Yo, ciudadano
Un
año sin Carlos Fuentes
Gustavo
Martínez Castellanos
El
próximo año se cumplen 60 de la publicación del primer libro de Fuentes, Los días enmascarados; un “libro de
juventud”, escrito con sus padres
–como reza la dedicatoria- “delgado volumen” de creatividad que mereció una
inusitada respuesta de la crítica literaria de ese entonces, misma que incluía
denuestos y alabanzas.
Desde
ese libro, Fuentes no dejó de llamar la atención, de concitar debate, de mover
el punto de vista tanto de la literatura nacional y latinoamericana como de la
visión que los mexicanos de esos años tenían de sí mismos.
Una
propuesta literaria de seis cuentos.
En
torno a Los días enmascarados, el
opúsculo que inaugura una de las más grandes, sólidas y emblemáticas operísticas
literarias del siglo XX en español, ha habido muy pocos estudios, si lo
comparamos con dos de las siguientes obras del autor: La región más transparente y La
muerte de Artemio Cruz; inclusive Aura
tiene más menciones, análisis, tesis, estudios y aparece en más compilaciones
que cualquier cuento de Los días
enmascarados, (Las buenas conciencias
exige otro tipo de análisis).
Esto
podría deberse a dos factores muy comunes en la visión de la literatura que la
crítica tiene: Los días… es un libro
de cuentos (mientras las otras tres son novelas) y es una obra “primaria”.
Sin
embargo, estas dos razones deberían haber llamado con mayor potencia la
atención de la investigación y el análisis, sobre todo la segunda, debido a que
en ella, como ha ocurrido con otras operísticas de autor altamente memorables,
se encuentran anticipados muchos de los aspectos tanto temáticos como
estructurales –y gramaticales- de lo que vendrá después.
En
ello estriba también la importancia del hecho de que sea un libro de cuentos:
la plurivocidad y la diversificación en los temas encierra un fuerte indicio de
las preocupaciones iniciales –y tal vez torales y definitivas- del autor.
En
el caso de Los días…, el cuento que
se considera encierra mayor representatividad de estos aspectos es “Chac Moll”,
sin embargo, en virtud de las observaciones expuestas parece ser que muy poco
se ha reparado en el hecho de que ese cuento pertenece a una de las mitades de
la temática del libro; ya que la otra propone otro tipo de preocupación.
En
efecto: “Chac Moll”, junto a “Tlactocatzine del jardín de Flandes” y “Por boca
de los dioses”, exploran el universo de lo
mexicano desde una óptica contemporánea al autor: las mitologías aún vivas, la
confrontación pasado – modernidad; la sorpresa por la coexistencia espacial con
dos universos tan disímbolos (ruptura ineludible en la línea temporal
histórica) y la manifestación de un sentimiento de juventud como en muy pocos
libros podríamos encontrar en la literatura en español. ¿Qué tanto de ello,
sigue vigente?
Carlos
Fuentes, en tanto hombre de su tiempo, posiblemente previó que la persistencia
de esas raíces y esas paradojas no eran sólo producto de una abrupta irrupción
de modernidad sino de un proceso muy profundo y único que había que desglosar.
El
tema es rico, y a falta de espacio continuaré hablando de él en próximas
entregas.
www.culturacapulco.com; culturacapulco.blogspot.com.mx
Este
jueves en la Alianza Francesa se
inaugura la exposición pictórica del taller de Aída Espino “Recreando a Mona Lisa”; la invitación en Datos Adjuntos
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