viernes, 14 de octubre de 2011

No confiamos


Yo, ciudadano
No confiamos
Gustavo Martínez Castellanos

No confiamos. Y no podemos confiar porque hemos sido testigos de sus atropellos. El más grande es el que han perpetrado en contra de Acapulco. Contra su visión de sí mismo, su historia y su futuro. Su identidad. Ellos nos despojaron de eso. Y ahora quieren atentar contra todo el estado.
Llegaron de fuera. No les interesó conocernos. Incluirse. Sólo querían poder. Dinero. Fama. Que lo hayan obtenido en otras latitudes porque en esas latitudes les gusta lo que ellos hacen no tiene nada que ver con nosotros. Llegaron a violentar. Abusaron de nuestra confianza y correspondieron a nuestra hospitalidad con violencia. Con traición. Cinismo.
Sí se volvieron un parteaguas. Hay un antes y un después con referencia a ellos. El antes era el suave devenir de lo que éramos, de la mano de nuestras tradiciones y nuestras costumbres. La forma en la que poco a poco nos descubríamos y nos conectábamos con nosotros mismos. Nos reconocíamos. El después, ha sido un eterno despojo. Una negación de lo que somos. Desprecio.
¿Cómo llegamos a esto? La historia es sencilla: los políticos que necesitan quién les hagan el trabajo sucio, les dieron nuestros espacios. Los pusieron al mando. Los invistieron de autoridad. Y ellos aprovecharon eso y señalaron desde ahí quién sí y quién no podía recibir identidad.
Sus encuentros lo demuestran. Pável nació en 1990 en Acapulco. Aquí vive. Es premio estatal de cuento. Pero nunca ha sido invitado a un encuentro de escritores jóvenes. Ni a uno de escritores del Pacífico. Ni a uno de escritores de Guerrero. Aunque es escritor, para ellos Pável ni es joven, ni es guerrerense ni vive en el Pacífico.
En la misma situación están Ari, Paola, Lisset, Ale, Carlos y muchísimos jóvenes escritores acapulqueños más. Y guerrerenses. Todos esos jóvenes escriben, crean, opinan, pero nunca serán tomados en cuenta por estos personajes que marcaron este después de discriminación y  desprecio. De-precio. Con ellos, la Dirección de Cultura de Acapulco; el Instituto Guerrerense de Cultura y CONACULTA deprecian no sólo a todos estos jóvenes sino a todos los demás escritores acapulqueños y guerrerenses. Pienso en Isabel Valdeolívar, en Graciela Guinto, en Aída Espino que son mujeres escritoras guerrerenses que tienen premios y emiten propuestas. El ayuntamiento de Acapulco, el IGC y CONACULTA las margina. Las desprecia a través de estos dos personajes.
Las menciono a ellas porque no puedo mencionar a decenas, cientos de mujeres más que escriben; y a los cientos de hombres que escriben y que, como todo mexicano, como todo guerrerense, como todo acapulqueño son violentados en sus derechos por esta pareja: el derecho a ser tomados en cuenta, a ser escuchados. A espacios y capacitación. A igualdad y democracia.
Si esta pareja hace todo eso ¿por qué los apoyan los funcionarios y las instituciones en esta infame tarea? Quiero pensar que es porque les solucionan algo. ¿Qué es? ¿El agotador trabajo de coordinar la creatividad y las expresiones culturales del estado? ¿La forma más invisible de desviar recursos?, ¿de robárselos? ¿De obtener reconocimiento? ¿De ganar más dinero? No entiendo qué les resuelven estos personajes. Tal vez, la forma de despreciarnos. O de controlarnos. Mantenernos en la oscuridad. El silencio. La nada.
En mi envío pasado planteé mis dudas sobre la probidad de Jeremías Marquines. No sé qué ocurrió, pero debo agradecerlo: el IGC me escuchó y me envió scánners (muy borrosos) de documentos que según la funcionaria que me los envió dicen que Marquines no está recibiendo recursos por dos proyectos. Le daré el crédito que le corresponde porque sigue recibiendo recursos para sus encuentros.
Y sus encuentros marginan. Desprecian.
¿Cómo confiar en él si ha demostrado una y otra vez que no quiere el crecimiento de la cultura en Guerrero y en Acapulco? ¿Cómo confiar en él, si sólo busca el crecimiento de su cuenta bancaria y el del reconocimiento que pueda obtener a través de las instituciones?
Ya lo demostró con tres encuentros a los que sólo invita y da foro a sus amigos. Y con muchas cosas más que citaré en las siguientes entregas.
De momento, dejo esta pregunta para la licenciada Alejandra Frausto: ¿Es esta la idea de cultura que trajo del gobierno de Marcelo Ebrard para Guerrero?
Y al gobernador Ángel Aguirre estas otras: ¿Esta es su idea de democracia? ¿Así concibió en su plan de gobierno el de cultura para Guerrero?
Me niego a creer que ésta sean sus ideas de cultura para un estado con tantas carencias como el nuestro y que hoy, como siempre, requiere de la creatividad y conocimiento de todos los guerrerenses. De sus buenos hijos. De su noble pueblo.
Jeremías es tabasqueño y jamás se ha interesado por conocer Guerrero con intención de amarlo porque cada vez que quiere desde su blog y desde los medios que lo reproducen nos denuesta, nos insulta, nos agrede por nuestros atrasos. Por lo que somos. Lo que significamos. No es una fuerza positiva de cambio, es alguien que posiblemente sufrió algún terrible trauma de niño y sólo lo está reflejando con agresión en ausencia de la atención que le fue negada cuando más la necesitaba. Pero eso, no es culpa nuestra. Y como guerrerenses no tenemos por qué sufrirlo. Por mucho que lo necesiten nuestros políticos.
No es mi interés ni siquiera psicoanalizar al pobre sujeto; mi interés es saber si este gobierno adoptará el modelo discriminatorio y violento de cultura de Jeremías o no.
Aunque las imágenes de los documentos que me enviaron sean un punto menos que imposibles de leer agradezco al Instituto Guerrerense de Cultura que me haya respondido porque con eso demostró que sí puede escuchar y dar atención a todos los ciudadanos; a todos los guerrerenses. Y a Culturacapulco a la que llevaba meses ignorando olímpicamente. Hasta hoy, seguimos sin recibir noticias de sus actividades. O invitaciones.
Aún con eso, ahora le pido a la licenciada Alejandra Frausto y al Gobernador Ángel Aguirre que piensen en las preguntas que planteo en este texto y que si les es posible me respondan. Les agradeceré mucho ese gesto porque con él me devolverían la ciudadanía que me habían quitado con su marginación y también la confianza en las vías adecuadas para exponer nuestras inconformidades. Porque, aunque no confiemos, no hemos podido dejar de apreciar cómo le fue a los maestros en Acapulco el miércoles pasado.
Gracias. Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com;
INVITACIÓN:El próximo viernes 21 de octubre a las 18:30 en “el Polyforum Cultural Partenón” (Papagayo) el doctor Andrés Arias presentará SOS Cambio climático en el ser humano, libro que recoge su experiencia médica de muchos años, presenta un análisis de la incidencia del mundo actual en el organismo humano y expone métodos económicos y eficaces para recuperar la salud y mantenerla; aún contra padecimientos o enfermedades muy complicados o persistentes.
Aviso:
Licenciado Alberto Lechuga continúo esperando que responda a los e-mails que le he enviado solicitándole su apoyo para la elaboración de nuestros proyectos PECDA. Gracias

2 comentarios:

  1. Es una lástima, una verdadera lástima que la esperanza de que al entrar un nuevo gobierno, las cosas van a cambiar, van a ser distintas. Ni siquiera es por el reconocimiento, o por los beneficios, es por simple justicia, todos somos ciudadanos, todos pagamos impuestos, todos deberíamos tener los mismos derechos y las mismas oportunidades. ¿De qué sirven los beneficios que sólo benefician a unos cuántos? Cómo dije, es una verdadera lástima que esos cuantos sean los que "manejan" la cultura en el estado.

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  2. Qué triste que las personas que están a cargo de la cultura sean aquellas que la menosprecian. Piensan que ellos son cultura, y en lugar de abrirle camino a las personas que buscan hacer cultura, en lugar de encaminarlos, de enseñarlos, o de por lo menos aconsejarlos, voltean a verlos con la déspota mirada de siempre autoproclamándose intelectuales, cultos, e incluso, la cultura misma.
    Y qué triste porque el poder por sólo poder (o el dinero por sólo dinero) no nutre a nadie; ni si quera a aquellos que se hacen con él. Les da de comer, les da lujos en exageraciones, pero el intelectual no necesita dinero o portentosos cheques; la mente y la capacidad de proponer soluciones. Pues uno debe ser capaz no sólo de ver errores, sino de dar propuestas. De enriquecer nuestra ciudad.
    ¿A quién pues, que no sea acapulqueño de nacimiento o por ideales, le podría interesar una ciudad como la nuestra, donde la gente pocas veces se acerca a pedir cuentas de los recursos destinados a la cultura?
    Aquí se denota una sed tremenda de poder y dinero, de no promover realmente la cultura, ni siquiera dirigirla, sino más bien, dejarla como está, disfrazada ante las muchas personas que buscan por sí solas el apoyo que deberían darles y encuentran sólo el desprecio a los nativos.
    Por supuesto que no confiamos en esa gente que sólo sabe aprovecharse de la ingenuidad de otros.
    La inteligencia no debe ser un privilegio, sino una herramienta usada para el bien de las personas, de la sociedad. De otro modo es egoísmo puro.

    Ya va siendo hora de hacer algo.

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