miércoles, 26 de enero de 2011

Parra


Yo, ciudadano
Parra
Gustavo Martínez Castellanos

Y finalmente lo hizo. Y con ello, dio pie a que Aguirre mostrara su naturaleza para hacer política. Para consensuar. Para tender puentes de entendimiento. Para unir y sumar. Para conglomerar. Para hacer política positiva. De servicio.
No sólo eso. También dio oportunidad de que pudiéramos observar que Aguirre proyecta, planifica. Avanza en diferentes niveles al mismo tiempo. Y de que cuando convence, convence en serio.
Porque la declinación de Parra hacia la candidatura de Aguirre no representa una alianza de partidos, o un pacto político. O una suma ideológica. O filosófica, fuera de la pragmática de servicio al pueblo. Tampoco es una declinación circunstancial. Es la concreción natural de una decisión pensada y madurada durante esta campaña; aunque asumida desde sus inicios. Parra no dimite: admite, acepta, se integra al proyecto que terminó por con-vencerlo. Parra tiene la convicción de que la de Aguirre es la mejor opción de las dos más fuertes que se encuentran en pugna. Con ello no sólo le marca la pauta al ciudadano promedio, sino que también lo hace para el ciudadano de elevado nivel económico, político, social y cultural. La adhesión de Parra al proyecto de Aguirre  encierra tantos significados y marca tantos alcances que es imposible asumirlos todos en toda su variedad y en toda su dimensión. Sobre todo,  en su dimensión histórica.
Históricamente, su declinación, inicia por señalar de aberrante la posición política y filosófica de muchos actores que abandonaron el proyecto político aguirrista para adherirse al proyecto priísta y asumirse a lo que dialécticamente dio inicio, vida y sustento a un profundo devenir de rechazo a esa fuerza política que ha mantenido en el atraso a Guerrero.
Continúa en el hecho de que cuando Parra abraza el proyecto de Aguirre lo hace porque reconoce su solidez a través del reconocimiento de las similitudes en sus programas y sus alcances y por ello decide darle más fuerza a esas confluencias.
Y se proyecta a futuro como una fuerza de cambio, de modernización. De progreso en la que se entiende nuestra pluralidad indisoluble y la fuerza que adquiere a través de alianzas que son más benéficas para nuestro estado que la lucha necia y torpe que lastima ciudadanos, a las instituciones y a nuestro porvenir.
La adhesión de Parra no redundará en una adición de sus votos a los votos de Aguirre, sino que generará una avalancha de sufragios a favor de Aguirre como resultado del análisis del acto de madurez política de Parra. El servicio que hoy él ha prestado a su estado inicia con el ejemplo que ha dado al ciudadano indeciso ante la urna y culmina con un tremendo rechazo al caciquismo en Guerrero. Con Parra, nuestro estado grita: No, a la violencia política. No, a sus viejas usanzas. No, a la estancia feudal de una familia en el poder.
Ahora, hay que vigilar que Figueroa no se desdiga de esta declaración: “El asesinato político ya no es necesario”; hoy que le tocará ver de nuevo la derrota del PRI en Guerrero.
Son tiempos luminosos. Bienvenidos. Marco Antonio Parra pasará a la historia como una pieza clave en ese cambio tan anhelado por el que Guerrero ha luchado desde siempre.
Ahora, debemos honrar la nobleza política de Parra y hacer nuestra parte: asumir nuestra ciudadanía, sabernos capaces de generar el cambio y salir a votar este 30 de enero por Ángel Aguirre Rivero, candidato de la coalición “Guerrero nos une”.
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com.

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