domingo, 25 de septiembre de 2011

Profesores, un diálogo


Yo, ciudadano
Profesores, un diálogo
Gustavo Martínez Castellanos
Las opiniones que envío a algunos remitentes casi siempre concitan el diálogo. En el caso de mi último texto, Profesores, llegaron a mi bandeja de entrada muchas felicitaciones por “el retrato tan certero del magisterio local” y también denuncias como la de la maestras Bello, quien está atendiendo a niños que fueron abandonados por sus profesores; o la de la maestra Guinto que señala que muchos maestros “fueron a México a comprar el título”. Me gustaría reproducirlos todos, pero no puedo; por ello, con mi gratitud ofrezco una disculpa a mis remitentes por reproducir sólo uno de los tantos textos que recibí, y que considero que aporta una visión más extensa y profunda del problema magisterial. Quiero agradecer a su autor, el Doctor en Pedagogía, Humberto Santos, por haber respondido afirmativamente a mi súplica de permitirme reproducir su amable envío  a este espacio.
“Estimado señor Gustavo Martínez Castellanos:
En alguna parte, Mario Benedetti dice:
"Hay dos formas de crear conciencia política:
Una es por el hambre, la otra es por la educación..."
“Mi referencia se debe, a que mi formación y mi trabajo de varios años como educador guerrerense, me obligan a hacer algunas precisiones con relación a lo que usted escribe sobre los profesores. Mi propia experiencia de aprendizaje vivencial me ha enseñado a entender las amarguras que significan educar en un contexto sumamente hostil, donde, desde el poder, la tarea de educar se mira con desprecio, porque lo que menos interesa es precisamente la tarea de "educar al pueblo". Por eso, el tema de la educación debiera ser el de la más alta prioridad en cualquier proyecto de estado y de gobierno, toda vez que, sin educación integral no tenemos ninguna posibilidad de aspirar a poner un pie en el primer peldaño de la escalera del desarrollo entendido éste desde una perspectiva propia y no como dogmáticamente lo asumen los tecnócratas neoliberales -fieles reproductores de las recetas del llamado "consenso de Washington"-, o peor aún, la forma en que nuestros administradores locales manejan la economía del estado que terminan reproduciendo lo que no son capaces de entender. No es este el espacio para intercambiar ideas sobre esta cuestión, porque, por ahora, sólo me preocupan los juicios que usted se permite suscribir acerca de los profesores y sobre un tema que, si bien no es exclusivo de Guerrero, la evidencia demuestra, que es aquí donde más nos lastima.
“En esa tesitura y sin otra finalidad que buscar espacios de diálogo que nos permitan entender de la mejor manera posible los problemas que vivimos, me permito hacerle llegar los siguientes comentarios, muy breves porque le reitero, no es posible, mantener por esta vía, un intercambio más amplio;
“1. Desde 1993, cuando se firmó el llamado Acuerdo para la Modernización de la Educación Básica y Normal, quedaba claro que la prioridad no era la calidad educativa -entendida como formación integral del sujeto y no como el eficientismo que ahora se conceptualiza en la llamada ACE-, y ese acuerdo contribuyó a acelerar el proceso a través del cual, la profesión de educador -de profesor, si se quiere-, se concibiera como "una simple chamba". Le doy una evidencia: a partir de entonces, en Guerrero crecieron de manera impresionante las escuelas privadas que se dedicaron a la formación de maestros, es decir, la educación pasaba a ser una mercancía más, y ya no importaba que el profesor se formara con valores para entender la función pedagógica de educar, sino que las escuelas normales y las formadoras de docentes pasaron a ser una especie de "agencia de colocaciones." Según los datos que tengo, somos el estado con más escuelas normales en el país: 9 públicas y 18 privadas, y hasta hace dos años, una sola escuela privada de Acapulco tenía la misma matrícula que todas las nueve normales públicas. Por supuesto, es impensable que eso pudiera existir si no fuera por las complicidades del poder público.
“2. En Guerrero, lo que más se produce son profesores y abogados. Paradójicamente, los problemas que son el obstáculo más grande para el desarrollo, son: el rezago educativo y la violación a los derechos humanos. Por eso su aseveración de que los profesores habían permanecido indiferentes a la violencia "hasta que les tocó", no es tan cierta. Si usted recuerda, una de las demandas recurrentes en los movimientos magisteriales ha sido precisamente el respeto a los derechos humanos y en contra de la violencia instrumentada por el estado para el ejercicio de las libertades públicas. Por supuesto, los vicios que usted menciona existen, pero lo más justo es contextualizarlos. ¿Cómo llamar al deber ahora a los profesores cuando permanentemente se les ha utilizado para las campañas políticas en tareas que nada tienen que ver con la educación democrática, sino con su negación?
“3. La primera obligación del Estado es garantizar la seguridad de sus ciudadanos, de tal manera que si se pierde esa capacidad el estado no está cumpliendo con los fines a partir de los cuales se establece el pacto social. Por eso, la afirmación de usted de que los profesores "son víctimas porque tienen dinero cada quincena, porque cuando ostentan sus autos, sus vicios y sus malas costumbres patentizan que ganan bien" me parece una interpretación muy apretada, porque no todas las maestras son Elba Esther Gordillo ni todos los profesores son senadores o diputados, o pueden tender acceso a las cuotas sindicales. Usted sabe muy bien que esa minoría privilegiada nada tiene que ver con los profesores que están en las aulas. Es casi seguro que un asesor de cualquier oficina gubernamental -director general para arriba y que normalmente son aviadores y conforman la burocracia improductiva-, gane más que cualquier profesor o investigador universitario.
“4. La exigencia de la seguridad pública es una demanda ciudadana generalizada, porque todos tenemos derecho a vivir en paz, y así como el capital extranjero exige estabilidad para invertir en el país y el estado suele comprometerse a garantizarles todo lo que se le pide, me parece que los maestros están en su derecho de pedir que se les den las condiciones mínimas para el ejercicio de su tarea de educar y, le reitero, esa es una obligación primaria del gobierno, en todos sus niveles, Se supone que para eso les pagamos, y por cierto, ellos si cobran muy bien. Si vamos a tener "un gobierno rico" y, en contraste, "un pueblo pobre", que al menos (aquél) haga la tarea que les corresponde. ¿No le parece una cuestión de elemental justicia?
“5. Por último, me parece que hay que empezar a debatir en serio el problema de la educación, porque -como alguna vez lo dijo Jesús Reyes Heroles-, "la SEP es un elefante reumático", pero esto tiene que empezar por una auténtica voluntad de atender de raíz el problema, lo cual implica que la educación sea realmente una prioridad. Espero que alguna vez se pueda abrir este debate.
“Le agradezco la oportunidad para saludarlo y poder intercambiar estas cosas con usted. Con el afecto de siempre. Humberto Santos.”
Hasta aquí el envío. Agradezco nuevamente al doctor Santos sus gentilezas y espero que mis lectores se sumen a este diálogo que nos concierne a todos.
El espacio está abierto.
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com

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