martes, 13 de noviembre de 2012

El María Luisa Ocampo: descréditos



Yo, ciudadano
El María Luisa Ocampo: descréditos
Gustavo Martínez Castellanos
Se realizó la edición XIV del concurso literario guerrerense María Luisa Ocampo. Ganaron, en las disciplinas de poesía y cuento, dos jóvenes que también habían ganado concursos locales anteriores pero cuyo jurado nunca fue hecho público.
Fuera de la calidad de los trabajos premiados y del currículo de cada una de ellas –que algunos medios usaron para justificar los premios anteriores-, el María Luisa Ocampo cayó, en esta emisión, en el más ignominioso descrédito a través de dos descalabros.
El María Ocampo pedía no más de diez cuartillas de cuento y poesía; en esta edición -sin que aún se sepa por qué- el IGC decidió pedir libros e incluyó la disciplina de teatro.
El aumento de páginas de los textos concursantes podría deberse a que aumentó el monto del premio; aunque hasta ahora el IGC no ha dicho el porqué de ese aumento.
Estas decisiones propiciaron que los concursantes no tuvieran a tiempo sus trabajos y el día del cierre había muy pocas obras participantes. El IGC resolvió eso ampliando la fecha de recepción aún cuando la convocatoria ya había cerrado; no podía ni debía recibir más trabajos, pero prefirió dejar asentado que las fechas de cierre son letra  muerta.
Hay quien asegura que el IGC violó su propio reglamento para dar tiempo a los amigos de Citlali y de Jeremías a que terminaran sus textos y pudieran registrarlos. Nadie puede garantizar que entre los trabajos que llegaron después del cierre no iban los que fueron premiados. Nadie puede negar que el IGC les dio ventaja sobre los demás.
El otro descalabro fue que el IGC premió cuento y poesía pero no teatro. Hasta hoy el IGC no ha informado si ese género del concurso fue declarado desierto y porqué.
Tal vez porque quien lo ganó no es amigo de Ciltali ni de su esposo. O tal vez porque el ganador tiene más de treinta y cinco años y este gobierno sólo premia a jóvenes, (como quienes ganaron en poesía y cuento). O por ambas razones. ¿Cómo saberlo si en el IGC todo es a gusto y beneficio de sus directivos y de sus amigos?
En días pasados el gobernador Aguirre Rivero arremetió contra los guerrerenses al acusarnos de “no sembrar valores en nuestros hijos”. Es de lamentar que él no voltee hacia su administración para observar que en el caso del IGC se inserta a jóvenes creadores en la corrupción, pues para que unos ganen se violan los reglamentos y se ajusta todo a su favor sin que importe el esfuerzo de los otros participantes, el respeto a las instituciones y a la sociedad. Cadena de corrupción que, por supuesto, se replica en toda dependencia.
Ante eso sólo queda lamentar que un concurso como el María Luisa Ocampo, que llevaba trece emisiones sin descalabros, haya caído en el descrédito con este gobierno.
Y recordar al gobernador que no todos los guerrerenses apuñalamos a nuestro estado; en febrero, el de la pluma rechazó su derecho a cobrar sesenta mil pesos que había ganado limpiamente en el Programa Estatal para la Cultura y las Artes PECDAG en protesta por la corrupción en el IGC; y llevo seis años dando gratis clases de literatura a mis paisanos.
Así, miles de guerrerenses trabajamos a diario con desprendimiento, honestidad y orgullo por Guerrero, nosotros no lo hundimos. Cuando el gobernador quiera hallar a los culpables de nuestro atraso que busque primero en el gobierno.
En la próxima: “La fiesta de la Nao o porqué algunos globos no se elevan”.
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com;
El encuentro Multidisciplinario Interinstitucional Itinerante “Arquitectura de México. Historia en Acuarelas” estará en Guerrero el 30 de noviembre. Adjunto invitación.

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