martes, 25 de enero de 2011

Espionaje, grabaciones y campañas


Yo, ciudadano
Espionaje, grabaciones y campañas
Gustavo Martínez Castellanos

El multitudinario cierre de campaña de Ángel Aguirre dio cuenta de que la grabación ilegal que el equipo del PRI realizó de una conversación privada de Aguirre no funcionó.
Existen varias razones que explican eso. La primera recae en la aplicación de la operación de control de daños del equipo de campaña de Aguirre. Una acción pensada sólo para amainar el impacto de la grabación en su nicho original: los votantes jóvenes de las zonas urbanas del estado. Y que, dirigida contra la plana mayor del PRI -Paredes, Nieto, Beltrones, Salinas- atrajo nuevamente las simpatías de ese nicho hacia Aguirre.  
Además, la reacción del Doctor Añorve, fue de bajo nivel: “Primero que aclare a qué vendrán los zacatecanos”, exigió; pero nunca dijo a quién debía aclararle nada ni por qué, ya que el “para qué” se encontraba establecido en la grabación. Con esa réplica, Añorve pareció dar a entender no sólo que no había escuchado debidamente la grabación sino que no sabe leer porque sus periódicos aliados publicaron la transcripción en su totalidad.
La segunda razón obedece a que, después de las denuncias por la agresión contra Sánchez Nava y por la aparición del manual de Guerra Sucia del PRI para revertir su tendencia a la derrota o para inhibir el voto, el envío de la grabación pareció un acto de venganza: visceral y mal hecho. El electorado lo percibió con claridad y asumió que Añorve había actuado irresponsablemente otra vez.
Sin embargo, la tercera razón parece haber sido la de mayor peso. Desde el inicio de esta contienda advertí en este espacio que durante la precampaña para la gubernatura en 1998 el equipo del aspirante Manuel Añorve había erigido un centro de espionaje cuya existencia fue denunciada en varios medios locales. Era evidente que en esta ocasión ese equipo no podía dejar de erigirla nuevamente; he ahí sus resultados. Por ello la reacción del ciudadano común ante la grabación del diálogo telefónico Aguirre-Corichi fue de preocupación: si el PRI espiaba las llamadas de su contrincante político y podía grabarlas con tanta calidad ¿quién podía garantizar que no lo hubiera hecho ya con cualquiera? Cientos de miles de llamadas telefónicas privadas captadas, grabadas y almacenadas las veinticuatro horas del día. Una invaluable base de datos que  no sólo puede ser usada para fines políticos sino que puede caer en manos de la delincuencia organizada. La idea se vuelve demencial cuando recordamos las llamadas del PRI a todas horas a miles de domicilios: nadie está a salvo. El caso Aguirre-Corichi sacó a la luz esa vulnerabilidad ciudadana ante la visión torcida de la política que el PRI tiene. ¿Quién sigue?
Ante esa verdad que desenmascara al PRI y ante las otras razones citadas, el electorado cerró filas y se volcó en el cierre de campaña de Aguirre. Que haya ido más o la misma cantidad de gente que asistió al evento anterior no es de tanto peso: lo importante es que no haya ido menos. La potencia de la afluencia dio cuenta de que la sucia estrategia del PRI no resultó y que en cambio se le ha revertido porque ha dejado en el ciudadano común la impronta del miedo: agresiones, guerra sucia, espionaje telefónico ¿quién quiere un gobernador que hace uso de esas prácticas nefastas? Creo que, en su sano juicio, nadie.
Para reforzar esa percepción una nueva encuesta ha vuelto a poner siete puntos arriba a Aguirre de Añorve. Lo que sigue entonces, es asistir a votar y vigilar la transparencia de la elección. No debemos tener miedo: somos una sociedad decidida a vivir el cambio.
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@mail.com.

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