viernes, 31 de diciembre de 2010

¿Aguirre o Añorve II


PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN EN "EL BOLETÍN PLUS"
Yo ciudadano
¿Aguirre o Añorve? II
Gustavo Martínez Castellanos

Manuel Añorve: el pequeño guerrero
Creo que nadie puede soslayar el enorme esfuerzo que realiza el doctor en Derecho Manuel Añorve Baños para continuar en la lucha por alcanzar la gubernatura de Guerrero. Tampoco su inteligencia, su claridad, su perspectiva política. Su audacia. Sin embargo, tampoco es de soslayarse la motivación que lo anima: el poder por el poder.
Las altas esferas
Desde el inicio de su periplo político, se caracterizó por ser un pequeño guerrero. Según el analista Rodrigo Huerta Pegueros “en su biografía está el haberse desempeñado como jefe policiaco en el estado de México, haber sido secretario particular del líder nacional del PRI, Gustavo Carvajal Moreno, ingresó a la administración pública federal donde se desempeñó como delegado en Guerrero del Banco Nacional de Obras (Banobras). Ocupó varias posiciones dentro del PRI nacional y local. En la administración pública estatal fungió como Secretario de Finanzas del gobierno encabezado por el gobernador Ángel Aguirre Rivero y fue designado por el Congreso del estado como Presidente Municipal sustituto del ex alcalde Juan Salgado Tenorio. Fue diputado federal y aspirante a la gubernatura del estado frente a René Juárez Cisneros. Antes de ser designado candidato a la alcaldía acapulqueña se desempeñaba como jefe de asesores del coordinador de los senadores del PRI en la cámara de senadores, Manlio Fabio Beltrones”. En esta sucinta información hay que añadir que en realidad Añorve fue alcalde de Acapulco tres veces. Primero al sustituir a Juan Salgado Tenorio; después, al regresar de su intentona por representar al PRI en los comicios por la gubernatura en 1999 –perdió ante Juárez Cisneros- y la última vez de 2008 a 2009 cuando dejó a medias y sin agua su “Acapulco de 10”.
El estilo Figueroa
La segunda vez que pidió permiso para ausentarse del cargo edilicio de Acapulco, propició que la clase política local recordara el estilo de Figueroa Figueroa, quien declaró que él no recibiría de manos del interino Israel Nogueda Otero el cargo de gobernador en 1975 y propició su caída a finales de 1974. Añorve, acorde con esa vena priísta, evitó la deshonra de entregarle la alcaldía a Zeferino Torreblanca con quien había tenido un fuerte pleito y pidió permiso para ausentarse dejando esa encomienda a Ana María Castilleja. Siguiendo esa vena personal, sin embargo, en la tercera vez que pedía permiso para ausentarse del cargo, convenció a su suplente Verónica Escobar Romo de no ejercer la suplencia y de dejarle el cargo a su tres veces Secretario de Finanzas, José Luis Ávila. La diputada panista Garzón Bernal calificó de eso como “farsa” y la diputada perredista Guzmán Vizairo reprobó “que  la mujer siga siendo usada, manipulada y utilizada con fines electoreros o dividendos políticos”; o “de un caso más de una Juanita”.
Los padrinos
El dinamismo que derrocha Añorve lo llevó desde cuarto años atrás a regresar a la política local después de un periodo de inactividad. En 2006 es nombrado Asesor de la Junta de Coordinación Política por su presidente, el senador Manlio Fabio Beltrones. Sin embargo, su verdadero ingreso a las grandes ligas se dio en la tortuosa toma de posesión de Felipe Calderón en la que ni los guardias del Estado Mayor pudieron hacer que soltara la silla presidencial. Ese esfuerzo, que medio México atestiguó a través de las cámaras de televisión, anticipó que Añorve estaba dispuesto a hacer de todo para regresar al poder en Guerrero. Y así fue, sólo que esta vez no lo hizo de la mano de su primo Ángel Aguirre, sino de su adversario político, el ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer. Y la amistad de Félix Salgado Macedonio con quien -a pesar de ser Asesor en el Senado- se le veía muy seguido inaugurando parques y juegos infantiles en las colonias populares de Acapulco. Tal vez nadie lo supo, pero desde 2007, Añorve había iniciado su campaña con una anticipación similar con la que Calderón inició la suya.
La otra campaña
La alcaldía de Acapulco fue un escaño, un espacio de reposicionamiento publicitario y una estación de financiamiento. A su salida, el diputado Sebastián de la Rosa, denunciaba en el Congreso que el déficit que Añorve dejaba en la alcaldía de Acapulco era del orden de los 700 millones de pesos. Más tarde el columnista Navarrete Gorjón informaría que la desastrosa gestión de Añorve había propiciado un severo retroceso en el margen crediticio del ayuntamiento porteño. Poco después se supo que CAPAMA, el organismo operador del Agua Potable en Acapulco, también estaba quebrado. Añorve, culpó a todo mundo de esos descalabros, menos a su partido que en medio siglo –incluyendo sus tres gestiones- no había dado mantenimiento a la red hidrológica del puerto. Metido de lleno en su campaña hacia la gubernaturano ha cesado de decir que es chaparrito pero cabrón y que sus adversarios políticos lo critican porque va ganando.
Para todos los gustos
En esa tesitura, se ha hecho acompañar de figurones, figuras y desfiguros tanto de la política como del espectáculo. Así, para demostrar que Beatriz Paredes sí estuvo de acuerdo con su designación como candidato a gobernador la ha traído a que le levante la mano y a hacer campaña. A Beltrones lo ha traído para demostrarle su gratitud y su lealtad. A Peña Nieto lo ha traído para demostrarle lo mismo. Para los caballeros ha traído a Galilea Montijo. Para los guerrerenses de caché ha traído a Joan Sebastián. Para lo guerrerenses de medio pelo ha traído a Erasmo Catarino y para los subnormales ha traído a Jordi Rosado en un afán de que no olvidemos su primer acto de gobierno como alcalde de Acapulco: devolver el importe de los boletos del concierto fallido de Gloria Trevi.
¿Y la política?
Sin embargo, a pesar de todo eso, su campaña no avanza. Seguramente porque su discurso político se divide en prometer cosas que no puede cumplir, atacar a Ángel Aguirre y machacar que desde el inicio estuvo de acuerdo con la construcción de la presa la Parota. Empero, mientras él repite que sacará al PRD del poder porque no cumplió (¡!) Aguirre ya inició a incidir en la política local ejerciendo cambios en y con el Congreso.
Atado a Figueroa Alcocer; anclado por formas de hacer “política” del priísmo a lo burro; estancado en su discurso, Añorve agota la geografía guerrerense en helicóptero o en avioneta en un afán de ser ubicuo, mientras Ángel Aguirre llega minutos después que él al mismo punto en su camioneta, lo deja terminar sus actos y reúne más gente que él.
Darse tiempo para crecer
Es una lástima que todo el talento y dinamismo de un guerrerense como Añorve se diluya en un esfuerzo infructuoso. Es triste observar que su ansia por el poder no sólo lo ha llevado a traicionar a su pueblo sino a sí mismo. Añorve debió ser paciente y esperar su turno, como todos. Domeñándose, por principio, todo mundo vería en él a un auténtico guerrero. Desafortunadamente, no se dio el tiempo suficiente para crecer hasta esas alturas.
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com
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