viernes, 10 de diciembre de 2010

Aguirre ¿de izquierda?


Yo, ciudadano
Aguirre, ¿de izquierda?
Gustavo Martínez Castellanos

El PRD va a la alza y ante la insistencia de algunos medios por insertar a Ángel Aguirre en la izquierda en estos comicios, es conveniente hacer algunas observaciones.
Después de la dolorosa experiencia de manipulación y ninguneo que por seis años el gobernador Zefereino Torreblanca infligió al PRD es natural que quienes conforman este partido estén nerviosos ante el arrastre popular que Aguirre ha concitado en esta campaña. Eso hace temer al PRD que, una vez en el poder, Aguirre repita aquel control y desdén si no se pronuncia o no adopta una visión o forma de ser de izquierda. Si no se compromete.
Empero, ese arrastre no es de ahora. Aguirre -como ya lo había mencionado- erigió una excelente imagen de sí mismo a su paso por el interinato. Su política de hilado fino y puertas abiertas. Su bonhomía, esa vena telúrica que aflora en su decir y su cabalidad son auténticas: es un costeño de cepa pura. Es el político suriano. No el cacique.
El PRD atendió a esas fortalezas y ahora se está reposicionando gracias a él y, en congruencia, el politburó perredista se le ha entregado: Cárdenas y López Obrador han bajado sus puentes levadizos. Ante ello es lícito preguntar: ¿cuál de los precandidatos locales del PRD hubiera concitado esas alianzas? Ninguno, porque todos eran débiles y estaban confrontados. El trabajo de Zeferino para fragmentar más al PRD había sido bueno. Hoy, con Aguirre a la cabeza, el PRD ha rebasado a Zeferino. Y quiere rebasar a Aguirre al  intentar obligarlo a que se pronuncie de izquierda. Aguirre es congruente: no ha accedido, ni ha iniciado un proceso de inserción ni política ni ideológica en la izquierda; sólo ha reiterado que simpatiza con ella. Su  postura es cabal y encierra cierta sabiduría. Le impone distancia de Zeferino quien declaró al principio de su periplo político con el PRD que es un hombre de izquierda. Ahora, inclusive dice que él es “más izquierdista que muchos que se dicen de izquierda”, cuando no pertenece al PRD ni estatutaria ni ideológicamente. Ahí, el PRD consintió todo; aún sabiendo que Zeferino era un empresario que veía a Guerrero como un mercado que con algunas políticas administrativas podría rentabilizar ciertos nichos, generar algunos empleos y captar cierta inversión. Lo hizo a través de franquicias que crearon pequeños ricos y enriquecieron más a los que ya lo eran.
A contrapelo, Aguirre no se disfraza ni permite que lo disfracen de izquierdista. Entre otras razones porque no desea ingresar al tremendo problema de identidad que signa a esta izquierda formada por quienes lucharon, inclusive, con armas de fuego, para que con un trasfondo de comunismo acabaran las injusticias y la repartición inequitativa de la riqueza en Guerrero, México y el mundo; pero que nunca concretizaron en Guerrero una tiranía de proletariado que arrasara al régimen capitalita. O por quienes pasaron de los machetes desenvainados en la costera y la toma de edificios públicos, al poder y al Congreso -con la legalidad, una estructura política y de partido de su lado- e iniciaron un ascenso político, económico y social de autos de lujo y gastos onerosos como signos de distinción. O por quienes formaron gobiernos populacheros, pantomímicos, corruptos y exentos de proyecto y firmeza ideológica y olvidaron entre otros cometidos el de derrocar al PRI. O por quienes hoy han hecho acopio de un priísta para continuar en la puja por el poder.
¿A cuál izquierda quieren los perredistas que pertenezca Aguirre?: ¿a la histórica que no cumplió con su papel histórico cuando tuvo la oportunidad y los medios legales? ¿A la que sólo busca el poder y el confort?, ¿o a la que tenía como objetivo derrocar al PRI?
Hoy, cuando Ebrard, Cárdenas y López Obrador admiten desde sus posturas la candidatura de Aguirre, es imposible no observar esta paradoja: el PRD enarbolando las antiguas exigencias de campesinos y depauperados guerrerenses. ¿Qué hicieron el PRD, Cárdenas, el Peje y el PRD por Guerrero en estos diez años en el poder que esas exigencias de antaño aún existen? Esa paradoja, que acomoda otra vez en primera línea a los perredistas que cambiaron la inconformidad por el confort también puede lanzar a Aguirre a una serie de contradicciones con él mismo y con el trabajo de campaña que está realizando: puede debilitarlo y debilitar la campaña.
Esa percepción es recurrente en el electorado. Cuando en Agosto invité a Aguirre a que abandonara al PRI y accediera a representarse por cualquier partido y le garanticé mi voto y su triunfo, lo hice motivado principalmente por esa percepción: los guerrerenses estamos hartos de la izquierda y de su triple discurso y, ante la inminencia de que la aplanadora priísta se alzara cómodamente con esta elección; ante la debilidad, torpeza, corrupción y pobreza ideológica de la izquierda guerrerense, propuse a Aguirre en un texto que titulé “La Esperanza”* una candidatura de la gente por y para la gente. Sería mucho decir que “la campaña de la gente” obedece a esa petición, pero también sería injusto no admitir que encierra esa verdad: el pueblo, la gente, el votante, quería algo nuevo, que en realidad lo tomara en cuenta, que le fuera representativo. Aguirre accedió: volvió popular, diversificada, polifacética y plural su campaña. No sólo para las izquierdas sino para todas las expresiones que conforman ese conglomerado cultural llamado Guerrero*. En esa praxis se observa su sabiduría: va por la gente, por todas esas expresiones que anhelaban ser tomadas en cuenta por su gobierno sin sufrir la obligación de pasar a formar parte de un partido a través de la afiliación y el cohecho. Sin perder su libertad. Columna y fundamento del guerrerense y de su vena cultural: antes que perderla al afiliarse a un partido prefiere ceder otros derechos.
(Es histórico: el guerrerense prefiere la libertad a la riqueza, al poder. Al confort. Por eso es un pueblo con hambre: porque no se deja someter. Más que rebelde, es un pueblo con un inmenso espíritu de libertad. Sin ese espíritu México aún sería una colonia española)
Aguirre ha entendido eso y reitera: no soy de izquierda. Y al reiterarlo refirma su propia condición de hombre libre. De guerrerense. De costeño. El PRD está obligado a entender eso en estos comicios; a aceptar que todos su errores históricos y políticos son sólo suyos; a reconocer que Guerrero está harto de su torcida visión ideológica y su pésima praxis política; a admitir que históricamente tuvo su oportunidad y la dejó ir al abandonar las ancestrales luchas del pueblo guerrerense. Quienes siempre supimos que el PRD y sus aliados, El Sur y La Jornada, sólo veían por un proyecto político y sus intereses, hoy debemos advertir a Aguirre que queremos que esta vez las cosas se hagan bien. Que no debe ceder al juego político del PRD y las izquierdas cediendo en su ecumenicismo. Aquí, en el más diversificado de los estados mexicanos. Así, abierto y plural Aguirre representa a toda la ciudadanía. Ésa que de un mes a la fecha ha seguido demencialmente su campaña. Quienes intentan encajonarlo deberían hacer un esfuerzo por entender eso y dejarlo trabajar. Afortunadamente Aguirre no ha permitido que lo presionen. Sabe el valor político que representa en este momento para el PRD y para Guerrero y está en posición de exigir respeto para sí y para el trabajo que está realizando. Esperamos que el PRD también pueda entenderlo. Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com
Acceda a ellos antes de que algún resentido los borre o los bloquee. gmc
Elaborado: 07122010

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