lunes, 2 de mayo de 2011

Crimen de izquierda


Yo, ciudadano
Crimen de izquierda
Gustavo Martínez Castellanos

Tres semanas después de que el primer gobernador guerrerense de izquierda no entregara el poder; y en plena temporada vacacional, el nuevo procurador informó que el original del expediente del asesinato de Armando Chavarría no existe en la dependencia a su cargo. Inmediatamente, el Congreso lo llamó a comparecer. Ahí, fue vapuleado por los zeferinistas: No manipule el caso, saque de él sus pleitos personales. El resto de la bancada izquierdista hizo mutis. La prensa izquierdista también; raro: en este caso, ninguna “copia del expediente obra en” su poder, no como en otros, menos importantes. En cambio, están seguros de que el culpable es Zeferino, no miembros de la guerrilla. El procurador queda, así, cuestionado y desacreditado en sus funciones. Otro más que muerde el polvo.
Los pleitos de esta izquierda (del algún modo hay que llamarla), no son sólo de su competencia. A pesar de la continuidad –ya que argumentan que el de Aguirre también es un gobierno de izquierda- la parte que al resto de los guerrerenses debe llamar la atención del caso Chavarría es que la Procuración de Justicia en Guerrero difícilmente dejará de ser un desastre. Y que, en materia política, las cosas pintan peor.
En primer lugar, tenemos el asesinato de un ciudadano guerrerense. Olvidemos la potente privilegiación que la izquierda y sus tabloides hacen de él en detrimento de toda idea de democracia. En segundo lugar, tenemos un proceso viciado desde el momento en que no se arraigó a quienes contaminaron y alteraron la escena del crimen. En tercer término tenemos tres procuradores de justicia que no han sido llamados. En cuarto término, tenemos una bancada de izquierda que nunca exigió con la contundencia debida la solución expedita de ese y de todos los demás crímenes cometidos en este gobierno. En esa misma tesitura tenemos una prensa izquierdista que tampoco abogó –ni abogará- por los derechos de todos los guerrerenses; y que sólo se desgañita por los miembros de su corriente política. En quinto lugar tenemos al ex gobernador, a sus secretarios generales de gobierno, a su súperasesor, y a toda su primera plana que participó de sus decisiones y que sirvió de enlace también con la bancada izquierdista. Nadie los ha llamado a declarar hasta ahora, ni el PRD los ha cuestionado. Ante todo esto no podemos menos que observar que el título del libro de Tomás Tenorio Galindo Un asesinato político adquiere su verdadera dimensión: un partido que ha llegado a esos grados de autoencubrimiento y que hoy día dice ostentar nuevamente el poder no puede ya replicar de la forma en que lo hiciera antaño al diputado priísta Héctor Vicario Castrejón: “En mi partido no hay asesinos”.
La postura del actual procurador, todo lo descrito arriba aparte, es humana: en el nudo gordiano que es este caso, el mensaje que la desaparición del expediente implica denota que hoy, más que nunca, nuestro sistema de justicia está fuertemente politizado; y López Rosas, que deseaba vindicar su nombre, así vuele a quedar en desventaja. Es verdad, él cuenta con sobradas experiencia jurídica, política y gubernativa; pero el peso de su partido es enorme; lo hemos visto cada vez que los ciudadanos elevamos la exigencia de que las instituciones actúen democráticamente y el PRD vuelve a privilegiar sus necesidades y las de su elite por encima de las de la población. Visto así, el caso Chavarría en lugar de significar una  oportunidad para la justicia puede significar el fin de la carrera de otro procurador en Guerrero. Confiamos en que López Rosas consiga romper esa tendencia.
 Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com

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