domingo, 20 de febrero de 2011

“Hablar bien de Acapulco”


Yo, ciudadano
“Hablar bien  de Acapulco”
Gustavo Martínez Castellanos
El sábado llegó a mi correo la invitación del señor Pedro Haces Sordo, presidente de la AHETA (Asociación de Hoteles y Empresas Turísticas de Acapulco), a unirme a la “campaña de imagen creada por la I. P.” local a través de un evento a realizarse este lunes 21 en la Diana “con el objetivo principal de crear una conciencia colectiva encaminada hacia la promoción positiva del Puerto y solidificar la imagen de la ciudad ante el turismo nacional e internacional y sus propios habitantes”. El texto pide el reenvío de esta invitación a todo mundo, pero no informa qué tipo de actividades se realizarán en la Diana el lunes 21 a las 12:00 hrs (o después) para poder arribar a tan nobles objetivos.
Durante el desayuno del domingo con Pal Kepenyes y Lumi ella explicó que el origen de esa campaña se encuentra en la proliferación de notas publicadas que privilegian la violencia que nuestra ciudad vive. “Tenemos que crear un contrapeso”, propuso Lumi.
Nadie puede negar que los afanes de Lumi y del señor Haces sean encomiables, pero tampoco que un análisis profundo de nuestra realidad podría ayudarles a canalizar con mayor aserto sus esfuerzos.
Ya desde su nacimiento como “destino de playa” en los 40’s Acapulco fue víctima de la información manipulada; para venderlo o para denostarlo. Durante el boom hotelero propiciado por la huída de capitales de Cuba, Acapulco fue piedra de escándalo debido a las políticas nacionalistas de Ruiz Cortines y López Mateos. En los setenta, las guerrillas iniciadas la década anterior, hicieron que la prensa nacional potenciara cada secuestro en nuestro solar. Quienes vivimos todo éso (yo terminaba la primaria e iniciaba la secundaria) y vemos lo que ocurre ahora, comprobamos que el eterno retorno existe. Y que, como sociedad, seguimos haciendo mal las cosas. Ya no se diga, nuestros gobiernos.
Por ello, en ese desayuno advertí a Lumi que la única forma de salvar al puerto de esa imagen negativa era volviendo a nuestras raíces, desenterrando nuestro ser original y único oculto aún en esa parte del municipio que las luces de la franja costera han opacado. Hablar bien de Acapulco es citar nuestras tradiciones y costumbres; nuestra espiritualidad. Nuestros buenos vecinos, nuestros alumnos destacados, nuestros grandes atletas y a los artistas que han explorado en nuestra interioridad y la han desvelado. Nuestros funcionarios y nuestros políticos no corruptos. Hablar bien de Acapulco es saturar las redes sociales y la net toda con lo bueno que también somos ya que los massmedia, en sus pleitos cupulares, siguen usando el nombre de nuestra ciudad para castigar a nuestros gobernantes y poder arrancarles más prebendas. De momento debemos olvidar la franja costera y sus reflectores. Eludir el paisaje. Lo repetiré una vez más: hoy como siempre, lo único que puede redimirnos ante el mundo es nuestra propia cultura. Hablemos de ella.
Posiblemente el señor Pedro Haces reúna una importante cantidad de ciudadanos preocupados por la seguridad en nuestra ciudad pero, en tanto no proyecte una imagen netamente humana de nuestra ciudad y continúe privilegiando la promoción del sector que proporciona boato y placer al mundo, no podrá sensibilizar a nadie de que esta ciudad es un lugar vivo cuyos habitantes merecemos respeto y certeza. Hablar bien de Acapulco no es difícil. Llevo años haciéndolo en mis talleres y en este espacio. Lo difícil es que la ciudad hedonista reconozca a la “otra”, a la verdadera ciudad, la que encierra toda su significación humana y mueve y pule diariamente eso que llamamos Acapulco ¿Querrá?
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com

5 comentarios:

  1. Me parece muy acertada la observación.
    Para este caso, me permito una cita: "Quien olvida su historia está condenado a repetirla" de Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana y Borrás. La pienso muy apropiada para describir lo que ocurre en Acapulco. Y es que la cultura forma parte de nosotros, y es esa misma historia y ese mismo proceso de aprender de los errores y no pasarlos de largo.
    Y no sólo por eso considero propicia la opinión de Gustavo, sino porque estos métodos, vanos, de querer revivir Acapulco son realmente arcaicos, y quizá hasta ilusos.
    Deberían ser utilizados los recursos para impulsar la educación, la cultura propia de Acapulco (que nace aquí, que se desarrolla aquí y se reconoce aquí y en cualquier lugar). Y no realizar barullos que al poco tiempo se olvida, ni traer personalidades de otros estados para galardonarlos, sino fomentar y promover estas actividades en aquellos medios que más fácilmente llegan a los jóvenes y al resto de la comunidad.
    Es una labor azarosa pero que generará reales y permanentes beneficios para la entidad. Sin relegar a la belleza natural del puerto (opacada por la basura) a la que con razón se le rendirá justicia por parte de aquellos que se desarrollen en un ambiente intelectual y de cultura. Esto, es una realidad, y una redituable inversión.

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  2. Me parece muy dificil (por lo menos como estan las cosas actualmente) que pueda haber un cambio radical en la cultura de Guerrero, si antes no hay un cambio radical en la mentalidad y politica.

    Se necesitaria que toda la sociedad sufriera un giro de 360°. De otra manera, los intentos (por mas loables que sean), sólo serian opacados o usados con fines politicos.

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  3. Querer que se hable bien del “Acapulco” que entre los medios y los intereses políticos han creado, me parece un disparate. Angustian a Lumi las primeras planas con descabezados que generan miedo; seguramente ignora que son propiciadas por los altos grupos del poder económico, que buscan precisamente una sociedad aterrada que acepte un ejército en la calle para imponer “el orden que le conviene”: un orden en el que no sea cuestionada la ominosa desigualdad social que vivimos. Un orden listo a silenciar a las voces críticas de la sociedad.

    Uno de nuestros problemas es que ni a los gobiernos ni a los medios les ha interesado nunca que la sociedad acceda a la verdadera cultura, es decir, sea capaz de organizarse para reflexionar, leer, discutir, crear tejido social y ser consciente de sí misma. Lo que urge es que la gente se agrupe (con el gobierno, sin el gobierno o a pesar del gobierno), por manzana y se proteja: que se una para cuidar a los niños, para alfabetizarse, para mantener limpia la calle de basura y de rufianes.

    Lo ideal sería que los medios realmente sirvieran al pueblo, no sólo lo estupidizaran, sino que crearan programas interesantes, foros, donde se plantearan abiertamente los problemas y buscáramos entre todos soluciones. Que las cámaras fueran a todos los rincones filmando los problemas y convocando a la sociedad a colaborar para resolverlos entre todos, después de haberlos discutido y analizado.

    Conforme se transformara Acapulco, las buenas noticias llenarían no sólo nuestras planas sino las de todo el mundo.

    Para esfuerzos como el tuyo o el mío, nunca ha habido cámaras; porque la gente preguntaría donde están los recursos con que debieran hacerse. Y ya sabemos que los dineros de la cultura son desviados por los alcaldes, que se sienten generosos con prestar a algunos artistas los espacios.

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  4. Sin duda es una labor de titanes querer que Acapulco brille por luz propia, cuando los encargados de ese "trabajo" son los mismos que la sepultan entre la burocracia y los intereses creados desde y para el poder. Creo que es, sin duda, labor de nosotros, los ciudadanos, pero no sólo hablar bien, sino hacer cosas que hablen por sí mismas, apostarle a la cultura, a nuestra identidad, vaya, seguir con lo que hemos hecho hasta el momento por nosotros mismos.

    Como siempre acertado en sus comentarios, Profe Gustavo.

    Un abrazo.

    Pao

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  5. Me parece que en estos tiempos hablar bien de Acapulco es hasta obligatorio pero creo que lo es más trabajar por esta ciudad, en conjunto, como sociedad. Con la participación de todas las personas que trabajan, quieren y viven este lugar, en verdad se podría lograr algo.

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