miércoles, 27 de junio de 2012

Josefina: una gran mujer de nuestra historia


Yo, ciudadano
Josefina: una gran mujer de nuestra historia
Gustavo Martínez Castellanos

Un “conspicuo” analista dice en la televisión: “Si no hubiera gente corrupta no hubiera funcionarios corruptos”. La frase es inútil si no se toma en cuenta que la gente requiere soluciones a sus problemas y que si quien debe solucionárselos es alguien que asume su cargo como una prebenda, un premio o un coto de poder, entonces es imposible que se den soluciones si no es por la vía del cohecho.
La vida moderna de México -todos lo sabemos- inició con la pesada burocracia que los exrevolucionarios crearon. Excombatientes que saltaron del surco al Congreso, a las gubernaturas. A la presidencia de la república. Dueños de un país casi nuevo. Fuertes, detrás de una idea de instituciones avanzadas. Atrincherados en un partido monolítico. En su avance en un país que debió haber pasado de la subindustrialización a la completa tecnologización forjaron inmensas riquezas y complicidades cuyas estructuras siguen en funcionamiento. A pesar del “cambio” o “alternancia”.
El enraizamiento de esa estructura tardó medio siglo. Su madurez, veinte años -los más críticos de nuestra historia reciente-, pero sus signos de decadencia se han retardado porque todo proceso “democrático” por vivir está sólidamente fundido a esa estructura en la que los poderes fácticos preservan contra viento y marea el “orden”. El status quo.
Parece perogrullada pero su caída sólo puede darse a través de la violencia. Pienso no en la fuerza bruta, ni en el derramamiento de sangre, sino en un giro repentino y eficaz de acción de pensamiento y patriotismo que sea contundente en un acto único: el voto.
Es iluso pensar que todos los votantes de un país despierten en una elección del sueño de opio que durante toda su vida les han vendido los massmedia. Además, está la sucia maquinaria del fraude electoral de cada comicios. Y los grandes empresarios.
Visto así, que en unos comicios un país dé un giro de timón no es fácil. Empero, la metáfora náutica exige que uno de los tres capitanes en la cabina decida apoyar a otro.
México ya vivió la revolución institucionalizada. Ya vivió la acción nacional. Falta que se le dé la oportunidad a la revolución democrática. Si, como los candidatos dicen, su verdadera y única preocupación es México, supongo que quien va en tercer lugar tiene la obligación patriótica de apoyar a que el país viva nuevos cambios. Nuevas rutas. Nuevas ideas. Un nuevo tiempo y una nueva realidad.
En Guerrero, tuvimos esa oportunidad gracias al PAN. A unos días de la elección, el candidato de Acción Nacional declinó a favor del candidato de la coalición de las izquierdas y Guerrero se salvó de un retorno –que desde cualquier ángulo hubiera sido un retroceso (véase el caso del municipio de Acapulco)- a la férula del PRI.
Josefina Vázquez Mota y el PAN tienen en sus manos la oportunidad histórica de dar ese giro de timón por el bien de México; de evitar que ingrese a una etapa de inestabilidad (véase las muestras de rechazo contra el duopolio televisivo y Peña Nieto); de detener el regreso del PRI al que, más tarde, sea imposible derrotar o volver a sacar de los Pinos.
El 1º de Julio todos lo votos por la izquierda en México serán vitales. Pero la Historia de México hoy exige un voto, uno solo, que sería histórico porque le permitiría cambiar su historia para bien: el voto del PAN. Josefina Vázquez Mota tiene, hoy, la oportunidad de elevarse al sitial de las grandes mujeres de México. La elección es suya.
Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com

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