sábado, 17 de septiembre de 2011

Profesores


Yo, ciudadano
Profesores
Gustavo Martínez Castellanos

La actitud de los profesores guerrerenses trae a colación el poema de Martin Niemoller: “Primero vinieron a buscar a los comunistas pero yo no dije nada porque yo no era comunista / luego vinieron por los judíos (…)” etc. Nada les preocupaba, ni la violencia desatada en sus escuelas, en sus barrios, en su ciudad, hasta que los tocó. Sin embargo, su protesta hoy, aún cuando parezca egoísta, nos entrega algo invaluable en estos momentos: una radiografía del magisterio suriano y una réplica social de nosotros mismos.

Estábamos acostumbrados a que los profesores guerrerenses dejaran solos a sus grupos por cualquier cosa: por apoyar a algún compañero caído en desgracia o en la ojeriza de algún líder o de otro grupo de profesores. Docenas de escuelas eran tomadas cada semana en Guerrero por profesores molestos con sus directores, sus inspectores o cualquier otro superior en ese bizarro escalafón que la SEG ha creado para premiar todo menos un auténtico y profesional desempeño magisterial. Estábamos acostumbrados a que los profesores hicieran pleitos y plantones por acceder a unas cuantas horas más, a otra plaza; o por pasarle la plaza al hijo (así sea ilegítimo), o porque un nuevo profesor no les caía bien. Estábamos acostumbrados a que los profesores abandonaran sus grupos para salir de la escuela a cobrar su quincena; o para no perderse el jueves pozolero. O por asistir a la gira de la Banda Macho o al último concierto de la Trevi o de la Guzmán. Nuestros profesores, con la tremenda costeñez que a veces los aplasta, nos acostumbraron a verlos ebrios o a sobre las mesas en cantinas, pozolerías o el table dance. Así, la imagen de aquel profesor que tomaba al magisterio como tal, poco a poco fue borrándose de nuestra memoria y con él la práctica pública del más puro civismo que ha vivido México: el de los maestros emergidos de una visión republicana, revolucionaria, ética y profunda; inserta en la formación de un México ansioso de acceder al conocimiento y a la modernidad. Es verdad, los tiempos cambiaron, la educación cambió. El país se ha transformado; hoy tenemos más libertades. Pero ante el conglomerado de profesores que se lleva una gran tajada del presupuesto estatal y que en días pasados ocupó un carril de la costera no podemos evitar preguntarnos: ¿habrán pensado que la violencia jamás los tocaría?, ¿que su ejemplo de libertinaje e ineficacia educativa y laboral no les iba a pasar la factura? Hoy, como en el poema de Niemoller, la violencia vino por ellos porque tarde o temprano vendría por ellos. Porque no protestaron a tiempo. El servicio educativo que nos deben como sociedad desde las aulas lo están prestando ahora en las calles: su protesta es por todos; ahora que los más vulnerables son ellos. Y he aquí la réplica de nosotros como sociedad: la violencia que padecen los maestros en sus centros de trabajo tiene su base en la forma en la que están organizados, en la forma en que laboran y en el enorme pedazo de presupuesto que juntos se llevan de las arcas públicas: son víctimas porque tienen dinero cada quincena, porque cuando ostentan sus autos, sus vicios y sus malas costumbres patentizan que ganan bien. Y porque sólo se organizan para protestar por razones políticas y económicas no para defenderse ante contingencias como ésta.

Un anuncio del PANAL habla de que en las aulas se está librando la más importante batalla contra el narcotráfico. Eso es en otros estados; en Guerrero, los profesores las han dejado vacías y, como siempre, esperarán a que otros luchen sus guerras. El buen profesor nunca deja de aprender. Todos, en Guerrero, esperamos que los profesores entiendan ya la importancia de su papel social y empiecen por librar, con sus propios medios, esta batalla.

Nos leemos en la crónica: gustavomcastellanos@gmail.com

2 comentarios:

  1. Estoy completamente de acuerdo con usted. Los maestros buenos maestros o murieron o ya no están donde deberían, en una aula, ahora sólo quedan despojos que en muchos casos compraron sus títulos y por supuesto sus plazas.

    Todo esto me hace pensar, ¿en verdad México tiene independencia? En verdad lo dudo mucho.

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  2. Es la primera vez que los maestros tienen un motivo de protesta de verdad justificable, bien las escuelas no son seguras, pero con este tipo de actos las están haciendo más inseguras, haciendo que los niños sean más vagos y caigan mas fácil en pandillas o cosas peores.

    Aquí es donde debería entrar el gobierno o sino la sociedad, por lo que he visto en las noticias los padres solo aceptan la situación, sería mejor que se reunieran para crear una solución y exigir a los maestros que vuelvan a las aulas.

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