Yo, ciudadano
IGC:
Diferencias 4
Gustavo
Martínez Castellanos
La
creación del IGC dio como resultado la ilusión de que durante 30 años en Guerrero
el estado promovía y alentaba la y nuestra cultura. Pero no hay nada de
eso.
Ahora,
no necesitaremos seis lustros para observar la mentira; hoy, en El Sur, el gobierno de Aguirre da cuenta
del grado de corrupción y cinismo que priva en su Secretaría de Cultura: “Ya
hay una propia y fortalecida literatura guerrerense”, afirma Citlali Guerrero,
Directora de Enseñanza y Patrimonio Cultural. “Actualmente de Guerrero hay diez escritores en el
fondo Editorial Tierra Adentro”, y “junto con el trabajo del Fondo Editorial
del IGC”, se promueve “a los guerrerenses en el país (¡!), y las convocatorias
literarias para estimular a los creadores ‘podemos hablar de una literatura
fuerte’”.
Sería
bueno ver qué entiende este gobierno por Literatura,
por Literatura guerrerense y por Literatura fuerte. Sobre todo si sabemos
que la mayoría de los “escritores” de esa nómina en Tierra Adentro la forman amigos
de Citlali a los que llevó hasta ahí
asaltando los recursos que deberían haber sido para todos los guerrerenses.
Y los certámenes literarios son controlados por su gente, de aquí y de fuera de
Guerrero.
Así,
con golpes mediáticos se encubre la falsa praxis cultural, misma que sirve de
modelo para construir una sociedad y escindirla de la modernidad, atascarla en
la idea de que el gobierno resuelve todo y de que cultura popular es igual a riqueza
cultural; rémora que impide que el tremendo vacío intelectual y cultural muestre
su rostro. En la continuidad del ser cambiante social e histórico guerrerense,
ese vacío es identidad.
Identidad
que explica otros vacíos: los que la ciencia, la tecnología y la filosofía erigen
en nuestro redor. Una psicología que desenmascare esa identidad. La erección de
espacios de análisis y de réplica. Entidades que desde el pensamiento hagan
contrapeso al tremendo poder político que aplasta todo para preservarse –sin
cotos- a sí mismo.
Entre
las tantas lagunas que padece la historia de Guerrero, casi todas anidadas –y
enriquecidas- por el olvido oficial, priva la ausencia de una generación preocupada
por la vida y el sustento del ser guerrerense desde el universo de las ideas y del
conocimiento dentro de la cultura. La identidad, así, más que máscara, es
destino. Oscuro. Maldito.
Con
esa erección, este gobierno expone el paradigma de su ser: la creación del
sentido de progreso y desarrollo -sin ellos-, es gobierno. Así, “Guerrero
cumple”. El asco.
La
paradoja de que la coyuntura universal de una era tecnológica sin precedentes
fuera transformada por este gobierno en herramienta para perpetuarse, a costa
de todos nuestros atrasos y de la insultante miseria que padecen miles de
guerrerenses, recae sobre Aguirre quien plantó –aferrado a ella- la negra
simiente de la degradación.
Y
así será recordado. No otra idea de lo que es surge de su praxis y sus
consonancias.
Ante
ello, y después de años de lucha, la mirada ajena. La otredad. La distancia que
redime y purifica: el tiempo que nos tocó vivir; el enemigo, apéndice del poder.
Que
el testimonio, y haber sido la diferencia nos señalen. Ese será nuestro legado.
Nos leemos en la
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