Yo, ciudadano
Guerrero:
230 años
Gustavo
Martínez Castellanos
Parece
como si Octaviano hubiera esperado para irse el día grande del nacimiento de
Guerrero, el gran guerrillero de la historia de México. Aunque se adelantó, podemos
verlo con un pie en ese pasado que nos dio patria y, el otro, en su presente,
en el quiso enderezar el rumbo de esa patria. Se parecían mucho: rebeldes,
íntegros, morenos. A 230 años del natalicio de Guerrero, duele el silencio en su
entorno.
Pocas
obras hablan de él. Poco análisis. Como si pena y vergüenza lo rodearan. Como
si el Motín de la Acordada
hubiera sido la primera y más grande asonada del país y la quema del Parián pudiera
oscurecer todo lo que fue. Tal vez por eso, la historia, que narra sus grandes
méritos, ahí prefiera guardar silencio. Como cada noche del Grito el discurso
oficial calla su nombre. Tal vez en consonancia con el desafuero de la carta en
la que Simón Bolívar lo fustiga: “engendro de india y feroz africano”. Bolívar que
-había viajado por Europa y había sido educado en el liberalismo- y quiso hacer
de América Latina un solo país, empero, terminó desterrado. Cursó por última
vez el Magdalena escupido y asediado; seguido por el grito de la chusma:
“Longanizo”.
Cruel
el destino de los padres de la patria.
Guerrero,
ni adinerado, ni palaciego; altamente intuitivo, herido por la decisión de los diputados, no esperó más y, creyó, como muchos
combatientes, que merecía aquel objeto final de la lucha: el poder. Y la
gratitud y la obediencia de un país por cuya libertad luchó durante 10 años en
la serranía suriana. Década de hambre, dolor, sangre y muerte.
Terror
de los españoles, sólo aceptó la oferta de una paz por la promesa de la
formación de un nuevo país. Y la esperanza de
volver al hogar. Pero Iturbide, lo sabemos, lo relegó –el dibujo de la
entrada del ejército trigarante a la ciudad de México lo ilustra. Ahora, las
elecciones y Victoria lo volvían a relegar. No, otra vez. Y, mal aconsejado (por
las logias: Krauze) tomó el poder por las malas.
Su
martirio oculta una historia de intrigas que es imposible armar sin la investigación,
el análisis, los historiadores. Y una buena biblioteca. En Guerrero ¿quién
esperamos que haga esa tarea, no que vindique al patricio, sino que lo explique
en ése, uno de los hitos determinantes de nuestra historia? Llevamos dos gobiernos
de izquierda y hasta ahora ninguno se ha preocupado por alentar o propiciar
siquiera una discusión que abandone el cenáculo, la loa, la rima escolar. O las
reseñas de las mismas fuentes que, así, prolongan el mito, ocultan al sujeto,
pervierten el hecho y echan más paladas de inopia a la imagen del caudillo
suriano. Y silencio de vergüenza a su entorno.
Hace
unos días, leí en un envío que en Tixtla los organizadores del aniversario del
general lamentaban que el IGC no los hubiera apoyado. Después, el gobernador
declaró que la federación no valora a Guerrero. Vuelvo a preguntar: y nosotros ¿lo
valoramos? Parece ser que no. Parece ser que la patria, su patria, su estado,
vuelve a ser injusto con Guerrero: es un icono pero no deseamos conocerlo ni
explicarlo. Cuando su memoria y su fiesta deben ser elemento de celebración y
análisis; júbilo y orgullo. Un constante conocerlo y explicarnos. Pobre
Guerrero. Cruel destino el de los padres de la patria. Por como va el PRD, con
el paso de los años, el recuerdo de Octaviano transitará la misma ruta: el olvido.
Nos leemos en la crónica
gustavomcastellanos@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario