jueves, 23 de mayo de 2013

Un año sin Carlos Fuentes



Yo, ciudadano
Un año sin Carlos Fuentes
Gustavo Martínez Castellanos

     El próximo año se cumplen 60 de la publicación del primer libro de Fuentes, Los días enmascarados; un “libro de juventud”, escrito con sus padres –como reza la dedicatoria- “delgado volumen” de creatividad que mereció una inusitada respuesta de la crítica literaria de ese entonces, misma que incluía denuestos y alabanzas.
     Desde ese libro, Fuentes no dejó de llamar la atención, de concitar debate, de mover el punto de vista tanto de la literatura nacional y latinoamericana como de la visión que los mexicanos de esos años tenían de sí mismos.
     Una propuesta literaria de seis cuentos.
     En torno a Los días enmascarados, el opúsculo que inaugura una de las más grandes, sólidas y emblemáticas operísticas literarias del siglo XX en español, ha habido muy pocos estudios, si lo comparamos con dos de las siguientes obras del autor: La región más transparente y La muerte de Artemio Cruz; inclusive Aura tiene más menciones, análisis, tesis, estudios y aparece en más compilaciones que cualquier cuento de Los días enmascarados, (Las buenas conciencias exige otro tipo de análisis).
     Esto podría deberse a dos factores muy comunes en la visión de la literatura que la crítica tiene: Los días… es un libro de cuentos (mientras las otras tres son novelas) y es una obra “primaria”.
     Sin embargo, estas dos razones deberían haber llamado con mayor potencia la atención de la investigación y el análisis, sobre todo la segunda, debido a que en ella, como ha ocurrido con otras operísticas de autor altamente memorables, se encuentran anticipados muchos de los aspectos tanto temáticos como estructurales –y gramaticales- de lo que vendrá después.
     En ello estriba también la importancia del hecho de que sea un libro de cuentos: la plurivocidad y la diversificación en los temas encierra un fuerte indicio de las preocupaciones iniciales –y tal vez torales y definitivas- del autor.
     En el caso de Los días…, el cuento que se considera encierra mayor representatividad de estos aspectos es “Chac Moll”, sin embargo, en virtud de las observaciones expuestas parece ser que muy poco se ha reparado en el hecho de que ese cuento pertenece a una de las mitades de la temática del libro; ya que la otra propone otro tipo de preocupación.
     En efecto: “Chac Moll”, junto a “Tlactocatzine del jardín de Flandes” y “Por boca de los dioses”, exploran el universo de lo mexicano desde una óptica contemporánea al autor: las mitologías aún vivas, la confrontación pasado – modernidad; la sorpresa por la coexistencia espacial con dos universos tan disímbolos (ruptura ineludible en la línea temporal histórica) y la manifestación de un sentimiento de juventud como en muy pocos libros podríamos encontrar en la literatura en español. ¿Qué tanto de ello, sigue vigente?
     Carlos Fuentes, en tanto hombre de su tiempo, posiblemente previó que la persistencia de esas raíces y esas paradojas no eran sólo producto de una abrupta irrupción de modernidad sino de un proceso muy profundo y único que había que desglosar.
     El tema es rico, y a falta de espacio continuaré hablando de él en próximas entregas.
    Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com;
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