Yo, ciudadano
CETEG
- autodefensas: más cultura
Gustavo
Martínez Castellanos
La
satanización que algunos “analistas” realizan contra la CETEG y las
autodefensas tiene un fuerte tufo a olvido. ¿Cómo surgió el PRD? ¿Acaso no fueron
guerrilleros muchos de nuestros diputados? ¿No llegó a senador y a alcalde
Félix Salgado irrumpiendo congresos con mantas y costales? A finales del
sexenio de Salinas todo el país andaba en las carreteras marchando. Sí, desde
San Luis Potosí hasta la selva lacandona.
La
ultraderecha, la derecha y la izquierda colaboracionista siempre han
manifestado su rechazo a la violencia
si viene de otros; a la protesta si es de aquel que está en la base de la
pirámide (o de la cadena alimenticia); desean, como los violadores afganos, que
la víctima “grite sin hacer ruido”. A modo. Pero nunca se han preocupado por
distribuir la riqueza, por equilibrar las cosas, por legislar legalmente. O por
actuar con justicia.
En
ese fuerte tufo a olvido sobresale esa prensa que protesta por falta de
garantías para ejercer su labor. Ésa que, muchas veces, cae en la extorsión y
que otras tantas es cómplice de los otros tres “poderes”. Ese olvido abarca el
hecho de que -aunque no lo acepte- su único lugar es “éste lado”, el de los
pobres, el de los indeseables, porque cuando se vienen los grandes desajustes también
entre sus filas hay muertos y desaparecidos.
Esa
es la sociedad que hemos construido. En Guerrero, altamente confrontada, polarizada
y perfectamente definida: desde los altos palacetes de nuestros lujosos centros
turísticos hasta el surco seco en que el campesino arroja la magra semilla cuya
cosecha tal vez le arrebate el cacique de forma impune y cínica. Apoyado por la
“autoridad”.
Como
a los perredistas hace veinte años cuando aún no eran todo lo que denostaban; a
todo guerrillero, a cualquier luchador social, desde todo ángulo de nuestra
cultura política, el estado de cosas lo justifica: la inconformidad, así, es
signo de vida. Es moneda de cambio. Inclusive de aquellos que son acusados de
haber recibido dinero del gobierno y que ahora protestan porque dejaron de
recibirlo; o aquellos que creyeron que el gobierno era interlocutor y que estaba “abierto al diálogo”; o aquellos que con la
curul o la silla edilicia se sintieron intocables. Todos, en algún momento
hemos sido víctimas del atropello de los que están en un nivel más alto de la
pirámide. Y todos, alguna vez, hemos protestado.
En
efecto, no con palos o piedras, marchas y plantones; tomas de carreteras pero
sí con la certeza de que estos gobiernos nos la deben. Y que nunca terminarán
de pagárnosla.
¿Cuándo
terminará este tiempo en que el gobierno corrompe todo? ¿Cuándo llegará el
tiempo en que el gobierno regule, escuche e imparta justicia sin distingos?
Si
se hubiera tomado en cuenta a los maestros para legislar sobre una reforma
educativa –no administrativa de la educación- y si hubiera seguridad en las
comunidades, no veríamos a esos mexicanos retando a las fuerzas del orden, enfrentándose
a policías entrenados para someter y dispersar. Ni crispando los nervios de la
gente nice.
Este
es el Guerrero que hemos armado. Es el único que tenemos. Debemos entenderlo y
asimilarlo. O cambiar de residencia. Porque de momento resulta imposible
cambiar a un pueblo justificado desde su gobierno para protestar. Aún con
tantos olvidos a cuestas.
P. D. Lo dicho: Alejandra
Frausto no quiere abandonar su minita de
oro: Acapulco; ahora trae a un periodista español a “presentar” un libro. Nunca
nos soltará, nuestra ciudad es su mayor fuente de ingresos. Otro avance que hay que agradecerle a
Aguirre.
Nos leemos en la
crónica gustavomcastellanos@hotmail.com
www.culturacapulco.com; culturacapulco.blogspot.com
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