viernes, 31 de diciembre de 2010

¿Aguirre o Añorve II


PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN EN "EL BOLETÍN PLUS"
Yo ciudadano
¿Aguirre o Añorve? II
Gustavo Martínez Castellanos

Manuel Añorve: el pequeño guerrero
Creo que nadie puede soslayar el enorme esfuerzo que realiza el doctor en Derecho Manuel Añorve Baños para continuar en la lucha por alcanzar la gubernatura de Guerrero. Tampoco su inteligencia, su claridad, su perspectiva política. Su audacia. Sin embargo, tampoco es de soslayarse la motivación que lo anima: el poder por el poder.
Las altas esferas
Desde el inicio de su periplo político, se caracterizó por ser un pequeño guerrero. Según el analista Rodrigo Huerta Pegueros “en su biografía está el haberse desempeñado como jefe policiaco en el estado de México, haber sido secretario particular del líder nacional del PRI, Gustavo Carvajal Moreno, ingresó a la administración pública federal donde se desempeñó como delegado en Guerrero del Banco Nacional de Obras (Banobras). Ocupó varias posiciones dentro del PRI nacional y local. En la administración pública estatal fungió como Secretario de Finanzas del gobierno encabezado por el gobernador Ángel Aguirre Rivero y fue designado por el Congreso del estado como Presidente Municipal sustituto del ex alcalde Juan Salgado Tenorio. Fue diputado federal y aspirante a la gubernatura del estado frente a René Juárez Cisneros. Antes de ser designado candidato a la alcaldía acapulqueña se desempeñaba como jefe de asesores del coordinador de los senadores del PRI en la cámara de senadores, Manlio Fabio Beltrones”. En esta sucinta información hay que añadir que en realidad Añorve fue alcalde de Acapulco tres veces. Primero al sustituir a Juan Salgado Tenorio; después, al regresar de su intentona por representar al PRI en los comicios por la gubernatura en 1999 –perdió ante Juárez Cisneros- y la última vez de 2008 a 2009 cuando dejó a medias y sin agua su “Acapulco de 10”.
El estilo Figueroa
La segunda vez que pidió permiso para ausentarse del cargo edilicio de Acapulco, propició que la clase política local recordara el estilo de Figueroa Figueroa, quien declaró que él no recibiría de manos del interino Israel Nogueda Otero el cargo de gobernador en 1975 y propició su caída a finales de 1974. Añorve, acorde con esa vena priísta, evitó la deshonra de entregarle la alcaldía a Zeferino Torreblanca con quien había tenido un fuerte pleito y pidió permiso para ausentarse dejando esa encomienda a Ana María Castilleja. Siguiendo esa vena personal, sin embargo, en la tercera vez que pedía permiso para ausentarse del cargo, convenció a su suplente Verónica Escobar Romo de no ejercer la suplencia y de dejarle el cargo a su tres veces Secretario de Finanzas, José Luis Ávila. La diputada panista Garzón Bernal calificó de eso como “farsa” y la diputada perredista Guzmán Vizairo reprobó “que  la mujer siga siendo usada, manipulada y utilizada con fines electoreros o dividendos políticos”; o “de un caso más de una Juanita”.
Los padrinos
El dinamismo que derrocha Añorve lo llevó desde cuarto años atrás a regresar a la política local después de un periodo de inactividad. En 2006 es nombrado Asesor de la Junta de Coordinación Política por su presidente, el senador Manlio Fabio Beltrones. Sin embargo, su verdadero ingreso a las grandes ligas se dio en la tortuosa toma de posesión de Felipe Calderón en la que ni los guardias del Estado Mayor pudieron hacer que soltara la silla presidencial. Ese esfuerzo, que medio México atestiguó a través de las cámaras de televisión, anticipó que Añorve estaba dispuesto a hacer de todo para regresar al poder en Guerrero. Y así fue, sólo que esta vez no lo hizo de la mano de su primo Ángel Aguirre, sino de su adversario político, el ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer. Y la amistad de Félix Salgado Macedonio con quien -a pesar de ser Asesor en el Senado- se le veía muy seguido inaugurando parques y juegos infantiles en las colonias populares de Acapulco. Tal vez nadie lo supo, pero desde 2007, Añorve había iniciado su campaña con una anticipación similar con la que Calderón inició la suya.
La otra campaña
La alcaldía de Acapulco fue un escaño, un espacio de reposicionamiento publicitario y una estación de financiamiento. A su salida, el diputado Sebastián de la Rosa, denunciaba en el Congreso que el déficit que Añorve dejaba en la alcaldía de Acapulco era del orden de los 700 millones de pesos. Más tarde el columnista Navarrete Gorjón informaría que la desastrosa gestión de Añorve había propiciado un severo retroceso en el margen crediticio del ayuntamiento porteño. Poco después se supo que CAPAMA, el organismo operador del Agua Potable en Acapulco, también estaba quebrado. Añorve, culpó a todo mundo de esos descalabros, menos a su partido que en medio siglo –incluyendo sus tres gestiones- no había dado mantenimiento a la red hidrológica del puerto. Metido de lleno en su campaña hacia la gubernaturano ha cesado de decir que es chaparrito pero cabrón y que sus adversarios políticos lo critican porque va ganando.
Para todos los gustos
En esa tesitura, se ha hecho acompañar de figurones, figuras y desfiguros tanto de la política como del espectáculo. Así, para demostrar que Beatriz Paredes sí estuvo de acuerdo con su designación como candidato a gobernador la ha traído a que le levante la mano y a hacer campaña. A Beltrones lo ha traído para demostrarle su gratitud y su lealtad. A Peña Nieto lo ha traído para demostrarle lo mismo. Para los caballeros ha traído a Galilea Montijo. Para los guerrerenses de caché ha traído a Joan Sebastián. Para lo guerrerenses de medio pelo ha traído a Erasmo Catarino y para los subnormales ha traído a Jordi Rosado en un afán de que no olvidemos su primer acto de gobierno como alcalde de Acapulco: devolver el importe de los boletos del concierto fallido de Gloria Trevi.
¿Y la política?
Sin embargo, a pesar de todo eso, su campaña no avanza. Seguramente porque su discurso político se divide en prometer cosas que no puede cumplir, atacar a Ángel Aguirre y machacar que desde el inicio estuvo de acuerdo con la construcción de la presa la Parota. Empero, mientras él repite que sacará al PRD del poder porque no cumplió (¡!) Aguirre ya inició a incidir en la política local ejerciendo cambios en y con el Congreso.
Atado a Figueroa Alcocer; anclado por formas de hacer “política” del priísmo a lo burro; estancado en su discurso, Añorve agota la geografía guerrerense en helicóptero o en avioneta en un afán de ser ubicuo, mientras Ángel Aguirre llega minutos después que él al mismo punto en su camioneta, lo deja terminar sus actos y reúne más gente que él.
Darse tiempo para crecer
Es una lástima que todo el talento y dinamismo de un guerrerense como Añorve se diluya en un esfuerzo infructuoso. Es triste observar que su ansia por el poder no sólo lo ha llevado a traicionar a su pueblo sino a sí mismo. Añorve debió ser paciente y esperar su turno, como todos. Domeñándose, por principio, todo mundo vería en él a un auténtico guerrero. Desafortunadamente, no se dio el tiempo suficiente para crecer hasta esas alturas.
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com
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jueves, 30 de diciembre de 2010

¿Aguirre o Añorve?


Yo, ciudadano
¿Aguirre o Añorve?
Gustavo Martínez Castellanos

Aguirre, el político
Termina 2010. En Guerrero, las campañas también se acercan a su fin, la forma en que los candidatos cierren el año decidirá en buena medida su triunfo o su derrota en los comicios del 30 de enero de este 2011 que ya toca a nuestras puertas.
Caballo que alcanza…
Ángel Aguirre Rivero llegó desde atrás. Ni Marcos Parra tuvo arranque de campaña tan incierto como el del ex gobernador. Traicionado por su partido, por su primo –y pupilo- y por la cúpula priísta guerrerense, Aguirre era un hombre sin oportunidades ya no digamos para ganar, sino ni siquiera para contender. Y lo que por momento se tomó como indecisión de parte suya para abandonar su partido, no era mas que su estilo particular de hacer política: despacio y con una firmeza no exenta de suave pericia. Sin dar el siguiente paso sin estar lo suficientemente seguro en el anterior. Así lo demuestra el hecho de que no fue sino hasta que tenía asegurados del apoyo y la representación del PRD, PT y Convergencia fue que abandonó al PRI y se lanzó con todo a la contienda por la gubernatura.
Hacer política
Esa forma invisible y silenciosa que tiene de armar sus plataformas de acción –y que tan característica le es- la ha depurado hasta niveles que rozan los linderos de lo estético.
Por ello, tanto priístas como perredistas lo acusan de pertenecer a ningún lado. Y de carecer de principios morales. Y, sin embargo, no han podido detenerlo. Aún más: lo han visto crecer exponencialmente. El pasmo que han sufrido sus opositores les ha impedido asimilar que la experiencia política de Aguirre lo sobrepone a todos; pero, principalmente a aquellos políticos inmersos en una visión política fundamentada o en la obediencia ciega o en el avasallamiento absoluto. Con su salida del PRI, Aguirre impuso una nueva forma de hacer política en Guerrero: la de los políticos, sobre la de los grupúsculos y la de los partidos. Así, de antemano, también le ha puesto coto a los cacicazgos y a los políticos encajonados por sus partidos, usanzas, creencias, costumbres y tradiciones políticas. Así, también ha innovado las formas de hacer política en Guerrero.
No ser de izquierda
Sin embargo, Aguirre ha ejercido ese cambio en el peor de los escenarios: al interior del PRD, el partido mayoritario de la coalición; desde cuyas cúpulas se han orquestado importantes ataques a su persona y a su proyecto político. Al inicio, el gobernador atacó acremente su candidatura. A la par, los grupos como el del diputado Ríos Píter. Y, hasta ahora, la insidia de algunos gurúes que publican planas con declaraciones en su contra en el diario más izquierdista. Así, esa “izquierda” mina su propia línea de flotación por si descubre que no podrá tripular la nave. Ante esas agresiones, sin embargo, Aguirre ha respondido con tolerancia, trabajo, diálogo y una inagotable inspiración para el ejercicio de la política aunque ni sus adversarios políticos, el PRI y el PAN, hayan sido tan duros con él.
Ejes y Compromisos
En ese ejercicio Aguirre ha aceptado no sólo tolerar el espíritu segregacionista de esa izquierda maula sino también su vena panfletaria. Así, proclamó como suyo, primero, un texto equívoco titulado Los Cinco ejes de la transformación cuyo contenido parecía dejar todo en manos de la Divina Providencia o de los poderes de una varita mágica que en cada pase armaría una cajita feliz en la que aparecerían empleos, alimentos, medicinas, uniformes y útiles escolares gratis para todo mundo. Afortunadamente, la oposición copió esa gracejada y con ello obtuvo los resultados esperados: el descreimiento del pueblo.
Sin embargo, después, firmó el anticipo de un texto impuesto también por esa misma izquierda histérica. En él aceptaba, entre otras cosas, rechazar el proyecto de construcción de la presa La Parota bajo la amenaza de que si no firmaba el documento original el grupo de López Obrador no apoyaría su campaña. Aguirre aceptó. Pera lo reconsideró más tarde, después de una reunión con el gobernador. Ese problema del municipio de Acapulco y punta de lanza de esta izquierda neurótica, dio pie a nuevas anatemas contra su persona. Y a un reposicionamiento del priísmo que alardeó de su inamovilidad como una virtud. Pero no detuvo ni la postura política de Aguirre, ni la representación de la coalición, ni la campaña.
Político consumado
Con todo en contra –nuevamente- Aguirre ha llegado desde dos escaños atrás: primero sin partido y después con un partido que no lo quiere; a rebasar al PRI que había regresado al poder en la ciudad más importante del estado. Ni las defecciones de muchos izquierdistas, ni sus agresiones, ni la campaña en su contra orquestada por el PRI y por muchos priístas lo han detenido. Aguirre ha conseguido eso al anteponer a todo la política como un mecanismo –mejor aún: un arte- de armar consensos, puentes, vías, redes, estructuras de entendimiento entre los actores políticos de cualquier facción y la ciudadanía en cualquier escenario. Aguirre ve todo como oportunidades. Inclusive los ataques en su contra que ha usado para medir la temperatura emocional de sus adversarios y también para taxar el importe de sus futuros arreglos.
El poder no se pide, se ejerce
Así, invitó a todos los partidos a sumarse a su campaña y obtuvo una inmensa base popular. Así, mantuvo unido en torno a él a los diputados priístas y obtuvo una fracción mayoritaria a su favor en el Congreso. Así, dijo No a la Parota, siguiendo al PRD. Y luego dijo Sí al consensuar con Zeferino y consiguió lo que Añorve no pudo: convertirse en el candidato del gobernador. Así, al destrabar los conflictos entre Zeferino y el Congreso consiguió erigir la Comisión Especial sobre la Parota, involucrar a esa Soberanía en el conflicto y abrir a la Cecop un acceso para ser escuchados ahí y en las boletas electorales. En el ínterin, Zeferino obtuvo un Contralor, los diputados y empleados del Congreso su aguinaldo y él un presupuesto para su proyecto político administrativo.
Empero, Aguirre no se ha regodeado con esos logros y, ante nuevas arremetidas de sus opositores –de dentro y de afuera-, ha negado todo ese trabajo político porque no quiere ser visto como Armando Chavarría. Él es Ángel Aguirre Rivero, el hombre que hace campaña y a la vez incide en la política local. Mientras sus opositores sólo hacen campaña.
Eso explica el hecho de que a donde llega siempre hay un mar de gente esperándolo, porque como lo expresé en “Aguirre, la esperanza” sus afanes -que califiqué de mesiánicos- logran ese efecto de multiplicación de panes y peces (a lo Vicente Leñero) y ascienden a un nivel de conjunción de voluntades que vivifican y empoderan al pueblo.
Así, Aguirre cierra este año. El año en el que pudo no haber sido candidato y en el que tomó –según sus palabras- la decisión más importante de su vida. No se equivocó. Ni quienes le auguramos el triunfo a través de nuestro voto y nuestro apoyo desde antes de que él tomara esa decisión. Dentro de un mes, Guerrero tampoco se equivocará y lo elegirá por aplastante mayoría gobernador de este estado. Porque Aguirre se ha hecho merecedor a ello. Y Guerrero –está de más decirlo-, ya se merece un gobernador así. Feliz año 2011.
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com;
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viernes, 17 de diciembre de 2010

La Parota: curiosidades


Yo, ciudadano
La Parota: curiosidades
Gustavo Martínez Castellanos

Resulta curioso que la construcción de la presa la Parota -un problema de más tres décadas que afecta a los campesinos del municipio de Acapulco- haya tomado tanta relevancia durante el gobierno de la alternancia en Guerrero, emanado de la izquierda, respaldado por tres alcaldes de izquierda, con mayoría en los últimos el congresos locales y una notable representatividad local en la cámara baja y en el senado.
Es curioso también que en el primer año de un gobierno municipal del PRI -después de la alternancia que trajo la izquierda-, y en el último año de gobierno del gobernador de izquierda, se haya aprobado -en una asamblea amañada- la construcción de esa presa y se haya convertido de un momento a otro en asunto toral de la agenda política.
Es curioso que un exgobernador del PRI -ahora candidato a gobernador por esa izquierda- se oponga a ella.  Es curioso que el candidato del PRI esté -o siga- a favor.
Es curioso que, la aprobación en aquella asamblea, no haya causado tanto revuelo como la decisión del actual gobernador (de izquierda) por iniciar la construcción de la presa a unos meses de que termine su mandato.
Muchas curiosidades. Una, muy relevante, sin embargo, consiste en que ninguno de los “impedimentos científicos” que se alegan contra la construcción de dicha presa toque la base de la verdadera disputa que el hecho expone: el abuso de poder contra el campesinado acapulqueño. Porque –cosa curiosa-: existe un campesinado acapulqueño.
“Campesinado acapulqueño” posiblemente suene rarísimo en oídos de los tecnócratas regionales que encuentren no sólo contradictorios los elementos “campesino” y “Acapulco” sino grotescos, si se escriben -y se piensan- juntos. Toda vez que para ellos, las clases pudientes, los turisteros y turistólogos, los turistas y el resto del planeta –incluidos los escritores del Pacífico que vienen a embriagarse con el dinero del pueblo acapulqueño- en Acapulco no hay –no puede haber- campesinos; debido, primordialmente al hecho inamovible de que Acapulco es “playa, sol y palmeras”. Gringas –y gringos-. Costeñas ardientes –y costeños complacientes-. La casa de Tarzán y las películas de Tin Tán. La pandilla de Hollywood (“The rat pack”) y el glamour y la costera. Todo eso por lo que salivan pavlovianamente los políticos y los redactores de los periódicos de izquierda. Sin embargo, existe ese campesinado aunque no aparezcan en los promocionales de la Dirección de Turismo sus pueblos ni sus habitantes. Y por supuesto, tampoco los estragos que el crecimiento anárquico de la ciudad de Acapulco ha ejercido en ese enclave.
La mayor parte de esos estragos no se notan porque son eminentemente culturales. Una constante cuanto inquebrantable transculturización que no sólo va despojando de la cosmovisión del acapulqueño rural su conocimiento y su orgullo por lo que es sino que va erigiendo en él un desprecio incalculable en contra de sí mismo y que inicia cuando el individuo queda atrapado en las redes de la avenida costera. A partir de ese instante, sus prioridades cambiarán sustancialmente: ya no serán la alimentación ni el abrigo, menos aún el estudio y la reflexión sino la forma de pertenecer al bacanal nocturno en que se sumerge a diario esa zona franca. Una vez ahí ¿pensará en su pueblo y sus costumbres? Es difícil.
La zona rural de Acapulco se ha ido despoblando desde que la ciudad despuntó como polo de desarrollo turístico en los sesudos planes económicos regionales de los gobiernos emanados de la revolución. Y no por el hecho de que Acapulco absorba mano de obra barata –y trata de blancas al por mayor- sino porque esos planes que originalmente contemplaron la reactivación del campo mexicano para que diera sustento a las ciudades, poco a poco fueron torciendo sus objetivos hasta conseguir que los proyectos de apoyo al campo fueran disminuyendo -o privilegiándose- hasta lograr desviarlos.
Los poblados que se mencionan como afectados –o que serán inundados por la presa- en realidad son pueblos semiabandonados: El treinta, Ejido Viejo, Sabanillas, Dos Arroyos, Agua Zarca, Agua de Perro. Y, en línea recta -en una lenta pero inexorable regresión en el tiempo- comunidades que hablan dialectos, consiguen carne por cacería con arco, flecha y honda y siembran con coa o tarecua en estricto temporal.
¿Por qué Acapulco no ha erigido una sana simbiosis con su entorno rural? Porque su relación siempre es en función del despojo: recursos, gente, espacio. Véase la Autopista del Sol que pasa junto a Dos Arroyos: no tiene acceso al poblado ni a Agua Zarca donde hay aguas termales. La vía -igual que un tubo neumático- lleva turistas del Distrito Federal al puerto, sin escalas. Eso y otros aspectos que privilegian al turismo hacen ver a la zona rural de Acapulco como un enorme campo de producción de ejércitos laborales de reserva. Y, por supuesto, su tierra, sin gente, como más rentable en función de esa visión turística. Así, en lugar de simbiosis, Acapulco ejerce una tremenda parasitoris con ese entorno. En esa relación, “la ciudad que sostiene al resto del estado” no ha creado ahí escuelas, clínicas, centros de trabajo. No ha creado nada. Por ello, los jóvenes emigran. Sus padres y abuelos se quedan mientras ellos les envían dinero de Acapulco –o del otro lado- hasta que éstos se casan, erigen un hogar y van por ellos. Muchos, prefieren quedarse a morir cuidando sus casas, sus tierritas, chivos y cerdos -si poseen-; que ingresar en la agitada vida del puerto. No hay detonantes económicos porque no hay detonantes sociales. Bueno, ni siquiera hay servicios: agua potable, alcantarillado, calles, pavimentación.
Hace trece años, Aguirre -en ese discurso que ya he citado en este espacio- ofrecía echar a andar un proyecto economicista que convirtiera a la región en una gran zona productora y un gran mercado. Hoy, los izquierdistas han cambiado esos planes por “cajitas felices” llenas de uniformes, útiles, microcréditos, vales y becas. ¿Para qué? si en esa zona no hay escuelas. Y las pocas que hay no tienen maestros. Bueno, ni siquiera hay niños.
Tal vez por eso, y al principio de su gestión, la construcción de la presa fue bien vista por Félix Salgado; pero reculó cuando vio que Zeferino se le adelantaba. Y todas las tribus recularon con él evitando allanarle el camino: quien construya la presa accederá a una ofensiva cantidad de dinero y a una respetable franja de terrenos en lo que será un supermega desarrollo turístico a la orilla del embalse. Tal vez por eso, ahora que Aguirre se ha pronunciado contra la Parota, Félix se haya adherido a su campaña.
Sin embargo, más curioso resulta que, mientras tanto, ningún político del PRD haga algo por incentivar la detonación de la zona: sólo se oponen a la construcción de la presa. O a que la construya Zeferino. O a que la construya alguien a quien no puedan controlar y pueda alzarse con los dividendos. De esa forma, la desaparición de la zona rural de Acapulco es sólo cuestión de tiempo.
La construcción de la presa cerrará el ciclo que inició cuando Acapulco fue condenado a ser un centro de diversiones. Se aprecia en que en oposición al proyecto todo mundo argumenta razones físicas, políticas y turístico-económicas, no sociales. Humanas.
Los candidatos han ingresado a esa dinámica. Confrontados entre un sí y un no, nadie repara en que ambos han sido priístas y en que el proyecto surgió -y fue desechado- cuando el PRI gobernaba Guerrero. Sería bueno preguntarles por qué lo desecharon. Digo, sólo por curiosidad. Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com
Elaborado: 14/12/2010
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viernes, 10 de diciembre de 2010

No salir de noche II


Yo, ciudadano
No salir de noche II
Gustavo Martínez Castellanos

Las noches del 26 y 29 de noviembre en Acapulco tuvieron esa atmósfera de miedo que seguramente vivió el hombre en su etapa lítica, en el medioevo o en esos escenarios nórdicos en los que una presencia negativa deambula por los espacios humanizados. La ajetreada avenida Ruiz Cortines, que es mi referente urbano más próximo, se veía solitaria el día 26 a las nueve p. m., hora en que de casi todos los estudiantes salen de las escuelas.
Lejos de la algarabía de los jóvenes transitando libres y jocosos por las aceras, ajena a su acostumbrada neurosis de cláxons y músicas sobrepuestas, extraña a su estampa de señoras en los quicios cuidando a sus hijos que juegan en los callejones; ésta, una de las vías más transitadas de Acapulco, se fue quedando callada y sola conforme el día acababa.
Tal vez también las avenidas Cuauhtémoc, Niños Héroes, Ejido, Constituyentes, Miguel Alemán, Vicente Guerrero, Pie de la cuesta, se fueron vaciando al ritmo que lo hacía Ruiz Cortines porque muchos de mis vecinos que trabajan hasta las nueve -y casi siempre llegan entre diez y once de la noche a sus moradas- a las nueve y media ya tenían el auto estacionado en la acera y las luces de sus casas encendidas.
A veces nos saludamos de ventana a ventana y, en ocasiones, hasta hemos charlado -a gritos- para evitar bajar hasta la calle. La noche del 26 de noviembre, pude apreciar que muchos de ellos cenaban con sus familias, aun cuando fuera “muy temprano” o jugaban y compartían el tiempo en otros menesteres… con la televisión apagada.
La zona en la que vivo forma una cuenca; desde ahí se puede ver casi toda la bahía y, aunque resulte inverosímil, en las altas horas de la noche se puede escuchar las sirenas de ambulancias y patrullas de la calzada Pie de la Cuesta; y, en temporada de lluvias, las que transitan por la Mira que, además, pueden verse. El cerro de la Bufa, que conocemos como del “Tanque”, nos impide ver desde el parque Papagayo hasta Icacos, pero muchos ruidos urbanos que a deshoras emite la Progreso son altamente identificables: embotellamientos, arrancones, sirenas de ambulancias y patrullas y choques. Tiroteos. La noche del 26 todo eso se apagó. Reinó, sin exagerar, una paz bucólica. No miedo, sino un recogimiento como no se sentía desde que en esta zona no había ni escuelas ni hospitales. Menos aún autos y camiones con música a volumen ofensivo. La luna, menguante, enrojecida y ensimismada, dio a esta noche una atmósfera gótica y, a cambio, elaboró una estela de luz por la que horas más tarde se deslizó lentamente un hermoso e incontestable lucero.
Lejos de sus locuras, la ciudad respiraba, dormida. Quizá arrullada por el tumbo de sus playas y el vaivén de la brisa que aún puede filtrarse entre la muralla de edificios que trazan costera. Este retorno en el tiempo puede volver a través de la sicosis nacido de otro mensaje en la web que orille a todo mundo a encerrarse en sus moradas después signar su puerta contra esa plaga bíblica que es el terror que el narco ha inoculado en el país.
Pero es imposible hablar de “pérdidas”. Aunque se dice que Acapulco vive del turismo, -y muchos añadimos: “y de los salarios del mercado cautivo avecindados en la ciudad, formado por  los cientos de miles de burócratas de los tres niveles”-, una noche como la del 26 de Noviembre –después de un fin de semana largo (13, 14 y 15)- no puede representar pérdidas que pongan en riesgo a la llamada actividad económica prioritaria de Acapulco. Y no puede hacerlo porque -a decir de los mismos turisteros- este mes se llama “novhambre” que con “septhambre” y “octhambre” forman su lapso de hibernación.
Por eso, resulta interesante observar las campañas de “promoción” que las oficinas de turismo realizan. Me parece especial una que intenta limitar el uso de las redes sociales; se llama: “Yo no lastimo Acapulco” y en ella se pide que no se reenvíen textos en los que se habla mal de nuestro puerto para no afectar a la industria turística.
Me parece interesante porque hasta ahora ninguna dependencia ha hecho una campaña similar que vele por los intereses de los niños víctimas de la prostitución infantil o del consumo de drogas. O por inanición por miseria extrema. O por los campesinos reprimidos por las políticas de estado o por los presos políticos y de conciencia. Cuando se observan campañas así ya sabemos en realidad qué sí le importa a nuestros gobiernos.
Por ello, en una entrega anterior ponderaba la buena disposición del alcalde José Luis Ávila por haber hecho esas dos puntualizaciones que deben ser antes que los promocionales turísticos: el cuidado de los ciudadanos todos ante la ola de violencia que vive el país y el cuidado de todos nuestros empleos: comerciantes, zapateros, magisterio, sastres, albañiles.
Derivado de esa advertencia a tiempo, el mensaje que en la web decía que ese fin de semana habría una purga sangrienta en Guerrero y en Morelos no propició nada más que la noche serena que vivimos: no hubo tiroteos, ni ambulancias, ni  patrullas apresuradas. Y si las hubo, no se percibió la violencia. Es más, en la Ruiz Cortines nadie vio convoyes de soldados ni de PFP’s como en otras emergencias y, hasta que alguien diga lo contrario, no sabremos si la advertencia del alcalde fue eficaz o sólo sirvió para generar un clima de incertidumbre que nadie desea. Menos aún en tiempos electorales.
Porque en Acapulco, desafortunadamente, hemos olvidado –porque nos han obligado a ello- que nuestra hospitalidad -la original, la nuestra-, contemplaba también el bienestar del visitante. Su cuidado: “Llegó bien, tiene que regresar mejor”. Hace medio siglo éramos, más que un pueblo turístico, un pueblo de buenos samaritanos. Hoy, la forma de hacer turismo es otra: ocultar la realidad lacerante que vive el país y, con la táctica del avestruz, intentar que se olvide la muerte de 20 michoacanos inocentes y el secuestro del ex rector Arturo Contreras, aún sin resolver. Lo que es peor, se pretende hacer creer a nuestros visitantes que “en Macondo no pasa nada” y no se les advierte lo que puede pasar. Eso es inhumano: se les cancela la oportunidad de elegir. Se les invita a venir a  ciegas.
Sí, las campañas de desprestigio existen, como existe la perversidad; pero también existen el criterio, la madurez y la capacidad de elección: ocultar que no hay sitio seguro en México no es sano. A contrapelo, existe el liderazgo y en ese rubro, este gobierno tiene la oportunidad de demostrar que sabe gobernar sin mentiras ni trasfondos y sobre ello sostener toda la actividad económica del municipio: desde la turística hasta la campesina, sin que uno solo de sus ciudadanos y visitantes resulte lastimado. ¿Podrá? Mejor dicho: ¿Querrá?
La noche del 26 no fue la noche de los tiempos. (Ni la del 29, incluida en la amenaza de la web). Ninguna noche puede serlo en una sociedad que basa su organización en la valoración de sus fortalezas y el conocimiento de sus debilidades. Como las glaciaciones, esta época de terror también pasará. Evitemos vernos después como aquellos que propiciaron los estropicios que se  pudieron evitar si se hubiera hecho uso de la razón y la información a tiempo. Nadie quiere violencia en su vecindario. Y nadie quiere entrar a ciegas a un vecindario lastimado por la violencia. En todo caso lo sano es que cada quien lo haga bajo su propia responsabilidad. Al respecto, y como lo señalamos en Agenda Guerrero, en el discurso de los candidatos a gobernador existe una visible ausencia de análisis y propuestas al respecto. Continuamos a la espera de escuchar su visión.
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com
Este sábado, en Agenda Guerrero, (RTG, 21:00 hrs) “Los derechos ciudadanos”.
Elaborado 01122010

Aguirre ¿de izquierda?


Yo, ciudadano
Aguirre, ¿de izquierda?
Gustavo Martínez Castellanos

El PRD va a la alza y ante la insistencia de algunos medios por insertar a Ángel Aguirre en la izquierda en estos comicios, es conveniente hacer algunas observaciones.
Después de la dolorosa experiencia de manipulación y ninguneo que por seis años el gobernador Zefereino Torreblanca infligió al PRD es natural que quienes conforman este partido estén nerviosos ante el arrastre popular que Aguirre ha concitado en esta campaña. Eso hace temer al PRD que, una vez en el poder, Aguirre repita aquel control y desdén si no se pronuncia o no adopta una visión o forma de ser de izquierda. Si no se compromete.
Empero, ese arrastre no es de ahora. Aguirre -como ya lo había mencionado- erigió una excelente imagen de sí mismo a su paso por el interinato. Su política de hilado fino y puertas abiertas. Su bonhomía, esa vena telúrica que aflora en su decir y su cabalidad son auténticas: es un costeño de cepa pura. Es el político suriano. No el cacique.
El PRD atendió a esas fortalezas y ahora se está reposicionando gracias a él y, en congruencia, el politburó perredista se le ha entregado: Cárdenas y López Obrador han bajado sus puentes levadizos. Ante ello es lícito preguntar: ¿cuál de los precandidatos locales del PRD hubiera concitado esas alianzas? Ninguno, porque todos eran débiles y estaban confrontados. El trabajo de Zeferino para fragmentar más al PRD había sido bueno. Hoy, con Aguirre a la cabeza, el PRD ha rebasado a Zeferino. Y quiere rebasar a Aguirre al  intentar obligarlo a que se pronuncie de izquierda. Aguirre es congruente: no ha accedido, ni ha iniciado un proceso de inserción ni política ni ideológica en la izquierda; sólo ha reiterado que simpatiza con ella. Su  postura es cabal y encierra cierta sabiduría. Le impone distancia de Zeferino quien declaró al principio de su periplo político con el PRD que es un hombre de izquierda. Ahora, inclusive dice que él es “más izquierdista que muchos que se dicen de izquierda”, cuando no pertenece al PRD ni estatutaria ni ideológicamente. Ahí, el PRD consintió todo; aún sabiendo que Zeferino era un empresario que veía a Guerrero como un mercado que con algunas políticas administrativas podría rentabilizar ciertos nichos, generar algunos empleos y captar cierta inversión. Lo hizo a través de franquicias que crearon pequeños ricos y enriquecieron más a los que ya lo eran.
A contrapelo, Aguirre no se disfraza ni permite que lo disfracen de izquierdista. Entre otras razones porque no desea ingresar al tremendo problema de identidad que signa a esta izquierda formada por quienes lucharon, inclusive, con armas de fuego, para que con un trasfondo de comunismo acabaran las injusticias y la repartición inequitativa de la riqueza en Guerrero, México y el mundo; pero que nunca concretizaron en Guerrero una tiranía de proletariado que arrasara al régimen capitalita. O por quienes pasaron de los machetes desenvainados en la costera y la toma de edificios públicos, al poder y al Congreso -con la legalidad, una estructura política y de partido de su lado- e iniciaron un ascenso político, económico y social de autos de lujo y gastos onerosos como signos de distinción. O por quienes formaron gobiernos populacheros, pantomímicos, corruptos y exentos de proyecto y firmeza ideológica y olvidaron entre otros cometidos el de derrocar al PRI. O por quienes hoy han hecho acopio de un priísta para continuar en la puja por el poder.
¿A cuál izquierda quieren los perredistas que pertenezca Aguirre?: ¿a la histórica que no cumplió con su papel histórico cuando tuvo la oportunidad y los medios legales? ¿A la que sólo busca el poder y el confort?, ¿o a la que tenía como objetivo derrocar al PRI?
Hoy, cuando Ebrard, Cárdenas y López Obrador admiten desde sus posturas la candidatura de Aguirre, es imposible no observar esta paradoja: el PRD enarbolando las antiguas exigencias de campesinos y depauperados guerrerenses. ¿Qué hicieron el PRD, Cárdenas, el Peje y el PRD por Guerrero en estos diez años en el poder que esas exigencias de antaño aún existen? Esa paradoja, que acomoda otra vez en primera línea a los perredistas que cambiaron la inconformidad por el confort también puede lanzar a Aguirre a una serie de contradicciones con él mismo y con el trabajo de campaña que está realizando: puede debilitarlo y debilitar la campaña.
Esa percepción es recurrente en el electorado. Cuando en Agosto invité a Aguirre a que abandonara al PRI y accediera a representarse por cualquier partido y le garanticé mi voto y su triunfo, lo hice motivado principalmente por esa percepción: los guerrerenses estamos hartos de la izquierda y de su triple discurso y, ante la inminencia de que la aplanadora priísta se alzara cómodamente con esta elección; ante la debilidad, torpeza, corrupción y pobreza ideológica de la izquierda guerrerense, propuse a Aguirre en un texto que titulé “La Esperanza”* una candidatura de la gente por y para la gente. Sería mucho decir que “la campaña de la gente” obedece a esa petición, pero también sería injusto no admitir que encierra esa verdad: el pueblo, la gente, el votante, quería algo nuevo, que en realidad lo tomara en cuenta, que le fuera representativo. Aguirre accedió: volvió popular, diversificada, polifacética y plural su campaña. No sólo para las izquierdas sino para todas las expresiones que conforman ese conglomerado cultural llamado Guerrero*. En esa praxis se observa su sabiduría: va por la gente, por todas esas expresiones que anhelaban ser tomadas en cuenta por su gobierno sin sufrir la obligación de pasar a formar parte de un partido a través de la afiliación y el cohecho. Sin perder su libertad. Columna y fundamento del guerrerense y de su vena cultural: antes que perderla al afiliarse a un partido prefiere ceder otros derechos.
(Es histórico: el guerrerense prefiere la libertad a la riqueza, al poder. Al confort. Por eso es un pueblo con hambre: porque no se deja someter. Más que rebelde, es un pueblo con un inmenso espíritu de libertad. Sin ese espíritu México aún sería una colonia española)
Aguirre ha entendido eso y reitera: no soy de izquierda. Y al reiterarlo refirma su propia condición de hombre libre. De guerrerense. De costeño. El PRD está obligado a entender eso en estos comicios; a aceptar que todos su errores históricos y políticos son sólo suyos; a reconocer que Guerrero está harto de su torcida visión ideológica y su pésima praxis política; a admitir que históricamente tuvo su oportunidad y la dejó ir al abandonar las ancestrales luchas del pueblo guerrerense. Quienes siempre supimos que el PRD y sus aliados, El Sur y La Jornada, sólo veían por un proyecto político y sus intereses, hoy debemos advertir a Aguirre que queremos que esta vez las cosas se hagan bien. Que no debe ceder al juego político del PRD y las izquierdas cediendo en su ecumenicismo. Aquí, en el más diversificado de los estados mexicanos. Así, abierto y plural Aguirre representa a toda la ciudadanía. Ésa que de un mes a la fecha ha seguido demencialmente su campaña. Quienes intentan encajonarlo deberían hacer un esfuerzo por entender eso y dejarlo trabajar. Afortunadamente Aguirre no ha permitido que lo presionen. Sabe el valor político que representa en este momento para el PRD y para Guerrero y está en posición de exigir respeto para sí y para el trabajo que está realizando. Esperamos que el PRD también pueda entenderlo. Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com
Acceda a ellos antes de que algún resentido los borre o los bloquee. gmc
Elaborado: 07122010

Devuélvannos a Aguirre


Yo, ciudadano
Devuélvannos a Aguirre
Gustavo Martínez Castellanos

Durante el trienio que sustituyó a Figueroa Alcocer, Aguirre Rivero elaboró un discurso basado en aquella impresión primaria del estado que había recorrido mientras fungía como presidente del PRI estatal, y empezó a prepararse –con tres años de antelación- para presentar una campaña de propuestas para contender por la gubernatura de Guerrero, en 1999, cuando terminara el mandato de Figueroa Alcocer.
En aquellos discursos podía entenderse la preocupación que Aguirre sentía ante la miseria, la desigualdad y la corrupción. De hecho, hasta hace unas semanas esa sensación seguía vigente: era coherente consigo mismo, con su postura. Con algo que podríamos llamar su credo. Hace 16 años creía en él y creía en lo que podía hacer porque creía en el sistema y en su partido. Es decir, creía que juntos podían transformar al estado. Ayudarlo a dar el salto cuántico que necesitaba para insertarse en la vía del desarrollo y la igualdad jurídica y social antes de que el PRD les comiera el mandado. La competencia, así, era un acicate a su visión. Era lo que sabía que había que conseguir antes que el otro.
Hoy, que está con “el otro” y esa visión y ese credo han desaparecido. O alguien se los ha desaparecido porque el Aguirre que habla en “Los 5 ejes de la transformación” no es aquél Aguirre altamente economicista dispuesto a descarrilar la historia de Guerrero para insertarlo en el camino correcto. Hoy, con ése texto, éste Aguirre, parece dispuesto a conformarse con paliar nuestros rezagos. Con menguar la parte que le duele de nuestra lacerante realidad. Con acomodarse a lo que venga y pasarla bien los siguientes 4 años.
Por ejemplo el primer eje “Desarrollo Económico Sustentable y Empleo” está basado en el turismo y en un programa que abarcará 30 años para “proteger la imagen y la seguridad de sitios y ciudades con vocación turística” (sic). Pero el próximo gobierno será cuatrienal y si así, nuestras “ciudades” turísticas no tienen garantizada su imagen y seguridad ¿cómo conseguirá la de las que tienen “vocación”, mientras el narco campea en el país? Aguirre parece olvidar los sucesos de la Garita, Caleta y Tunzingo.
Cuando el texto cita la “vinculación del campo con desarrollos turísticos y centros urbanos” olvida que fue un hito de la revolución mexicana motivado por el movimiento demográfico que no ha cesado desde la república restaurada. Con “100% Guerrerense”, también parece olvidar que nuestro campo no es mayoritariamente agrícola ni ganadero. Tal vez, como ya demostró él mismo, con tecnología se puedan crear excelentes pies de cría; pero, ¿alcanzará el presupuesto estatal para laboratorios de genética en todo el estado? Y con “Agricultura tecnologizada” ¿perderemos también la soberanía alimentaria usando granos transgénicos? ¿a quién se le comprarán? La promesa de “créditos  a madres solteras y micro, pequeños y medianos empresarios” suena bien en campaña, pero ¿podremos desarrollar y sostener mercados tan grandes y diversificados? Con referencia a la “seguridad jurídica al empresario para que invierta en el estado”, su texto inicia un ejercicio extenuante de exclusión: esa “seguridad jurídica” ¿no podría extenderse a todo ciudadano aunque no invierta? Lo mismo ocurre con la “Cadena del empleo para jóvenes guerrerenses con otras entidades del país”, que funcionaría siempre y cuando en aquellas entidades no haya jóvenes que necesiten empleos. Si deseamos que “progresen los migrantes”, ¿olvidamos a quienes nos quedamos y seguimos desempleados? Si hay una “Promoción de la capacitación para el trabajo utilizando la mano de obra calificada del migrante”, excluimos la mano de obra calificada local. El texto abunda en exclusiones.
El resto sigue en ese tenor: con un pie en la realidad (la nuestra) y el otro en la fantasía (de quienes lo elaboraron). Así, “el impulso a la industria minera estatal”, a través de “la vinculación de las universidades e institutos tecnológicos con carreras orientadas al rubro minero”, olvida que cuando se vinculó a la UAG (Turismo, Contabilidad y Administración) y la empresa turística los resultados no sólo fueron desalentadores sino macabros pues ante la alta competencia por un empelo, se abarataron los salarios y bajó la matrícula correspondiente. “La entrega de estímulos a pescadores y microempresarios de toda la costa guerrerense”, olvida el fracaso de Puerto Guerrero con Cervantes Delgado.
Después, todo es gratis: uniformes, mochilas, computadoras, internet, desayunos, salud. Alfabetización a “la cubana”, bibliomóvil (sic), un “nuevo modelo de formación, actualización y capacitación docente” y una Secretaría de Cultura. ¿De dónde saldrá tanto dinero? Es imposible no darle la razón a Zeferino cuando se leen proyectos como éste.
En Salud las cosas pintan igual: habrá hospitales, cuadros básicos de medicinas –también gratis- jornadas de prevención al cáncer y la creación del Instituto de Seguridad Social al Servicio del Estado de Guerrero y Municipios (ISSSSEGYM), que si se pensara bien podía ser sólo “ISEG”: Instituto de Salud del Estado de Guerrero, porque dudo mucho que el presupuesto de nuestro estado dé para dar Seguridad Universal a todo mundo.
Entre otros puntos, los ejes, tocan éstos: “abatir la pobreza extrema y el hambre, lograr la enseñanza primaria universal, promover la igualdad de géneros, reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna, combatir determinadas enfermedades, garantizar la sostenibilidad del medio ambiente, fomentar la asociación global para el desarrollo”. “Que los principales centros urbanos de Guerrero sean eficientemente abastecidos de agua” (¿y los no “principales”, no?). Combate a la Pobreza Alimentaria  (¿y la otra pobreza, no?) “Fortalecimiento del programa ‘Guerrero sin Hambre’” (¿aunque no dé resultados? -si no, no habría “Combate a la pobreza alimentaria”-). Además “Seguridad alimentaria familiar” (sic); un “Programa de despensas con productos hechos exclusivamente en Guerrero” (y si esos productos no son eficientes, ¿se cancelaría el programa?). “Vivienda para todos”. “Contratación de mano de obra guerrerense” (¡menos mal!) “Otorgamiento (de permisos) a auténticos transportistas”, (a los falsos no).
Para el “Desarrollo de los pueblos indígenas”; habrá “un fideicomiso” y “oficinas públicas bilingües”. “Gestión de la promoción, difusión y comercialización de artesanías de los pueblos y comunidades indígenas en el resto del país y el mundo” (¿para los otros productores no?). “Creación de la Comisión de Asuntos Indígenas de Guerrero”. Nada más.
En materia de seguridad ciudadana (a los “no ciudadanos”, este apartado no los beneficia) se promocionará y fortalecerán “los hábitos de prevención del delito entre la sociedad guerrerense a través asesorías, talleres, debates, conferencias y módulos de prevención del delito lo mismo en instituciones educativas que en espacios públicos”; es decir, que no tendremos mejores policías, sistemas de seguridad ni ministerios públicos pero estaremos más concientizados por si somos víctimas de la delincuencia. Y si toda esa concientización falla, los ejes contemplan también la “Modernización de los servicios de justicia” (no su eficacia ni su eficiencia) y el “Combate a la corrupción e impunidad”, por si se ofrece, claro.
Otros ejes pasan por la “Transparencia y rendición de cuentas”, la “Descentralización del Gobierno”, una “política de puertas abiertas y audiencias públicas en el trato y la atención a la ciudadanía (sic); y “el establecimiento del e-Gobierno de Guerrero mejorando los servicios administrativos mediante el uso de la tecnología”. Sin embargo, cuando visité la página del candidato no estaban ni siquiera este texto ni un teléfono al que pudiera comunicarse el ciudadano para plantear sus dudas. Mucha tecnología.
El eje cinco es de antología: “Democracia de calidad”, (es que la que tenemos es de tercera), ¿no podría ser sólo “Democracia” a secas? Tal vez lo único rescatable de este eje sea la propuesta de “Promoción de la revocación del mandato”, pero sin el candado: “Establecimiento de una consulta popular a mitad de la gestión para que la ciudadanía decida el futuro de su Gobierno”. El “Impulso de una nueva Constitución para la consolidación de la transición democrática en  el estado de Guerrero” es una aspiración añeja. Pero es indudable que si dejara de violarse constantemente la actual, serviría bien.  
Sopa de muchos cocineros Los “5 ejes para transformar Guerrero” tienen la virtud de no aclarar si es para transformarlo para bien o para mal. En su factura se observan los sueños y los anhelos de muchos “ideólogos” de izquierda que por no caer en la tentación de crear de un programa de corte liberal, champurrearon todo evitando plasmar ideas. Análisis. Estructura. Y en la alharaca por la pronta promoción de sus sueños (guajiros) no se dieron cuenta de que la transformación –para bien- del estado de Guerrero debe ser a través de dos ejes: Justicia y Democracia.
La primera contempla grosso modo, la aplicación de nuestras leyes en la persecución del delito y en el cuidado y protección del ciudadano a través de nuestras instituciones. La segunda, impone la igualdad: jurídica, social, económica, cultural. Con echar a andar nuestra Constitución –sin cambios, una cosa lleva la otra- Guerrero se transformaría en un estado progresista. Pero en el afán de hacer espectacular el proyecto de Aguirre sus asesores e ideólogos elaboraron este texto lleno de contradicciones, aberraciones jurídicas, pleonasmos administrativos e hipérboles sociales. Y vacuo; porque desmiente la visión que de Aguirre conocíamos quienes hemos seguido su trayectoria. Antes decía: “Para volver productivo al campo hay que hacer justicia al campesino”, y todos entendíamos que si no se le hace justicia, lo orillan a emigrar y todos los beneficios que eran para él caerían en manos de los caciques de siempre. Haciendo justicia al campesino y apoyándolo efectivamente con los programas que existen éste producirá, pero sólo podrá gozar del producto de su trabajo si existen los mercados en los que pueda vender sus cosechas. Es decir, no basta con hacer justicia al campesino, también hay que hacer justicia al transportista para que pueda trabajar sin miedo y sin pagar cuotas a acaparadores; y justicia a los pequeños empresarios para que no caigan en manos de intermediarios. Justicia, el único eje. Por igual. Justicia con Democracia. Libres los mercados, la riqueza llega a todos. Pero sabemos que eso es difícil en un estado cuyas ciudades están en manos de los grandes consorcios ¿qué harán éstos cuando vean que sus productos se quedan en sus estantes? La guerra. Entonces, también se les debe aplicar a ellos la ley. Por igual: ricos y pobres. Sin Justicia no hay pueblo, municipio, estado o país que florezca. Sin justicia no hay nada.
Pero quienes redactaron “Los 5 ejes de transformación” para la campaña de Aguirre burocratizaron su ideario. Lo volvieron incoherente. ¿Cómo crear una Secretaría de Cultura a propuesta de Citlali Guerrero si es empleada del ayuntamiento de Acapulco y Jeremías, su esposo, ha medrado en todas partes? ¿Cómo creer en este Aguirre rodeado de gente así? Como creer en este su discurso si tiene metido al enemigo en el cuarto de guerra? ¿Cómo confiar en él? Necesitamos al Aguirre que inició esta hégira empujado por la fe de un pueblo que no le pidió puestos ni prebendas sino sólo su liderazgo para conducirnos al cambio. Al Aguirre de antes -hoy secuestrado por los grupúsculos que le han dado al traste hasta al PRD- lo queremos de vuelta. Devuélvannoslo ya. Aún es tiempo.
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com
Elaborado: 26/11/2010