jueves, 24 de febrero de 2011

Aguirre, perredista


Yo, ciudadano
Aguirre, perredista
Gustavo Martínez Castellanos
Como todo costeño, Ángel Aguirre Rivero tiene un profundo apego a las simbologías. La suya es una personalidad en la que por igual se mueven sus sistemas político y familiar con un profundo apego a leyes inmutables. Esa proclividad le ha redituado arribar a todos sus objetivos en un estado envidiable: joven ha obtenido título, una hermosa familia, una cantidad ingente de amigos, éxito en la política y en los negocios. Sin dejar de sonreír un solo día. Sin dejar de divertirse, como alguna vez lo anticipó Portman.
En esa tesitura- que tiene todo de costeña y que denota una madurez incalculable para vivir- en esta nueva etapa de su vida ha decidido continuar alejándose de Zeferino en cada paso que da hacia su asunción al poder como gobernador de Guerrero.
Primero, durante la campaña, con un tino sin parangón evitó que el PRD intentara encasillarlo al obligarlo a que se declarara de izquierda. Con ello Aguire consiguió mantener cohesionada la pluralidad del electorado que lo llevaba en andas en esa cumbiamba en que se convirtió su campaña. Luego, reconoció públicamente que no era de izquierda pero que simpatizaba con ella. Eso no fue nuevo, durante su interinato seguido se refería a los actores del perredé como “los compañeros del partido de la revolución democrática”, porque “los compañeros del partido de la revolución institucionalizada” eran otros. Después de la salvaje agresión de que fue víctima Sánchez Nava lo visitó iteradamente y en su calidad de candidato de PT Convergencia y PRD exigió el esclarecimiento de ese acto vandálico. En ese periplo hizo el primer nombramiento de su gabinete que recayó en un perredista de peso: el senador Lázaro Mazón, futuro secretario de Salud. Hace unos días, dio un paso más: declaró que se afiliará al PRD como cualquier   militante. Aún más: aseveró que no formará corriente pues luchará por la unidad del partido
Zeferino, por su parte,  siempre se dijo de izquierda, cuando -aparte de su conciencia- todo mundo sabe que nunca lo fue-. Ni lo será –pero creo que esto sí lo sabe su conciencia-. Y, aunque nunca se afilió al PRD, trató de manejarlo por todos los medios habidos y por haber. Uno de ellos fue formar su propia corriente. Otro, “quemar” a sus cuadros más importantes como con Chavarría a quien le dio la Secretaría General de Gobierno desde la cual reprimió todo lo reprimible y dejó una estela de estudiantes y luchadores sociales lastimados y más resentidos con el gobierno. Otro, fue el de la persecución judicial, como obra en la demanda contra López Rosas y otros perredistas. Y, otra, fue la compra de conciencias como consta en sus declaraciones sobre diputados que se embriagaban en Casa Guerrero, se caían de borrachos y salían con los bolsillos cargados de fajos de billetes.
Aguirre ha avanzado con tranquilidad y respeto. Ha abierto las puertas del gabinete a los partidos que representó en su candidatura y, aunque aún no se reconoce izquierdista, ha decidido afiliarse al PRD y no generar ninguna corriente, sobre todo, para luchar por su cohesión y fuerza desde su interior. El simbolismo radica en que se afiliará al día siguiente de ser ungido como gobernador. Es decir, desde lo alto de su investidura política. Con ello  da una muestra de gratitud y congruencia política y de ideales. Sin embargo, su afiliación también es un asumir que, desde que renunció a 30 años de militancia en el PRI, había sido un hombre sin partido. Después del 2 de abril tendrá uno. Porque es imposible que el PRD no lo acepte en sus filas después de que desde la campaña le exigió hacerlo. Aguirre, estoy seguro, se afiliará con el mismo ánimo con que hace todo: sin dejar de sonreír.
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com

1 comentario:

  1. Gracias Gustavo, por venir realizando estos análisis sobre las facciones y las acciones de nuestro gobernador electo; creo que esto, entre otras tantas cosas, ayuda a los ciudadanos no sólo a elegir el papel que cada uno quiere tomar en el proyecto de Aguirre Rivero y así retroalimentarlo con su trabajo diario, sino a formar precisamente esa identidad que tanta falta hace a nuestro colectivo, identidad que necesita entender la mecánica de su estado y de su cultura; como bien sabemos, ya queda en el individuo la decisión de enrolarse responsablemente en la conformación de esta historia.
    Veo además, el carácter de símbolo en Aguirre, en su capacidad y certeza para ser la significación que cada contexto le exige, de lo cual dará ejemplo este dos de abril “desde lo alto de su investidura política”. Ojala sea desde ya el estado de Guerrero, un contexto en formación constante que exija el máximo rendimiento -la razón y humanidad ante todo- en la medida que da otro tanto.-
    Saludos,
    Ari

    ResponderEliminar