Yo, ciudadano
Autodefensas:
cultura II
Gustavo
Martínez Castellanos
El
problema de las autodefensas como expresiones culturales, sin embargo, tiene un
trasfondo mayor en el que de alguna manera se muestra la otra cara de su
realidad. El caso del Estado de Guerrero es paradigmático. Aquí,
“culturalmente” las comunidades sólo han servido para alimentar una idea de
folclor: petates y blusas de manos indígenas para el concierto de Plácido
Domingo; y para justificar estipendios insulsos: discos de canciones vernáculas
y uno que otro libro bilingüe por región.
Esos
grados de la demagogia, caricaturas de encubrimiento, son hijos de la cultura
de la simulación de los gobiernos: vemos en los anuncios de Guerrero cumple un camión que transporta
a discapacitados; niños con ciertos problemas de salud reciben “equinoterapia”;
chavos que son publicados y que reciben becas de CONCAULTA a través del IGC.
Lo
que la publicidad no dice es que en todo el estado de Guerrero hay un solo
camión que transporta discapacitados, que está en Acapulco y que sólo lo hace
por la Costera; que sólo en el parque Papagayo –en la Costera- y a unos cuantos
niños se da equinoterapia, y que el IGC sólo publica y tramita jugosas becas
–en Acapulco- para los amigos de Citlali Guerrero como publicitó con bombo y
platillo esta semana El Sur.
¿Cuándo
llegarán esos beneficios a pueblos y comunidades? Nunca. Allá, si hay
televisión y radio sólo llegará la sensación de que Guerrero cumple, de que vamos
bien.
Hartos
de vivir de “sensaciones” las comunidades decidieron romper el cerco demagógico
y darse a sí mismos seguridad. Su rebeldía ha conseguido paz en sus zonas.
Empero,
tanto Congreso como gobierno federal, tienen dudas sobre la autenticidad de esa
rebeldía. La maquinaria de simulación de los gobiernos en algunos casos alcanza
los niveles del arte; y Guerrero no es la excepción. Como dije, es paradigmático:
el confort que expele la imagen turística de Acapulco ha servido inclusive para
dar al mundo la idea de que en Guerrero no hay miseria extrema. De que Guerreo cumple.
Visto
así ¿quién garantiza que el gobierno de Ángel Aguirre no cederá a la marca de
su cultura regional y erija -como en el IGC para Citlali- otro cacicazgo y convierta
a las autodefensas en un ejército a su servicio personal y el de sus intereses?,
¿o al servicio electoral de la “izquierda” que lo llevó al poder?, ¿o de
entidades ajenas a la legalidad?
En
Guerrero el caciquismo es cultural, varios políticos de familias “grandes” han demostrados
una fuerte inclinación a preservar el poder a través de guardias blancas o “gente que le es fiel”. Y es histórico: Juan Álvarez, el más grande cacique regional,
llegó incluso a ser presidente de la
república.
Por
ello es que ante el surgimiento de las autodefensas desde el primer artículo de
esta serie expuse que eran un brote de
conciencia que teníamos que cuidar. Sobre todo en este gobierno, que ha
hecho de la simulación y del engaño, arte. ¿Pondrá el temor a ese arte fin a las autodefensas? Del resto
de los guerrerenses depende. La Historia y nuestra cultura están en su contra,
pero la política de simulación de este
gobierno estatal las condena.
El
Congreso y el gobierno federal, único
poseedor del monopolio de la violencia legal, tienen la palabra, o los
regulan ellos o entregan a pueblos y comunidades la paz y la armonía eficaces y
eficientes a que también tienen derecho. Aún sobre nuestros más profundos y
pesados hitos culturales. Y sobre la cultura de simulación de este gobierno.
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