viernes, 30 de septiembre de 2011

Encuentro de Escritores Guerrerenses


Yo, ciudadano
Encuentro de Escritores Guerrerenses
Gustavo Martínez Castellanos

El miércoles 28, Federico Campbell -quien vive en el D. F. y recibe el Yo, ciudadano vía e-mail- me envió una invitación a asistir al Encuentro de Escritores Guerrerenses. De esa forma tangencial fue como me enteré de que en Guerrero habría un evento estatal literario pero al que sólo podría asistir como comparsa porque la inscripción de ponencias se había cerrado el 20 de septiembre. Una semana atrás.
Después de buscar otra manera de participar y de no hallarla, llamaron mi atención ciertos aspectos del evento que se me hicieron repetidos; así, decidí analizar su entorno.
Dicho encuentro fue “organizado” por un grupo de jóvenes chipancinguenses cuyo representante hizo referencia al mismo en una entrevista que le publicó El Sur ese mismo 28; en ella se quejó de que el gobierno no los apoya, después invitó a todo mundo a asistir. Pero en ningún medio había sido publicada la convocatoria.
En la web, apareció en un solo blog, cuyo titular -un reportero acapulqueño que hace poemas- coincidentemente también será expositor. En otro, “El tapanco”, fue subido hasta el día 27 con el programa, el temario y sus expositores: los mismos sujetos que hacen en Acapulco los encuentros de escritores jóvenes y de escritores del Pacífico.
La ausencia de publicación de la convocatoria y la presencia exclusiva de esos individuos da cuenta de que en todo esto hubo plan con maña. Muchísima maña.
Pues al no publicar la convocatoria nadie, salvo ellos, pudo registrar ponencia alguna.
De esa forma vuelven privado el encuentro y si lo llenan con sus compinches lo publicitarán como un éxito; y si no juntan mucho público, se quejarán de que el gobierno no los apoyó y de que fueron discriminados. Como usan recursos públicos reciben aval oficial y valor curricular; así, con ambos, podrán exigir más recursos públicos: becas y publicación de obra. De esa forma cierran el círculo que les permitirá medrar en el área durante mucho tiempo. Quienes dirigen el círculo deciden sin intermediación quién sí y quién no recibe beneficios. Quienes estén dentro y no se alineen siempre podrán ser expulsados y quienes desde afuera los critiquen, recibirán golpeteo de parte de todos.
Así, estos jóvenes “escritores” reproducen los peores y más anquilosados esquemas políticos. El suyo, aparte de discriminatorio, viola no sólo los derechos de otros escritores sino los de todo un pueblo que también tiene derecho a acceder a servicios culturales, a capacitación y a apoyo para poder expresarse con las técnicas y en los canales debidos. Nunca podrán, porque los gobiernos prefieren apoyar la torcida praxis de estos grupúsculos.
Añorve, en Acapulco, hasta les pagó hoteles y bebidas. Ahora, en Chilpancingo, el gobierno de Ángel Aguirre, a través del IGC, les facilitó el Palacio de la Cultura. Tal vez el gobernador, con todos los problemas que tiene que atender, no esté al tanto de estos yerros de su directora de Cultura. En cambio, es inconcebible que ella no se percate de las reales intenciones de estos cultureros ni de que con ellas exhibe al gobierno de Ángel Aguirre como discriminatorio y antidemocrático. Si Alejandra Frausto ha decidido admitir que una de sus colaboradoras implante en el estado sus sucios esquemas, debe saber que ya los sufrimos en Acapulco y que no funcionaron más que para exhibir el grado de corrupción y cinismo de quienes los alentaron. Aún puede mantener limpia la imagen de este gobierno. Sólo tiene que sacar de su equipo a la manzana podrida. Ella sabe bien quién es.
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com

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