedelpacífico llamado Antonio Salinas. La otra reacción es la réplica que el sacerdote anglicano Daniel Baruc le hace llegar a Salinas con copia para mí. En ella el sacerdote le dice: “con todo el respeto que me mereces, me parece muy desafortunado que me hayas implicado nuevamente en tus pleitos personales con Gustavo Martínez Castellanos”. Por respeto y cariño al sacerdote anglicano (somos amigos) no reproduciré más de su texto.
Otra réplica es de Aída Espino, quien ha decidido demandar a Antonio Salinas porque la involucra en varios supuestos fraudes. Veamos cómo:
En su texto, Salinas dice “Conocí a Gustavo Martínez Castellanos, hace ya algunos años, cuando Aída Espino lo puso como capataz en la Dirección de Cultura (…) Obviamente cobraba, y muy bien, eso es válido (…nosotros) observábamos como se engordaban los bolsillos de este sujeto, que ni tardo ni perezoso aprendió a hacer sus mañas, pues me tocó ver un recibo donde estaban por pagársele $50,000.” (sic)
Si Salinas vio ese “recibo” debe decirnos también dónde lo vio. ¿En las oficinas del Secretario de Finanzas, Ignacio Mariano Alonso, ex rector de la Universidad Loyola del Pacífico? ¿En la de su secretario particular, Edgar Rubio, ex alumno de esa universidad? ¿En la oficina de Fabiola Vega, Secretaria de Desarrollo Social? O ¿en la oficina de Félix Salgado Macedonio, en ese entonces, alcalde de Acapulco? Salinas no dice el lugar, pero dice que vio ese recibo. Y si, como afirma, yo cobré (y “engordé” mis bolsillos) entonces ha de haber, en alguna parte, un respaldo en el que esté impresa mi firma. Sólo hay que pedir a la Auditoría del Estado que nos permita el acceso a esos archivos y corroborar si la firma es mía, si la falsificaron… o si es de alguien más; porque ¿cómo hacía Antonio Salinas para ingresar a las oficinas donde se elaboraban los recibos y cheques que emitió el ayuntamiento? ¿Quién le franqueaba la entrada? ¿Para qué? ¿Habrá sido para que él cobrara el dinero que jamás llegó a mis manos? Además, debe decir cuándo lo vio: ¿cuando Aída era directora de cultura?, ¿cuando lo fue Citlali? (Fabiola y Félix le hicieron una dirección paralela). ¿Cuándo lo fue  José Dimayuga? ¿Con Blanca Reina Aguirre?
Como no me  pagaban -porque siempre denuncié públicamente la corrupción en el gobierno de Félix- y como corrieron a Aída, me fui con ella a seguir dando clases gratis. Después, en la inauguración de la fiesta de la Nao, Félix dijo a La Jornada que yo quería cobrar cien mil pesos. Por fin: ¿cobré o quería cobrar? Añorve acusó recientemente a Félix de haber desfalcado al ayuntamiento y a CAPAMA ¿Qué tantas cosas más no habrá hecho?
Por su parte, Aída me dijo: Se paga a quienes tienen contrato con el ayuntamiento y, en el caso de la Dirección de Cultura, yo, quien era la titular, era la única autorizada para firmar tu contrato. Pero Fabiola Vega nunca quiso validarlo; que este muchacho me mencione y ensucie mi nombre es algo que no voy a permitir. Ahora Salinas tendrá que vérselas con el abogado de Aída. Y tiene que demostrar que cobré.
Otro supuesto fraude en el que Antonio Salinas involucra a Aída Espino deviene de esto: “Recuerdo muy bien que en aquel tiempo don sabiondo me dijo: ―”Toño, intégrate al taller que doy en Sala Hornitos, ya tengo luz verde para que de mi taller salgan los premiados del Concurso Nacional y Estatal de Cuento José Agustín” (además de otras propuestas que me parecieron dignas de un gran tranza –sic-). Y se nota que el gentleman de las letras guerrerenses tenía luz verde, pues échenle un ojo a la página oficial de este concurso (http://premiojoseagustin.org/historia.html) y verán que más de la mitad de los ganadores han asistido a su taller”.
Pero ese señalamiento contra mi persona –pues parece que cuando escribe “sabiondo” (sic) se refiere a mí- no sólo involucra a Aída sino a todos los jurados que ha tenido el Certamen de Cuento “José Agustín”: Alejandro Toledo, Daniel González Dueñas, Odette Alonso, Claudio Isaac, Eduardo Antonio Parra, Ana Clavel, entre otros escritores de prestigio en México, y que, según Antonio Salinas, se han prestado al fraude de otorgar el premio “José Agustín”, cada año, a quien yo decida que se entregue. Lo que es peor: como quien selecciona al jurado y supervisa la transparencia y honorabilidad del concurso es José Agustín mismo; según Antonio Salinas, el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2011, es un escritor corrupto que ha prestado su nombre para que Gustavo Martínez Castellanos premie a quien él decida. No cabe duda: Salinas es peor que un desastre natural.
En lo que a mí respecta, el texto de este jovenescritorguerrerensedelpacífico me resultó altamente divertido. En alguna parte dice “realmente quiero leer lo que escribes” y olvida que antes ha dicho: “No sólo habla de mí, sino también de otros escritores” y así asienta que me ha leído. Lo más divertido, sin embargo, es que cree que me parodia, y en su bisoño intento sólo expone sus lastimosas carencias: faltas de ortografía a granel, sintaxis caótica; anárquico uso de los signos de puntuación (vid supra); pésimo manejo de tiempos, estructura pedestre (se le pierden las personas gramaticales), ausencia total de sentido; en fin, todo eso que hubiera subsanado si no se hubiera salido de mi taller. Pero en las dos sesiones a que asistió lloraba cada que se le mostraban sus errores. Y prefirió a la mafia Citlali-Jeremías-Dimayuga a quienes he señalado no por ser buenos o malos escritores, homosexuales o heterosexuales, sino porque se han prestado a actos de corrupción.
Fuera de todo eso (y sin ironía) me gustaría agradecer a Salinas tres cosas: que haya intentado parodiar mis textos; (me divirtió muchísimo). Haberme dado la oportunidad de corroborar que lo que escribo no es apto para menores de edad mentales. Y, el sobrenombre que me ha puesto: “El gentleman del periodismo y la literatura en Guerrero”. Me gusta. El diccionario de la RAE dice en su única entrada: “(Voz inglesa). m. Caballero inglés de cierto rango social u hombre que se le asemeja en porte, comportamiento y actitud” que aplicados al periodismo y a la literatura en Guerrero, no son poca cosa. Lástima que para ponerme ese apelativo Antonio Salinas haya tenido que involucrar y ensuciar a tanta gente.
Al padre Daniel Baruc, a Aída Espino, a Ignacio Mariano Alonso, a Félix Salgado, a Fabiola Vega, a José Dimayuga, a Blanca Reina; a José Agustín, (recientemente le hizo un reconocimiento en su Encuentro y ahora lo acusa de corrupto). A todos los escritores que José Agustín ha seleccionado para el jurado del certamen que lleva su nombre.
Y a CONACULTA, que con el texto que este jovenescritorguerrerensedelpacífico subió a la web puede comprobar que todos los recursos que le han dado no le han servido para aprender a escribir, ni para aprender a leer. Qué manera más injusta de tirar el dinero de los contribuyentes. Y que manera más cómica de elevar a escritor a un asno.
En realidad, el texto de Salinas es una reacción visceral al hecho de que no obtuvo el PECDAG este año y a que el INBA haya tomado las riendas de su diplomado de Literatura. Lo comprendo, como sus encuentros, era un evento sólo para sus cuates y ahora es para veinte personas más. Pero mi comprensión no lo exonera de su obligación de demostrar que me pagaron. Ni de la denuncia que Aída le está preparando. Eso, sigue vigente…
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com

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