sábado, 21 de julio de 2012

¿Libros?


Yo, ciudadano
¿Libros?
Gustavo Martínez Castellanos

El reclamo que Carlos Ortiz, joven escritor chilpancinguense, hace con referencia a que el programa de publicación de libros del Instituto Guerrerense de Cultura no contempla una adecuada promoción de las obras seleccionadas, da cuenta de que el IGC sigue haciendo mal las cosas y que amenaza continuar así hasta que su titular sea removida o el Movimiento Ciudadano decida tomar el Zócalo y Reforma en la ciudad del México para que nuevamente se vaya a organizar eventos en ese plantón como lo hiciera en 2006.
Carlos Ortiz deja entrever con su reclamo que no tiene ni la más remota idea de lo que el IGC está haciendo y por qué lo está haciendo. En primer lugar, Praxis, la editorial contratada para publicar los libros no distribuye en librerías; sólo vende por Internet. Carlos Ortiz nunca verá ni en estantes ni en aparadores de “librerías de prestigio” o de las cadenas comerciales, su libro. Quienes quieran leerlo tendrán que comprarlo con tarjeta o depósito bancario y esperar a que se los entreguen por paquetería.
Empero, por la calidad del trabajo editorial de Praxis no podrá quejarse: es excelente.
En segundo lugar; Carlos Ortiz no sabe que la convocatoria para la edición de libros no fue pública, sólo se la enviaron a algunos escritores. Él entre ellos.
En tercer lugar, que el proyecto de publicación del IGC obedece a una política cultural que privilegia el trabajo de los jóvenes (que revise la lista de los “favorecidos”, el único no joven es José Dimayuga) porque en los esquemas de contención social e ideológica, los jóvenes son más fáciles de controlar porque no tienen formación ideológica.
En cuarto lugar; porque el IGC trabaja en la formación de cuadros de artistas cuya alineación beneficie al proyecto ideológico cultural del gobierno en turno, en lugar de centrarse en los principales elementos de conformación cultural: conocimiento, análisis y propuestas que fomenten o refuercen la identidad de todo el pueblo. Por ello, el proyecto de publicación no contempla la obra de los clásicos guerrerenses cuyo, algunos nombres sólo fueron usados para distinguir las “colecciones”: Manuel Altamirano, José Agustín, Rubén Mora, Sánchez Andraca (nadie del nivel de Rulfo, Pellicer o Vasconcelos),
En quinto lugar: al erigir cuadros se estandariza la visión cultural: no debe llegar a todos los ciudadanos, sino sólo a unos cuantos, debidamente seleccionados y en sintonía con el proyecto cultural gubernamental. Que vea la réplica de Edgar Pineda en El Sur: cualitativa y cuantitativamente Edgar Pineda no tiene ni el trabajo ni la presencia cultural de Carlos Ortiz en Guerrero quien dirige desde hace muchos años “La tarántula dormida” y ha publicado en diversos medios; mientras que a Edgar Pineda, nadie sabe aún a santos de qué le publican sus fallidos versos en las rejas del Centro Cultural Acapulco y ya se hizo meritorio a que le publiquen un libro. Por supuesto, él está feliz: ha obtenido lo mismo que Carlos Ortiz sin haber sudado. Al menos no en el trabajo cultural. Otro ejemplo es José Dimayuga que se prestó dos veces a sustituir a Aída Espino en la dirección de Cultura de Acapulco y a justificar sendos desvíos de recursos: es otro “artista” del sistema.
El proyecto editorial del IGC, es más de lo mismo: privilegiar a unos y, encima de eso, lo hace mal. Insisto: ¿esto es lo que Ángel Aguirre quería para los guerrerenses? ¿O sólo es producto de la torpeza y vacuidad de su directora de Cultura? Por cierto: ¿y el festival cultural de verano? ¿Y el seminario de literatura? ¿Tampoco hay dinero? (Hubo elecciones). Nos leemos en la crónica gustavomcastellanos@gmail.com;

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