miércoles, 24 de agosto de 2011

El Parque de Diversiones II

Yo ciudadano
El Parque de Diversiones II
Gustavo Martínez Castellanos

Otro de los grandes y profundos problemas que enfrenta Acapulco es la visión de sus alcaldes. La mayor parte de ellos lo han visto como un peldaño hacia posiciones políticas más altas y rentables; dos han logrado ser gobernadores: Zeferino Torreblanca y René Juárez. Añorve, nuestro primer edil, ha intentado también ese camino. Desafortunadamente, su partido le dio esperanzas en lugar de haberle exigido lo de siempre: “respeta tus votos de obediencia y  disciplina: espera tu turno”. Así, Ángel Aguirre le ganó las elecciones de abril pasado con la aprobación de un electorado que en las urnas acapulqueñas mostró su rechazo a Añorve quien, además, ya había gobernado Acapulco en un interinato. Sin embargo, haber perdido la gubernatura por un pequeño margen de votos dio a Añorve la esperanza –otra vez- de poder alcanzar otro puesto de elección popular: una senaduría. En el camino a ese escaño, Añorve nuevamente ha desdeñado los inaplazables problemas de Acapulco y se ha puesto a privilegiar su imagen tratando de asegurar su futuro político.
Su camino al senado pasa por el pleito con el poder federal en manos panistas y la resucitación de la consigna ruizcortinista “Acapulco también es México” en un mal momento. En su sexenio, Adolfo Ruiz Cortines deseaba que los inversionistas mexicanos voltearan hacia los sectores productivos estratégicos de la economía nacional, no sólo hacia el turismo al que Alemán le había dado un inusitado auge al final de su sexenio y del que extrajo jugosísimas ganancias personales. Hoy, aquel nacionalismo, aparte de anacrónico es contraproducente: lo que Acapulco requiere es más inversiones. Más apertura.
El camino al senado también pasa por la izquierda. Al menos por una parte de lo que en Guerrero se ha dado a conocer como “izquierda”. La imposición del nombre del extinto Armando Chavarría a un parque acapulqueño ha propiciado que su viuda, sus hijos y seguidores se acerquen al actual acalde priísta. Los acapulqueños, en cambio, nos preguntamos qué tenía o tiene que ver Armando Chavarría con Acapulco para que uno de nuestros espacios urbanos lleve su nombre. A contrapelo, el Almirante Argudín Alcaraz, uno de los más recios y preclaros alcaldes acapulqueños sólo alcanzó, en esa carrera hacia la senaduría de nuestro edil, que una calle lleve su nombre. A Argudín Acapulco le debe una visión de gran ciudad; el almirante había previsto sus profundos problemas y había propuesto diversas soluciones que podrían cambiar el rostro de Acapulco. Argudín era un hombre culto y de mundo; una de esas soluciones fue ampliar Juan R. Escudero –nombre emblemático acapulqueño- hacia Costera y, otra, ampliar Cuauhtémoc hacia Hurtado de Mendoza. Desafortunadamente diversos actores políticos, empresariales y populares no entendieron la necesidad de desahogar el centro de Acapulco con vías más amplias. Hoy padecemos las consecuencias de aquella reticencia. Sin embargo, López Rosas –otro acapulqueño-, sí entendió a Argudín y amplió Cuauhtémoc hasta Humbolt. Faltaba que Félix Salgado continuara aquella obra urgente, pero él prefirió hacer el puente inservible –pero muy rentable para sus finanzas personales- sobre Hurtado de Mendoza. Con Añorve renació la esperanza de que continuara aquella ampliación, pero Añorve prefirió seguir los pasos de Félix y erigió otro puente inservible. Argudín nos dejó el parámetro del alcalde que se preocupa por su ciudad y trata de mejorarla. A Chavarría ¿qué le debemos los acapulqueños?, sólo Añorve y su cabildo lo saben.  
Claro, ni Añorve, ni Félix, ni Chavarría son acapulqueños.
Pero el camino al senado no se detiene en la “izquierda” pasa también por una visión cultural cojitranca, grotesca. En ese rubro, el gobierno de Añorve salió peor que el de Félix quien cuando menos–y esto no lo exonera ni de sus inmensos yerros ni de sus latrocinios en la materia- tenía tríos y danzoneros trajinando todo el tiempo en el zócalo (salvo cuando los indígenas artesanos se pusieron en huelga de hambre para protestar por haberlos dejado sin espacios para subsistir); Añorve, ni eso. En cambio ha preferido volver a financiar un Encuentro de escritores que pagará de nuestros impuestos la estancia, bebidas alcohólicas y comida de medio centenar de escritores foráneos en hoteles locales. Ya en dos ocasiones  se comprobó que esos Encuentros sólo sirven para que sus organizadores asalten el erario. Son tan deplorables que, el año pasado, los dos tabloides que primero propiciaron su existencia (y la de otros eventos no menos costos e igual de inútiles) protestaron por sus excesos**. El Sur, a través de Aurelio Peláez, uno de sus fundadores y más representativos editorialistas, consignó que el Encuentro de Escritores pecaba de excesiva vacuidad y aldeanez y, La Jornada, cuyo director es el exalcalde Félix Salgado (que protegió, alentó y financió a esos cultureros que lo ayudaron a desviar los recursos del área) publicó la reproducción de un chat en Facebook en el que los “escritores” invitados festejaban entre otras cosas la estancia gratuita en los hoteles porteños “para pasársela bien”, los vales para bebidas alcohólicas –que fotocopiaron para comerciar con ellos (¡!)- y los desperfectos ocasionados en las hospederías que los albergaron. Todo, con cargo a nuestros impuestos. Ahora, para intentar darle un atisbo de respeto a uno de esos Encuentros la alcaldía propuso otorgarle en él un reconocimiento al escritor acapulqueño José Agustín. Lástima que lo vaya a recibir rodeado de los “escritores” que durante los trienios de López Rosas y Salgado Macedonio acusaron a la Directora de Cultura Aída Espino de haber desaparecido los recursos del área (cuando quienes disponen de ellos son los titulares de Desarrollo Social, en aquel entonces, Rossana Mora y Fabiola Vega). Esos mismos “escritores” que rodearán a José Agustín fueron los que en contubernio con El Sur y La Jornada pugnaron por defenestrar a Aída Espino de la Dirección Municipal de Cultura hasta lograrlo y trataron de aniquilar al José Agustín, concurso de cuento que Aída erigió 15 años atrás en honor a su primo.
Sin embargo, que la alcaldía quiera entregar a José Agustín un reconocimiento en los días en los que Aída Espino, el Jurado del José Agustín y José Agustín mismo entregarán el premio homónimo a los ganadores del certamen, lleva una carga de insania única pues podrían empalmar su evento con el de Aída sólo para que José Agustín no esté en el de ella.  Hacer eso bien podría tomarse como un acto diabólico.
Desafortunadamente el camino al Senado no pasa por una seria visión cultural de nuestra ciudad. De ser así el gobierno de Añorve hubiera apoyado el trabajo de Aída Espino cuando menos no obligando a la profesora Themis a echarla con sus talleres de la biblioteca que dirige. O, aportando recursos para el José Agustín (¡y ahora Añorve quiere entregarle un reconocimiento!). Con los Encuentros de escritores este gobierno gastará más de un millón de pesos. Infame forma de traer turistas a Acapulco. Y sucia: con cargo a nuestros impuestos. Con gobiernos y posturas así, ¿cómo no entender que las mafias –incluidas a las culturales- vean a Acapulco como un botín de guerra? Difícil que ganemos esa guerra.
Nos vemos en la premiación del José Agustín este viernes 26 en el salón Coral del Hotel Ritz a las 19:00 Hrs.
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com

** Para acceder a las notas de El Sur y La Jornada citadas: 
"El encuentro de jóvenes escritores: vaca que no da leche":

http://www.suracapulco.com.mx/opinion02.php?id_nota=6599

 "Cerveza y tequila, con cargo al erario":

http://www.lajornadaguerrero.com.mx/2010/09/21/index.php?section=sociedad&article=008n1soc


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